El problema y la solución
Por Vicente Benedito Francés
Vozpopuli 18-03-2023
No ha perdido vigencia aquella frase de Ortega y Gasset pronunciada hace ya más de un siglo, “España es el problema, Europa la solución”. A lo largo de los más de cien años transcurridos desde entonces, la reflexión ha sido manoseada, utilizada para argumentar, interesadamente, muy distintas situaciones, en función de la finalidad última de quien en cada momento la traía a colación. Ortega evidenciaba su preocupación por la decadencia cultural y educativa de nuestro país. Subrayaba la perentoria necesidad de que como nación recorriéramos el camino que nos separaba de Europa. Tanto tiempo desde entonces y seguimos, en cierta medida, teniendo por delante camino pendiente. Distancia no superada.
Décadas después, durante los últimos años del franquismo y próxima la Transición, la idea de “Europa como solución” se refería, la utilizábamos, para señalar las metas de democracia y libertad a las que aspirábamos, y que reconocíamos con notable añoranza, gozaban los países de nuestro entorno a los que ansiábamos homologarnos. Hoy, salvando todas las distancias, las sociedades española y europea precisan afianzar sus respectivas personalidades desde una clara posición de convergencia. No tan marcada como a comienzos del siglo XIX, pero, también, no exenta de una innegable complejidad. Quizá, aun cuando pudiera parecer exagerado, mayor, en determinados aspectos, que en los tiempos de la preocupación de Ortega.
Vayamos por partes. “Europa es la solución”, decía Ortega. Pero el viejo continente ya no es la potencia económica, política y cultural, sobre todo cultural, que la hacía única a principios del siglo pasado. Durante los últimos doscientos, trescientos años, la cultura europea, es decir, su sentido de lo que era bueno o malo, su concepción de las relaciones económicas, políticas y sociales, fueron las que dominaron el mundo. Hoy sigue vigente el modelo relacional y cultural impuesto por la sociedad occidental imperante entonces. Con especial protagonismo de aquella Europa hegemónica.
Hay que tener muy presente que, en estos momentos, el dinero tiene más poder que el que nunca en la historia, hasta el punto de imponerse a los gobiernos, comprar voluntades y medios de comunicación
Sin embargo, las circunstancias han cambiado, y no dejan de hacerlo. Europa no puede no reconocerlo. Los cambios se producen muy deprisa. No asumirlo con determinación puede actualizar la premonición de Felipe González de que “Europa puede morir de éxito”. Porque, cierto es que, buscando su propio beneficio, durante los últimos siglos Europa, con su modo de hacer las cosas, ha estimulado el surgimiento de mundos, de conciencias, distintas a la propia. Y esos mundos que han despertado, y que son, tanto desde el punto de vista demográfico, como, sobre todo, cultural, muy potentes, han cuestionado su hegemonía, es decir, su capacidad para seguir imponiendo las reglas de juego. Esos nuevos mundos, esas nuevas culturas, disponen de notable riqueza. Hay que tener muy presente que, en estos momentos, el dinero tiene más poder que el que nunca en la historia, hasta el punto de imponerse a los gobiernos, comprar voluntades y medios de comunicación, y de ser casi el único impulsor de los cambios que se están produciendo en las sociedades.
Europa se siente agobiada, con la necesidad de reafirmarse culturalmente. Se ha dado cuenta de que ya no se trata de mantener su dominio sobre los demás, si no de reafirmar, lo que ha sido, para poder seguir siendo una sociedad con valores, costumbres y creencias propias. Las que le han dado sentido a lo largo de la historia, para no ser desnaturalizada, absorbida, por las culturas emergentes. Y esto no está sucediendo
Año 1991
Vicente Benedito y Antonio Campos
La UE no es casi nada. No existe unidad, no hay un presidente y un Parlamento únicos, un sólo presupuesto, sigue pendiente la unidad fiscal, un sólo ejército, un sistema judicial propio , y ninguno de los 27 países que la forman quiere ceder un ápice de su soberanía. Echamos en falta auténticos líderes políticos como lo fueron Margaret Thatcher, Willy Brandt, Conrad Adenauer, Winston Churchill, Helmut Kohl, Mitterrand o F. González. En definitiva su futuro es oscuro, o convertirse en un parque temático para que el resto del mundo nos visite, o, en el peor de los casos, y Dios no lo quiera, ser el escenario de la tercera guerra mundial entre Occidente, liderado por los EEUU y Oriente al frente de China porque a ambos la UE y Rusia les es indiferente. Sirva de ejemplo la guerra en Ucrania que tiene como disputa el territorio del Donbás, que posibilitaría al régimen de Putin contar con un pasillo para unir Crimea con Rusia dándole salida al mar Negro. Si se les cediera a los rusos ese pasillo, poblado por rusos durante más de cien años (y que no tiene ningún valor económico ni logístico) a cambio del fin de la guerra y de permitir que Ucrania y Finlandia entren en la OTAN se podría poner fin a la muerte de tantos inocentes en el mismo corazón de Europa.
Ser “progresista” consiste en propiciar y financiar, con dinero público, los excesos, el mal gusto y la conversión de fiestas en espectáculos
La Unión Europea presenta serias debilidades y, dentro de ella, España sufre carencias muy significativas. Por desgracia estamos conducidos por unos líderes, es un decir, sociales y políticos, con una cultura de parvulario, y que, ignorantes, pero no inocentes, identifican “modernidad” con “transgresión” y “progresismo” con relajación de los valores y creencias naturales, que han sido guía de nuestra sociedad durante milenios y que nos han hecho como somos. Aquí “modernizar” es legislar para generalizar las excepciones, y ser “progresista” consiste en propiciar y financiar, con dinero público, los excesos, el mal gusto y la conversión de fiestas en espectáculos.
El resultado es una crisis social, pero también económica, sin precedentes ni comparación posible con la de los otros países europeos. La falta de formación conduce a la indiferencia, a la corrupción, a la avaricia desmesurada, al dinero fácil, a despreciar los valores, todo lo cual provoca el que nuestra crisis económica, y social, sea extraordinaria. Nos han hecho perder el sentido de lo bueno y de lo malo y han convertido el “laicismo beligerante” en una nueva religión, que no se limita a aportar normas morales, no las tienen, como todas las religiones, sino que es un “laicismo de Estado” que impone sus reglas mediante la legislación y el presupuesto. Todo ello dirigido a la destrucción de la clase media que es la base de la democracia, sustituyéndola por una clase subvencionada que les vote siempre, una Administración Pública absolutamente desproporcionada, un numero injustificado de políticos y de asesores. Una deuda pública inasumible, un PIB todavía por debajo del existente al inicio de la pandemia y una desmedida e incontrolada inflación subyacente la más alta de la UE.
No es difícil
Por Juan Manuel Jimenez Muñoz – Médico y escritor malagueño.
* No es difícil manejar una pistola. Lo difícil es manejar un azadón para labrar la tierra.
* No es difícil robar a un semejante. Lo difícil es madrugar cada día para llegar al trabajo.
* No es difícil quemar contenedores. Lo difícil es retirar la basura cada noche.
* No es difícil encerrarse en la Universidad para protestar por algo. Lo difícil es encerrarse media vida hasta sacar una carrera.
* No es difícil rociar con gasolina a un coche. Lo difícil es llenar el depósito de gasolina.
* No es difícil arrancar un adoquín para usarlo como arma. Lo difícil es ser un magnífico albañil que pavimente la calle.
* No es difícil herir a una persona. Lo difícil es atender a los heridos.
* No es difícil destrozar el escaparate de un comercio. Lo difícil es arriesgar tu patrimonio para crear ese comercio y dar trabajo a tus vecinos.
* No es difícil forzar la cerradura para vivir en la casa de otro. Lo difícil es pagar una hipoteca.
* No es difícil insultar a quien no opina como tú. Lo difícil es pensar que, tal vez, puedas ser tú quien se equivoca.
* No es difícil exigir que no te impidan hablar. Lo difícil es saber cuándo procede el silencio.
* No es difícil exigir nuevos derechos. Lo difícil es cumplir con los deberes.
* Y no es difícil pedir más libertad cuando ya se tiene la libertad de pedirla. Lo difícil fue conseguir la libertad cuando la libertad no estaba.
* Y algún día –ya lo veréis– seremos nosotros los alzados. Nosotros. Los sumisos. Los callados. Los pagafantas. Los madrugadores. Los mansos. Los que queremos la paz. Los de las dificultades diarias. Los que sostenemos la Hacienda Pública. Los que no vivimos de enredar. Los que no vivimos de enfrentar. Los que somos lo que somos gracias a nuestros mayores. Los del esfuerzo personal. Los silenciosos.
* Nosotros tomaremos las calles algún día. Y entonces, vosotros, no seréis nada.
Los bancos vuelven a derrumbarse en bolsa
Eulogio López 15/03/23 en Hispanidad
Insistimos: no hay crisis bancaria, hay crisis de deuda. Estamos ante una nueva gran recesión. La solución: acabar con el Estado del Bienestar. Y mejor que se pongan a ello cuanto antes, no vaya a ser que empiecen quebrar no los bancos sino los Estados.
La crisis de deuda sólo tiene una solución: acabar con el Estado del Bienestar. ¿Esto les resulta muy duro? Probablemente, pero mejor que se pongan a ello cuanto antes, no vaya a ser que empiecen a no quebrar los bancos sino los Estados
La crisis de deuda sólo tiene una solución: acabar con el Estado del Bienestar. ¿Esto les resulta muy duro? Probablemente, pero mejor que se pongan a ello cuanto antes, no vaya a ser que empiecen a no quebrar los bancos sino los Estados
Lunes, martes y miércoles. El lunes se derrumban todos los bancos en las bolsas europeas, tras la caída del Silicon Valley Bank (SVB). ‘Yayoyou’ Biden se apresura a tranquilizar a las masas. De una forma falaz, que obtiene un relativo éxito. Así, en la sesión bursátil del martes, la banca se recupera… para el miércoles 15 volver a derrumbarse, con un índice bancario que en el último tramo de la sesión caía en torno al 7%.
Los culpables de la nueva crisis económica no son los bancos centrales ni los banqueros: son los gobiernos y las grandes empresas apalancadas. Ya es hora de volver a funcionar con fondos propios
¿Y por qué estos altibajos? Porque aunque la izquierda se empeñe -le encanta insultar a la banca- y la derecha enmudezca, lo cierto es que no estamos ante una crisis bancaria, como fue la de 2008, sino ante algo más grave: estamos ante una crisis de deuda, sobre todo, deuda soberana, pero también deuda corporativa, producto de años de irresponsabilidad política, con todos los demagogos de Occidente (me viene a la cabeza un tal Sánchez) que se mantienen en el poder gracias a una emisión permanente de deuda pública, que era posible con tipos negativos, pero que resulta una ruina cuando el precio del dinero sube. Y de las grandes corporaciones industriales puede decirse algo muy similar: nadie trabajaba con fondos propios, sino extraordinariamente apalancados. Total, endeudarse era barato…
Y sí: los tipos debían subir. Aunque los bancos centrales deben dejar de alimentar a políticos irresponsables
Lo cual nos lleva a la siguiente conclusion: aunque es cierto que los bancos centrales nunca debieron alentar la irresponsabilidad política, nunca debieron comprar todos los bonos que ponían los políticos en el mercado, los culpables son los propios políticos y los consejos de administración de las grandes empresas multinacionales.
No se trata de más regulación bancaria, se trata de que el accionista pierda toda su inversión, pero que no pierdan su dinero los depositantes
Y así, aunque es verdad que los banqueros especuladores fueron culpables de la crisis de 2008, ahora, al menos, los presidentes de banca doméstica como son los españoles, no tendrán culpa de la crisis que viene, aunque puedan pagarlo caro por su operativa en deuda pública. Y a pesar de ello, es cierto que la regulación bancaria debe guiarse por el siguiente principio: los accionistas y bonistas deben perderlo todo. Son inversores y asumieron un riesgo. Por contra, los depositantes no deben perder su dinero, porque no tienen su cuenta corriente para ganar dinero, sino para poder realizar sus pagos. Pero, insisto, esto no es una crisis bancaria, es una crisis de deuda. Y la crisis de deuda sólo se arregla reduciendo aquello que provoca la deuda pública, es decir, Papa-Estado que cuida de ti desde la cuna a la tumba. Dicho de otra forma, la crisis de deuda sólo tiene una solución: acabar con el Estado del Bienestar, lo cual significa reducir el gasto en sanidad pública, en pensiones y en todo lo que suene a público. ¿Esto les resulta muy duro? Probablemente, pero mejor que se pongan a ello cuanto antes, no vaya a ser que empiecen a quebrar no los bancos sino los Estados. Y eso sí que es peligroso.
TODO LO QUE SIEMPRE QUISISTE SABER SOBRE LA ECONOMÍA, PERO NUNCA TE ATREVISTE A PREGUNTAR.
Juan Manuel Jimenez Muñoz 27 febrero 2023
“El Gobierno debe intervenir el mercado y topar los precios por Decreto. Es intolerable que los despiadados capitalistas, los dueños de los supermercados, a costa de los españoles, ganen tantísimo dinero. Los precios deben toparse al nivel que estaban antes de la guerra de Ucrania”.
Hola, lector. Hola lectora. ¿Quién podría no estar de acuerdo con ese loable propósito de la ministra Belarra, la actual jefa de Podemos? ¿Qué malnacido podría desear lo contrario? ¿A quién no le gustaría que ¡mañana mismo! un kilo de aguacates (que ahora cuesta cuatro euros) pasase a costar dos euros? ¿Puede haber algún masoquista que prefiera pagar un euro por una barra de pan, en lugar de medio euro? Y sobre todo… ¿cómo es posible que a nadie, antes que a Ione Belarra, se le haya ocurrido la feliz idea de bajar los precios en las tiendas a través de un Decreto del Gobierno?
Bien, lector. En principio… da la impresión de que la propuesta podemita es infalible: parece que Ione Belarra, alias La Alegría de la Huerta, tiene un corazón de oro. Aunque, todo hay que decirlo, hay algo que me ha hecho dudar sobre la bondad de esa medida intervencionista: quien propone topar los precios por Decreto es Podemos, el autor intelectual de la Ley Sueltavioladores, de ese prodigio jurídico que ya es referente en el mundo. Por no hablar de lo de entrar en los urinarios de señoras con pene, barba y bigote. O por no hablar de la pena de cárcel por matar una rata a escobazos. No sé. No sé. Podemos está por medio. Algo debe de fallar. ¿Dónde estará la trampa?
Así pues, más mosqueado que un perro en un barrio chino, me puse a indagar en las supuestas bondades de la intervención estatal de los precios, y releí «Los enemigos del comercio», el monumental ensayo de don Antonio Escohotado. Y lo que encontré, amigo lector, me puso la piel de gallina, pues justo por esa política intervencionista sucedió una debacle en todas las naciones que han sido (o son) gobernadas por marxistas.
A continuación, basándome en la historia actual de la Venezuela chavista y en la historia pasada de otros países, explicaré en doce pasos muy simples cómo se gesta un desastre tras abandonar la economía de mercado. No te asustes, lector: la Economía es algo árida… pero con un poquito de humor lo entenderemos sin problema. Ponte cómodo y disfruta.
Paso 1: La ministra Belarra ordena a los tenderos que no vendan la barra de pan a su precio actual de un euro, sino al mucho más amable de medio euro. Un 50% menos.
Paso 2: Entonces, los tenderos llaman a los panaderos para decirles que, a partir de mañana, les comprarán el pan a la mitad de su precio de hoy.
Paso 3: Entonces, los panaderos llaman a los molineros para decirles que, a partir de mañana, les comprarán la harina a la mitad de su precio de hoy.
Paso 4: Entonces, los molineros llaman a los campesinos para decirles que, a partir de mañana, les comprarán el trigo a la mitad de su precio de hoy.
Paso 5: Entonces, los campesinos hacen cábalas de lo que les cuesta a ellos producir el trigo (agua, gasolina, abonos, tractores, plaguicidas, etcétera) y llegan a la curiosa conclusión de que van a trabajar de balde para la ministra Belarra, que cuando bebe la agarra. Y como los campesinos, aunque rústicos, no son imbéciles… plantan el trigo justito para amasar ellos su propio pan, y acaparan el excedente en sus graneros hasta que suban los precios… ¡y que le vayan dando por culo a los urbanitas de la capital!
Paso 6: No hay pan. Aunque la gente tiene euros para gastar, no se encuentra pan por ninguna parte (asumo que, a estas alturas, el lector ya habrá entendido que lo dicho para el pan vale para el aceite, la leche, la carne, las verduras, los zapatos y las aspirinas).
Paso 7: La escasez de productos origina grandes aglomeraciones en las tiendas. Entonces, para que la gente no se acuchille en las colas, Ione Belarra recurre a lo único que se ha inventado en ocasiones similares: las cartillas de racionamiento. Todo el mundo comerá, pero poquito y con orden.
Paso 8: Como la gente de la ciudad aún tiene euros, y como los campesinos han acaparado el poco grano que queda, los urbanitas más “listos” se compinchan con los agricultores más “espabilaos” para traer trigo a las ciudades, aunque sea a precio de oro. En resumidas cuentas: surge el mercado negro de toda la vida, para el que pueda pagarlo. El estraperlo.
Paso 9: Poco después, al no haber compraventa en el mercado libre (recuerda: solo funcionan los estraperlistas y las cartillas de racionamiento), han quebrado las farmacias, las fruterías, las pescaderías, las carnicerías, las panaderías y cualquier comercio privado. Las grandes empresas (cadenas alimentarias, constructoras, eléctricas, etcétera) se marchan al extranjero. Las pequeñas empresas y los autónomos se marchan a la mierda. La destrucción de empleo es terriblemente masiva y, a consecuencia del paro, la gente se empobrece a marchas forzadas y los billetes dejan de circular.
Paso 10: Ante la falta de dinero circulante, el Gobierno activa la maquinaria de fabricar billetes e inunda el país con una moneda que no vale absolutamente nada (pues nadie produce). Es el inicio del desastre final: es la hiperinflación de la actual Venezuela chavista o de la Alemania de 1919-1930, durante la República de Weimar.
Paso 11: Desesperado, el Gobierno toma medidas extremas para evitar la hambruna: fusila a los campesinos que acaparan trigo, les requisa el cereal y les expropia las tierras. Exactamente lo que hicieron Lenin y Stalin entre 1917-1938. O, más recientemente, lo que hizo Chávez en Venezuela: ¿recuerda el lector los alocados gritos de Chávez ordenando “¡Exprópiese!”? Pues era eso exactamente: quitar la propiedad de su negocio a quien desobedezca la orden del Gobierno de vender a pérdidas.
Paso 12: La ruina absoluta. La bancarrota. La represión. Como si hubiese pasado un huracán por el país. Aportaré un solo dato, por ser fácilmente comprobable: la tasa de pobreza extrema en Venezuela en 1998 (el año de la llegada de Chávez al Gobierno) era del 9% (una barbaridad, por supuesto). En el año 2021, tras 23 años de chavismo, era ¡del 68%!: la más elevada de América y, además, con la tasa de delincuencia más alta del mundo. Entonces, en ese momento exacto de la bancarrota, sólo los muy pudientes (las Belarras, las Yolandas, las Montero, los Stalin, los Maduro, los Castro, los Garzón, los jefazos del Partido y los funcionarios afines) pueden comer tres veces al día. Para el resto, lo mejor es emigrar a otro país o sobrevivir con las migajas del Estado.
Ése es el modelo que propone Podemos, los socios de Pedro Sánchez, los que asesoraron al chavismo en Venezuela. Los que aún entonan loas a Nicolás Maduro y a los hermanos Castro. Los gestores de la miseria generalizada. Los expertos en igualar por abajo. Los defensores de la inactividad social y de la economía subsidiada. Los que, como el ministro Garzón, visten camisetas con el logo de la desaparecida Alemania Oriental: el régimen asesino y liberticida que tanto añoran.
Y ya está, lector. Mantén cerca de ti este artículo por si alguna vez sientes la morbosa tentación de pensar que lo mejor para España es que los “despiadados empresarios” quiebren, y que a Amancio Ortega le vaya fatal. Recuerda que el Estado no lo puede todo. La Historia lo demuestra. En Venezuela afirmaban que lo que les ha sucedido era imposible de ocurrir. Tomemos nota.
El mundo ha salido adelante gracias a muchos Amancios Ortegas y a muchos pequeños autónomos; pero nunca ha salido adelante gracias a señoritas que jamás dieron un palo al agua fuera de la sede del Partido, y que ahora cobran 90.000 euros al año en su cargo de ministras. Ojalá se les seque la yerbabuena. O mejor aún, como decía Rafael Alberti en su famoso poema al que Paco Ibáñez puso música:
<<A Galapagar, a Galapagar;
hasta enterrarlos en el mar>>.
El mundo, amigo mío, funciona moderadamente bien en Francia, Canadá, Holanda, Bélgica, Australia, Nueva Zelanda, Suecia, Dinamarca, Reino Unido, Italia, Portugal o España. A sitios así, y no a Cuba ni a Venezuela, se marchan los fugados del “procés”. Por algo será. Y el mundo ha funcionado y funciona terriblemente mal en Nicaragua, Venezuela, Cuba, Alemania Oriental, la U.R.S.S. o Corea del Norte, paraísos comunistas donde no hay alimentos que comprar ni libertad para quejarse.
Que no te la den con queso, lector. Que no te la den con queso.
Cagoentóloquesemenea y mitad del cuarto más.
EL REY EMÉRITO DURANTE EL GOLPE DE ESTADO DEL 23-F
Juan Manuel Jimenez Muñoz – Médico y escritor malagueño.
23 febrero 2023
Es una pena que la imagen que va quedando de don Juan Carlos Iº, rey emérito de España, sea la de un mujeriego corrupto que se ha trasladado a los Emiratos Árabes para no pagar impuestos. Una verdadera pena. Una desgracia para el país. Una desgracia para nuestra memoria colectiva. Gasolina para los antisistema que buscan derrocar la Constitución del 78 e instaurar una dictadura de estilo bolivariano. Y esto lo digo yo, que soy republicano hasta la médula, pero no idiota, ni antidemócrata, ni desagradecido.
La vida privada de don Juan Carlos Iº no ha sido precisamente ejemplar, pero su contribución a la convivencia, aunque cada vez más ignorada, es indudable. Por ejemplo: nadie menor de 55 años puede tener conciencia clara (personal) del Golpe de Estado del 23-F de 1981. Pero aquí estoy yo para ayudar. Hoy, aniversario de aquel suceso, traigo una versión muy breve para las víctimas de la L.O.G.S.E. Sencillita. Novelada.
Don Juan Carlos, como nieto del exiliado Alfonso XIII, fue designado por Franco heredero a título de rey. Y heredaba, por cierto, los plenos poderes de Franco. En otras palabras: cuando llegase a la Jefatura del Estado, podría apalancarse en el cargo como un monarca dictador al estilo de los sátrapas orientales, o podría traer la democracia a España como en las monarquías europeas. Y optó por lo segundo.
Cuando Franco murió, algunos capitostes del régimen intentaron por todos los medios que continuase el franquismo. O sea: el mismo perro pero con distinto collar. Pero no fue así. Un grupo de hombres había urdido un plan a corto y medio plazo para pasar del franquismo a la democracia, para cerrar heridas de la Guerra Civil, para que “las dos Españas” conviviesen en paz. Daré tres nombres: Torcuato Fernández Miranda, Adolfo Suárez y el rey don Juan Carlos, los tres procedentes del régimen que pensaban liquidar.
Lo de pasar a la democracia desde el franquismo fue peliagudo. El tema fundamental era el Ejército, más franquista que el mismísimo Franco, aunque (y esto es vital) el dictador había dejado una orden expresa (y escrita) para ser cumplida tras su muerte: los militares debían obedecer en todo momento al nuevo rey don Juan Carlos.
Y así, mientras ETA cabreaba a los militares con sus atentados terroristas, mientras los más fascistas del régimen se empeñaban en hacerle la vida imposible al rey, mientras la Oposición en el exilio insultaba a don Juan Carlos apodándole “El Breve”, estos tres personajes que he nombrado se las apañaron para sortear todos los obstáculos y, ya para 1977, convocar las primeras elecciones a Cortes Constituyentes. No sé si me he explicado bien: en menos de dos años, Suárez y don Juan Carlos habían decretado una amnistía general para todos los encarcelados, habían legalizado al Partido Socialista, al Partido Comunista, a todos los partidos independentistas, a la CNT, a Comisiones Obreras y a la UGT. Además, habían hecho regresar del exilio a toda una pléyade de políticos de izquierdas muy destacados en la lejana Guerra Civil. Y más aún: habían sorteado con éxito el descontento de los militares y las carnicerías de ETA por toda España. Y todo eso lo hicieron ellos solitos, sin recurrir a la ayuda de ningún Comité de Expertos.
Tras las primeras elecciones libres se formó un Congreso Constituyente en el que, además de los independentistas vascos y catalanes, figuraban partidos de la derecha, del centro y de la izquierda. Y entre todos redactaron la Constitución de 1978, la que tenemos en vigor, que fue votada favorablemente por el 88% de los españoles (y dicho sea de paso, por el 91% de los catalanes y el 69% de los vascos).
Y atención a esto. En esa Constitución, como en las monarquías europeas, el rey renunciaba libremente a todos los poderes dictatoriales heredados de Franco para pasar a ser un mero árbitro de la lucha entre partidos. De esa manera, tras la Constitución, siguieron más libertades: de culto, de divorcio, de Autonomía… Ojo, lector. He dicho de Autonomía. Me refiero a los 17 reinos de Taifas que disfrutamos ahora, en especial a Cataluña y País Vasco. Eso ya era demasiado para los militares franquistas. Habían tragado a duras penas con la legalización del Partido Comunista y con ser asesinados, día tras día, por la banda terrorista ETA. Pero eso de que la Nación se desgajase en 17 autonomías… Por ahí no iban a pasar. Y no pasaron. El 23 de febrero de 1981 dieron un golpe de Estado. Sacaron a la calle los tanques en Valencia, amagaron en Madrid, tomaron Televisión Espantosa y asaltaron a tiros el Congreso secuestrando a todo el Gobierno y a la totalidad de los diputados; y a punto estuvieron de asesinar a Santiago Carrillo (Partido Comunista), a Felipe González (PSOE), a Alfonso Guerra (PSOE), a Manuel Gutiérrez Mellado (vicepresidente del Gobierno), a Adolfo Suárez González (presidente del Gobierno) y a Agustín Rodríguez Sahagún (ministro de Defensa), a quienes mantuvieron como rehenes “especiales” en una habitación aparte.
La noche del 23 al 24 de febrero fue terrible. Una nueva guerra civil se avecinaba. Los sindicalistas andaban huidos o escondidos. Los líderes regionales, cagados de miedo (con la notable excepción de Jordi Pujol, que dio la cara esa noche e hizo un llamamiento a resistir). Los afiliados a los partidos políticos rompían papeles en casa y se preparaban para ser detenidos y posiblemente torturados. Los periodistas, en paradero desconocido. Los defensores de la plurinacionalidad, si te he visto no me acuerdo. Los españoles en general, encerrados en sus casas pendientes de la televisión. Todos expectantes a ver qué coño decía el rey. Porque el rey, incluso despojado de todos sus omnipotentes poderes franquistas, era la única autoridad que reconocían aquellos militares sublevados.
Y el rey, vestido de capitán general, y a pesar de que Televisión Espantosa estaba tomada, pudo por fin salir ante todos los españoles y desautorizar el golpe. Entonces, como por ensalmo, los militares se retiraron a sus cuarteles y liberaron a los diputados.
Eso sí: al día siguiente, muy valientes todos ya (inclusive el abajo firmante), nos manifestamos en las calles de España contra el golpismo y a favor de la democracia. Y, para no morirnos de vergüenza, nos creímos la leyenda de que “el golpe lo paró el Pueblo”. Y un mojón de pato.
Ya termino. No os quiero dar mucho la vara. Esa «tontería» de la Transición se la debemos a don Juan Carlos I, a ese anciano mujeriego que ahora viaja en camello por los desiertos de Arabia, a ese posible corrupto que se ha marchado de España para cuidar a Froilán: el árbol caído de donde hoy sacan leña quienes se agazaparon en sus madrigueras la noche del 23 de febrero de 1981. Es justo reconocerlo. Es la verdad.
¿HABRÁ FRAUDE EN LAS PRÓXIMAS ELECCIONES GENERALES?
Autor: Juan Manuel Jimenez Muñoz – Médico y escritor malagueño
Muchos tertulianos de mi muro tienen la horrible sospecha de que las próximas elecciones generales serán un fraude, de que el Gobierno amañará los resultados y Sánchez se negará a marcharse. Como el tema es recurrente, responderé sin ambages: NO. Las elecciones serán limpias. Repetiré por segunda vez: NO. No habrá pucherazo en España.
Sin embargo, es lícito preguntarse por qué tanta gente duda. Yo he reflexionado sobre ello. Vamos a repasar ahora las 14 circunstancias que entran en juego en unas elecciones limpias. El lector comprobará que no hay motivo de miedo. Pónganse cómodos y disfruten de este texto que, aunque largo, es muy sabroso.
1-Sánchez nunca miente, y carece de ambición personal.
Si hay alguien que jamás haya mentido, es Pedro Sánchez. Es cierto que una vez lo pillaron detrás de una cortina, en la sede del PSOE, amañando papeletas. Y eso le costó la expulsión de su partido. Pero bueno. El mejor escribano echa un borrón. Y Sánchez es de fiar. Además, si hay alguien que anteponga los intereses de los españoles a los suyos propios, ése es Sánchez. En ese sentido, no hay problema electoral.
2-Podemos, como miembro del Gobierno, es un partido fiable.
Es cierto que cuatro ministros de Podemos apoyan al comunista Castillo, que ha dado un Golpe de Estado mientras era presidente de Perú. Y es cierto que justifican las barrabasadas electorales de Maduro en Venezuela, de Daniel Ortega en Nicaragua y de los hermanos Castro en Cuba. Pero estas anécdotas no implican que Podemos apoye un cambio ilegal en España mediante el falseo de elecciones. De hecho, desde hace años, las elecciones internas en Podemos se llevan a cabo con todas las garantías democráticas: los votos de su militancia, por ordenador, se recuentan en el chalé de Galapagar. En ese sentido, no hay problema electoral.
3-Los fraudes, como los Golpes de Estado, necesitan financiación con dinero negro.
Que el Gobierno de Sánchez vaya a suprimir el delito de malversación para contentar a sus socios malversadores significa que, de ahora en adelante, cualquier político podrá desviar dinero público (sin miedo a represalias) para financiar ilegalidades, siempre que no se meta los billetes en su propio bolsillo. Esto, que pudiera parecer grave, no es más que una simple anécdota. En ese sentido, no hay problema electoral.
4-La Policía Nacional y la Guardia Civil vigilan las urnas y los Colegios Electorales.
Que estos Cuerpos hayan sido expulsados recientemente de Cataluña, País Vasco y Navarra para contentar a los separatistas no significa que en estas autonomías se pueda hacer lo que se quiera con las urnas. En ese sentido, no hay problema electoral.
5-El Tribunal Constitucional no depende del Gobierno.
Que Pedro Sánchez, en contra de lo exigido por Europa, esté a punto de aprobar una Ley para ningunear al Consejo General del Poder Judicial en la elección de magistrados al Tribunal Constitucional, es una anécdota sin importancia. En ese sentido, no hay problema electoral.
6-El Fiscal General del Estado es garantía de legalidad.
Aunque lo nombra el Gobierno, el Fiscal General del Estado es una figura independiente. Recordemos: “¿De quién depende, eh? ¿De quién depende?” En ese sentido, no hay problema electoral.
7-El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) es neutral.
Este organismo público dirigido por Tezanos se caracteriza por la neutralidad de su máximo dirigente, por la ecuanimidad de sus encuestas electorales y por los reiterados aciertos de las mismas. Que Tezanos sea militante socialista, que su sueldo sea astronómico, que el CIS haya recibido ahora una millonada en subvenciones del Gobierno, y que en sus sondeos siempre gane el Partido Socialista, no nos debe llevar a pensar mal de este organismo. En ese sentido, no hay problema electoral.
8-Los votantes de 18 años saben muy bien lo que quieren.
Que el Gobierno esté regalando 400 euros a quienes cumplen ahora 18 años, no significa nada. Cierto es que votan por primera vez. Pero la intención del presidente no es arrancarles los votos, sino que compren videojuegos para aumentar su cultura. En ese sentido, no hay problema electoral.
9-Afortunadamente, hay nuevos votantes recién hallados en el extranjero.
Que el Gobierno, en aplicación de la reciente ley de “Memoria Democrática”, ya esté otorgando la nacionalidad española a miles de nietos y biznietos de republicanos exiliados en el mundo es un acto de justicia, y no hay que pensar en segundas intenciones. Que el Gobierno haya dado orden a las embajadas de hacerlo rápidamente, antes de las elecciones, y sin apenas burocracia, no deja de ser un propósito de eficiencia digno de elogio. En ese sentido, no hay problema electoral.
10-Correos es de fiar.
Este organismo, responsable de custodiar el voto por correo, es absolutamente neutral. Que lo dirija un amigo personal de Pedro Sánchez no debe generar desconfianza. Que el tal amigo cobre sueldos astronómicos, tampoco. Que durante las campañas electorales, curiosamente, aparezcan en Correos navajas dirigidas al Gobierno, es una anécdota baladí. Y que anteayer Correos haya emitido sellos con la hoz y el martillo para conmemorar el centenario del Partido Comunista, es una broma. En ese sentido, no hay problema electoral.
11-INDRA es aséptica.
Esta empresa se encarga de gestionar los datos del recuento de votos la noche de las elecciones. Que el Gobierno la haya intervenido el pasado mes de junio para expulsar a sus directivos y hacerse con la mayoría del Consejo de Administración no significa nada: es una garantía de que el Gobierno vigilará que todo vaya bien. En ese sentido, no hay problema electoral.
12-Radiotelevisión Española es ecuánime.
Que ahora PSOE y Podemos tengan mayoría absoluta en el Consejo de Administración de Radiotelevisión Española, que hayan nombrado a dedo a la directora, que le hayan subido el sueldo, y que hayan regalado millones a la cadena pública para fichar tertulianos afines, no quiere decir absolutamente nada. En ese sentido, no hay problema electoral.
13-El cine no se usa como propaganda.
Que Sánchez esté grabando en La Moncloa una serie autopromocional para Netflix, no quiere decir nada. Es cierto que semejante disparate nunca había sucedido con ningún otro presidente del Gobierno, salvo en el NODO franquista. Y es cierto que lo hace con dinero público. Pero son sólo tres capítulos. En ese sentido, no hay problema electoral.
14-El CNI vigila todo el proceso electoral desde la sombra.
Los servicios secretos españoles nunca permitirán un golpe de mano encubierto en unas elecciones generales. Es cierto que la directora del CNI ha sido recientemente cesada a instancias de los separatistas catalanes. También es cierto que los miembros del CNI han tenido que salir de Navarra, País Vasco y Cataluña para contentar a los socios golpistas del Gobierno. Pero todo ello no es otra cosa que casualidades encadenadas. En ese sentido, no hay problema electoral.
Como hemos visto, lector, podemos estar tranquilos. Las próximas elecciones tienen toda la pinta de ser libres, y de que nadie jugará con cartas marcadas. Así que no me preguntes más.
PD del Blog – Ayer, día siguiente a que Pedro Sánchez dijera que no habrá referéndum ilegal, una ministra del Gobierno y el líder socialista en Cataluña han manifestado que es lícito y comprensible que los catalanes así lo reclamen, pero con otro nombre. Ese mensaje es el día uno de la disolución de la nación llamada España. Si se concede todo a quien todo lo pide, si se permite que las pretensiones de 6.000 afiliados a ERC sean más valiosas que las de 47 millones de ciudadanos del resto de España, es democracia. Si se impide que no lo hagan, es fascismo. La situación está llegando a término, dejando únicamente dos alternativas: Acceder a ello o hacer la guerra. ¿Qué opción mantendrá el PSOE? ¿Y el Partido Popular? ¿Y el español de a pie, el jornalero, el fontanero, el profesor, el juez, el militar? Pedro Sánchez debe tener una mente muy perversa o seguir a una que la tenga aún peor que él. En solo cuatro años ha desmontado cuarenta de democracia, e implantado las mismas ideas marxistas y comunista que llevó a la pasada Guerra Civil. Mal futuro inmediato se nos presenta.
EL GOLPE
Autor: Juan Manuel Jimenez Muñoz – Médico y escritor malagueño
Lo siento, amigo lector. Sé que estás enredado en las compras navideñas, en instalar el Belén y el abeto, o en el desenlace del Mundial de Qatar. Siento joderte la fiesta, pero tengo muy malas noticias: desde hace exactamente tres días el Gobierno está dando un golpe de Estado. Supongo que te importará un carajo, que en tu devenir diario tienes (o crees tener) cosas más importantes entre manos (como pagar el recibo de la luz sin caer en la indigencia). No te lo reprocho. Pero, de aquí a nada, lloraremos lágrimas de sangre.
Toda la biografía del presidente Sánchez está cimentada en un conjunto de mentiras. Basó su campaña a la presidencia del Gobierno en cinco promesas concretas: (1) ser el adalid contra la corrupción; (2) no gobernar con Podemos; (3) no pactar nunca con Bildu; (3) hacer cumplir la sentencia del Tribunal Supremo contra los golpistas catalanes; (4) traer a Puigdemont a España para ponerlo a disposición de la Justicia y (5) tipificar el delito de referéndum ilegal. No ha cumplido ni una sola de sus promesas. Ha hecho exactamente lo contrario de aquello a lo que se comprometió, de aquello para lo que fue elegido por los españoles. Por no mencionar asuntos tales como entregar el Sahara a Marruecos y romper nuestra alianza del gas con Argelia sin dar explicación de ninguna clase, como un auténtico sátrapa. No hay antecedentes de un presidente del Gobierno que haya basado su presidencia en un listado de mentiras y en un listado de deslealtades. Sánchez no tiene legitimidad para hacer lo que está haciendo, porque nada de lo que hace se sometió a las urnas. En cambio, sí tenía legitimidad para hacer exactamente lo contrario.
El Gobierno nos tiene acostumbrados a semanas esperpénticas, pero el pasado viernes, en pleno puente de la Inmaculada, descubrimos que ya no hay límites para Sánchez y Podemos. Descubrimos que se deroga efectivamente el delito de sedición, y por lo tanto vamos a ser uno de los pocos países de la Unión Europea que se quede sin esta barrera para proteger al Estado. Descubrimos que se rebajan las penas del delito de malversación y, por tanto, gracias al incorruptible PSOE, ahora hay dos tipos de corrupción: la buena, que es la que le interesa al Partido Socialista (y a sus socios separatistas), y el resto. Y además, casi lo más grave de todo, descubrimos el descarado desmontaje de la separación de poderes del Estado y el fin de la independencia judicial: el Gobierno amenaza, literalmente, con meter en la cárcel a los jueces díscolos. Lo nunca visto.
En palabras pronunciadas ayer mismo por los indignados jueces del Consejo General del Poder Judicial, y de las que se hace eco la prensa española y extranjera, “estamos asistiendo al fin de la separación de poderes”, “el manoseo del Poder Judicial es espectacular”, “ESTO ES UN GOLPE DE ESTADO contra la Constitución”, “este es el momento más delicado de la democracia española desde el 23F”. Palabras muy duras pronunciadas por los jueces en época de villancicos, lotería, polvorones y fútbol. Palabras duras que, por desgracia, pasarán desapercibidas entre tantas luces navideñas y entre tanto escándalo que nos inmuniza. Palabras muy duras que recordaremos pronto. Pronto, sí.
Dentro de nada, si el Dios en quien no creo no lo remedia, tendremos una Confederación Cantonal de Repúblicas Ibéricas donde antaño estuvo España. Y la tendremos ante la mirada atónita de la inmensa mayoría de los españoles, que se preguntarán unos a otros: <<¿Cuándo demonios hemos votado esto? ¿Cuándo demonios se ha cambiado la Constitución? ¿Cuándo demonios dimos permiso a nuestros representantes políticos para este absoluto desmadre? ¿Cuándo demonios dimos permiso a Cataluña, a Navarra, al País Vasco, a Baleares, para que se separaran de España? ¿Cómo es que hay jueces condenados por no plegarse a las exigencias del Gobierno, mientras que los golpistas están todos indultados? ¿De qué manera sutil se ha convertido el Tribunal Constitucional en la sede del PSOE? ¿Cómo es que están en la calle los socialistas condenados por los ERE? ¿Quién es el hijo de perra que nos trajo esta ruina?>>.
¿Te asombras, lector? ¿Me tomas por loco? ¿Me tomas por alarmista? ¿Te preguntas cómo va a ser esto posible? Yo te lo diré, lector: igual que fue posible en Venezuela, en Rusia o en Nicaragua; apropiándose el Gobierno lentamente, con nocturnidad y alevosía, y con mucha vaselina, del Poder Judicial, del CNI, de los medios de comunicación, de una moribunda monarquía y de todos los resortes del Estado. En otras palabras: anulando los contrapesos del Gobierno tal y como ya ha anulado Sánchez los tradicionales contrapesos internos del Partido Socialista, un erial donde ahora sólo se convocan las Ejecutivas para aplaudir al líder y hacerle las debidas reverencias. O en otras palabras: convirtiendo un presidente democrático en un Caudillo Populista al estilo de Hugo Chávez, de Nicolás Maduro, de Daniel Ortega, de Pedro Castillo, de Vladimir Hijodeputin o de Pablo Iglesias Turrión. En un Caudillo Populista que, por cierto, ya ha expresado públicamente su máximo deseo de psicópata narcisista: “pasar a los libros de Historia” por desenterrar un cadáver. Manda huevos.
Si hay una imagen visual perfecta de lo que es un Caudillo Populista, tal vez sea la que publica esta misma mañana la prensa española. Dice la noticia:
<<Rebelión sindical en La Moncloa por el uso perverso de la normativa sobre el aire acondicionado: el Comité de Empresa de La Moncloa denuncia que, debido al decreto de ahorro energético, los trabajadores han de llevar abrigo y bufanda para soportar el frío, mientras en la “zona noble” del Palacio los políticos trabajan en mangas de camisa>>.
En eso, querido lector, consisten las dictaduras caudillistas cubana, argentina, rusa, venezolana, peruana, nicaragüense o norcoreana: mierda para el pueblo y oro para las élites. Economatos sin víveres para la población general, y caviar iraní para el Régimen. Calefacción para los líderes, y frío para los demás. Así de sencillo. Así de triste. No hay más misterio.
Varios amigos de toda la vida –que sé que me quieren bien– me aconsejan que deje de opinar en las redes sociales:
<<Este es un país cainita. Ten cuidado>>, dice uno. <<Sin querer, le haces el juego a la “derecha”>>, dice otro. <<No te vaya a ocurrir algo malo>> me advierte un tercero.
Llevan razón mis amigos. Pero precisamente por eso, porque me aconsejan no opinar, me veo en la obligación de opinar. Ellos, mis amigos, me sugieren que renuncie (aquí y ahora) a la libre expresión en base a un mal futurible que pudiese caer sobre mi cabeza. Pero no se dan cuenta mis amigos de que el futurible ya no es futurible: es actual, y se llama “acojonar al discrepante para acallar sus razones”. Y en todo caso, yo ya me he resignado a ser un saco de boxeo: gracias al Dios en quien no creo, soy perfectamente fusilable por ambos bandos. Cagoentóloquesemenea y mitad del cuarto más.
El mal ya no es futurible, amigos y amigas de las redes sociales. El mal ya está aquí. El mal se llama intolerancia, totalitarismo y guerracivilismo. El mal se llama ponerle a otro el sambenito de “fascista” o de “rojo asqueroso”. El mal se llama creer que nuestra bandera, la española, tan solo puede gustar a los “fachas”. El mal consiste en que te okupen la casa y tardes años en recuperarla. El mal se llama declarar “alertas antifascistas” y tomar la calle a la fuerza cuando ganan los adversarios. El mal se llama suprimir la Historia completa de España de los programas educativos. El mal se llama “rodear el Congreso” si no te gusta el resultado de las urnas. El mal se llama prohibir hablar en español en los colegios de Cataluña. El mal se llama apedrear los mítines del oponente político. El mal se llama tener sindicatos vendidos al Gobierno y al separatismo. El mal se llama decir que defiendes la sanidad pública mientras llevas a tus hijos a la Ruber. El mal se llama denominar a los escraches “jarabe democrático”. El mal se llama apoderarse lentamente de todo el aparato del Estado. El mal se llama indultar a los golpistas y aliarse con los filoetarras. El mal se llama que te expulsen del Congreso por decir que los filoetarras son filoetarras. El mal se llama sacar a los presos de ETA de la cárcel sin haber cumplido sus condenas y sin una pizca de arrepentimiento. El mal se llama amenazar a los jueces con la cárcel si no se pliegan a los deseos del Presidente del Gobierno. El mal se llama censura. El mal se llama que cualquier hombre sensato evite entrar a solas en un ascensor con una mujer desconocida. El mal se llama señalar y acosar desde el Gobierno a periodistas de prestigio (Vicente Vallés, Pablo Motos…) para callarles la boca. El mal se llama hacer pronto diputados a los delincuentes Junqueras y Puigdemont a mayor gloria del Partido Socialista. El mal se llama difamar al Fari (que en paz descanse) desde el Ministerio de Igualdad. El mal se llama afirmar que los jueces son «machistas e iletrados» cuando Podemos se equivoca al hacer las leyes. El mal se llama entregar el Sahara a los marroquíes porque te sale de los huevos. El mal se llama hacer un Código Penal a beneficio de los delincuentes. El mal se llama afirmar desde el Gobierno que los jueces son unos «fachas con toga», y que hay que sustituirlos por afines al Partido Socialista. El mal se llama tener a la población pasando frío mientras el Gobierno, en las habitaciones VIP del Palacio de La Moncloa, trabaja en mangas de camisa. Y el mal se llama, en resumidas cuentas, tener a un Presidente narcisista y mentiroso que, como Luis XIV (el Rey Sol), está convencido de que el Estado es Él. Él. Él. Él. Sólo Él.
Lo dicho, lector. Siento joderte la fiesta, pero la cosa está así. Y no olvides nunca lo siguiente: para que triunfe el mal, sólo hace falta que los buenos se inhiban. Piensa, al menos, en qué lado de la trinchera te colocarás tú.
España es culpable
Por Arturo Pérez Reverte
Cuando miro atrás sobre cómo hemos llegado a esto, a que una democracia de cuarenta años en uno de los países con más larga historia en Europa se vea en la que nos vemos, me llevan los diablos con la podredumbre moral de una clase política capaz de prevaricar de todo, de demolerlo todo con tal de mantenerse en el poder, aunque sea con respiración asistida. De esa panda de charlatanes, fanáticos, catetos y a veces ladrones —con corbata o sin ella—, dueña de una España estupefacta, clientelar o cómplice. De una feria de picaros y cortabolsas que las nuevas formaciones políticas no regeneran, sino alientan.
El disparate catalán tiene como autor principal a esa clase dirigente catalana de toda la vida, alta burguesía cuya arrogante ansia de lucro e impunidad abrieron, de tanto forzarla, la caja de los truenos. Pero no están solos.
Por la tapa se coló el interés de los empresarios calladitos y cómplices, así como esa demagogia estólida, facilona, oportunista, encarnada por los Rufiancitos de turno, aliada para la ocasión con el fanatismo más analfabeto, intransigente, agresivo e incontrolable. Y en esa pinza siniestra, en ese ambiente de chantaje social facilitado por la dejación que el Estado español ha hecho de sus obligaciones —cualquier acto de legítima autoridad democrática se considera ya un acto fascista—, crece y se educa desde hace años la sociedad joven de Cataluña, con efectos dramáticos en la actualidad y devastadores, irreversibles, a corto y medio plazo. En esa fábrica de desprecio, cuando no de odio visceral, a todo cuanto se relaciona con la palabra España.
Pero ojo. Si esas responsabilidades corresponden a la sociedad catalana, el resto de España es tan culpable como ella. Lo fueron quienes, aun conscientes de dónde estaban los más peligrosos cánceres históricos españoles, trocearon en diecisiete porciones competencias fundamentales como educación y fuerzas de seguridad. Lo es esa izquierda que permitió que la bandera y la palabra España pareciesen propiedad exclusiva de la derecha, y lo es la derecha que no vaciló en arropar con tales símbolos sus turbios negocios. Lo son los presidentes desde González a Rajoy, sin excepción, que durante tres décadas permitieron que el nacionalismo despreciara, primero, e insultara, luego, los símbolos del Estado, convirtiendo en apestados a quienes con toda legitimidad los defendían por creer en ellos. Son culpables los ministros de Educación y los políticos que permitieron la contumaz falsedad en los libros de texto que forman generaciones para el futuro. Es responsable la Real Academia Española, que para no meterse en problemas negó siempre su amparo a los profesores, empresarios y padres de familia que acudían a ella denunciando chantajes lingüísticos. Es responsable un país que permite a una horda miserable silbar su himno nacional y a su rey. Son responsables los periodistas y tertulianos que ahora despiertan indignados tras guardar prudente cautela durante décadas, mientras a sus compañeros que pronosticaban lo que iba a ocurrir —no era preciso ser futurólogo— los llamaban exagerados y alarmistas.
Porque no les quepa duda: culpables somos ustedes y yo, que ahora exigimos sentido común a una sociedad civil catalana a la que dejamos indefensa en manos de manipuladores, sinvergüenzas y delincuentes. Una sociedad que, en buena parte, no ha tenido otra que agachar la cabeza y permitir que sus hijos se mimeticen con el paisaje para sobrevivir. Unos españoles desvalidos a quienes ahora exigimos, desde lejos, la heroicidad de que se mantengan firmes, cuando hemos permitido que los aplasten y silencien. Por eso, pase lo que pase, el daño es irreparable y el mal es colectivo, pues todos somos culpables. Por estúpidos. Por indiferentes y por cobardes.
LA GRAN MENTIRA
Por Alfonso Ussía
Érase una vez que se era…
Un país donde, sin que nadie la votara, amaneció un día una República.
Los políticos de izquierdas y de derechas que habían conspirado largamente para traerla se pusieron de acuerdo, en lo que se fuma un puro, para nombrar presidente y gobierno. Fue el 14 de abril de 1931.
Tras un breve periodo constituyente se fue a elecciones (nov 1933) y éstas, vaya por Dios, fueron ganadas por las formaciones de derechas (por cierto, de manera abrumadora).
Las izquierdas ya habían advertido de que, en caso de que las urnas les fueran adversas, irían contra «la república burguesa».
Algo muy democrático, claro, según afirma hoy el Gobierno Sánchez, haciendo de esta barbaridad ley.
Y cumplieron con lo anunciado: en octubre de 1934 se produce un levantamiento obrero en la cuenca minera asturiana, organizado, financiado y armado por el PSOE.
Indalecio Prieto y Francisco Largo Caballero, a la sazón líderes socialistas, habían convocado para tales fechas una Huelga General Revolucionaria, confiando en extender la insurrección armada por toda la geografía hispana, pero aquel Golpe de Estado (oigan: GOLPE DE ESTADO) se quedó en mera (aunque sangrienta) aventura, porque salvo en pequeñas localidades de Albacete y Cádiz, el obrero eligió quedarse en casa. Y más aún cuando vieron que, aprovechando que el Pisuerga para la ocasión pasaba por la cuenca del Nalón, Lluis Companys proclamaba el Estat Catalá.
Fueron dos semanas de destrucción y crimen, que obligaron al presidente Lerroux a recurrir al Ejército de África para devolver el orden constitucional.
Lógicamente los cabecillas fueron procesados y, a instancias del Gobierno, Largo Caballero, líder de la UGT, fue juzgado por el Tribunal Supremo y acusado por el Fiscal General de la República, Valentín Gamazo.
Gamazo pidió 30 años de reclusión para Largo Caballero por «rebelión militar». Sin embargo, y a pesar de las abrumadoras pruebas presentadas a lo largo de los cinco días de la vista, el líder socialista fue declarado inocente.
El Fiscal Jefe Gamazo, jurista de fuste donde los hubieren, dimitió. Desde ese día, Paco Largo, bien desde el periódico Claridad, bien en sus propios mitines, no dejó de exhibir sus ideas ante masas enfervorecidas: o Dictadura del Proletariado o guerra civil. Y oigan: la tuvo.
Luego volveremos a este punto.
Agosto de 1936, el fiscal Gamazo en compañía de su esposa Narcisa y sus 9 hijos se ha trasladado a Rubielos, una aldeíta en la provincia de Cuenca. Hasta allí se llegan un par de matones mandados desde Madrid, en compañía de otros 20 milicianos de localidades próximas. Toman preso a Valentín y a tres de sus hijos: José (21 años), Francisco (20 años) y Luis (17 años).
El padre suplica que lo maten a él y tengan piedad de sus hijos, pero en una carretera próxima los matan a todos cómo a perros, siguiendo el orden de menor a mayor en un alarde de morbosa crueldad. El Fiscal Jefe de la (gloriosa) República vio como asesinaban uno tras otro a sus hijos mayores antes de morir él.
Capone fue un puto aprendiz al lado del vengativo Largo Caballero. Los cadáveres fueron abandonados en un paraje tan inhóspito que, para cuando Narcisa los encontró varios días después, ya eran sólo unos bultos hediondos.
Y esto, amiguitos y amiguitas, resume el «Estado de Derecho» de la gloriosa Segunda República Española contra la que se sublevaron un grupo de «desalmados fascistas».
Mire, querido imbécil: si la guerra civil hubiera sido un capricho de Franco no hubiera pasado de Melilla. Lea mientras pueda.
Para el recuerdo:
Valentín Gamazo fue Abogado del Estado, al igual que José Calvo-Sotelo, Juan de Isasa, Porfirio Silván, Juan Manuel de Estrada, José Gómez de la Serna, Leandro González, Manuel Gómez Acebo, Pedro Redondo, Wenceslao Manzaneque, Antonio Marín, Manuel Mondéjar, Santiago Alonso, Julio Colomer, Federico Salmón, Luis Belda, Dimas Adánez, Jesús Yébenes, Teodoro Pascual, Fermín Daza, Luis Rúiz Valdepeñas, Juan Rovira, Juan Gómez, Celestino Lázaro, Angel Aguado, Angel Castro y Juan Godinez. Todos ellos ASESINADOS en 1936 por el Frente Popular.
Dos años después de acabada la guerra, una persona reconoció a uno de los secuestradores de la familia Gamazo. El sujeto andaba tranquilamente por las calles de la capital.
Lo denunció y, tras ser efectivamente identificado y con un juicio justo, fue condenado a muerte y ejecutado.
Aquel hijo de puta hoy es reivindicado por asociaciones de Memoria Histórica como «asesinado vilmente por el fascismo». Igual hasta sus descendientes reclaman un jornalito… «¡Ay de mi pobre abuelito!».
La verdad, la puta verdad, es que la guerra civil solo la deseaba un bando: la izquierda. Los «Golpistas» fueron aquellos convidados que no se resignaron a ser de piedra.
Y es lo que hay. Se ganó la guerra y además se ganó la paz… y eso es exactamente lo que os quieren ocultar.
Si en verdad eres un demócrata full equipe, déjanos contarlo tal cual pasó, machote. ¿Quién tiene miedo a la verdad?
Diez razones por las que Feijóo no será presidente
Por José Alejandro Vara en Vozpopuli 26-10-2022
Moncloa afina su artillería para demoler el ‘efecto Feijóo’ antes del supermayo. Se escrutan puntos débiles, se distribuyen argumentarios, se adiestra a las cacatúas. He aquí el decálogo del sanchismo contra el líder gallego.
Si la hipótesis vertida este lunes en el editorial de El país es correcta, Feijóo no tiene oportunidad alguna de acceder a la Moncloa como presidente. «Señuelo resultón», califica el plan económico del líder del PP, centrado por ahora en ahorro y reducción de gastos. Un aspirante de cartón piedra, viene a decir. Mejor, que ni lo intente. El PSOE, claro, se suma a la embestida de su periódico insignia. Hay que dinamitar a Feijóo antes del vendaval de mayo. He aquí los diez poderosos argumentos que, a modo de irrebatibles razones, se escucharán desde las filas del progreso en los próximos meses.
1.- ‘Efecto’ efímero. El llamado ‘efecto Feijóo’ se ha evaporado. Lo cantan los sondeos. Siete meses después del relevo en Génova, el estirón demoscópico se ha frenado. Ya no rula. «La ilusión ha durado menos que la de Xavi en el Barça», corean los sabihondos. Ha decepcionado a mucha gente y se le ven las costuras. «Es peor que Casado», cacarean los papagayos del Gobierno, en un tirabuzón dialéctico en el que muchos se dejan el pescuezo. O sea, que duró lo que duró. «El amor es eterno mientras dura», cantaría Vinicius (el de Moraes)
2.- Carece de proyecto. «Utiliza bulos y está huérfano de propuestas», otra cantinela. Distribuye por los foros un tocho de decenas de páginas que no es más que ‘un catálogo’ de medidas absurdas o que ya están en vigor. Sánchez se lo reprocha con insistencia: «No se sabe lo que piensa porque a lo mejor no piensa nada». Poco dice sobre si está de acuerdo con indexar las pensiones, si topar el gas, si subir el salario mínimo, ¿de dónde va a recortar…? Defiende la bajada de impuestos como la primera ministra británica, y así le ha ido. Es la actitud de «un cenizo, un malaje» que espera que todo se hunda para saltar él sobre el sillón. Política de rapiña.
«Usted que me puede dar lecciones con su larga experiencia, triplicó la deuda de Galicia», se burlaba desde el atril senatorial. Aseveración que, chequeadas las cuentas, se demostró falsa.
3.- Es un pipiolo sin experiencia. Gestionar Galicia no es gobernar España. Improvisa, protagoniza estruendosos patinazos, hace el ridículo, es un pipiolo, inseguro, despistado, a veces, ausente. «Es un insolvente que ni siquiera tiene el descaro de no parecerlo». El presidente del Gobierno gusta de bromear sobre el currículum como gestor de su rival. «Usted que me puede dar lecciones con su larga experieeeeencia, triplicó la deuda de Galicia», se burlaba desde el atril senatorial. Aseveración que, chequeadas las cuentas, se demostró falsa. ¿Cuándo dijo Sánchez una verdad?
4.- ¿Y el equipo? ¿Dónde está ese ‘gobierno en la sombra’? Carece de equipo, de técnicos, de infraestructura. Otro latiguillo frecuente. «No se fía de nadie». Se ha traído de Galicia a su núcleo duro de toda la vida, a sus fieles leales y le ha rapiñado a Juanma Moreno a sus piezas clave, Juan Bravo y Elías Bendodo, convertidos ahora en el eje de la sala de máquinas de Génova. También ha reclutado a Antonio Zapatero, el mago de la Sanidad del Gobierno de Madrid, el ‘cerebro’ de Ayuso en la operación pandemia, admirada e imitada en medio mundo. Por carecer, ni siquiera tiene un ‘Gabinete en la sombra’, esa alineación de los imprescindibles que deberían ya irse preparando por si se produce adelanto electoral y toca hacerse cargo del Ejecutivo. Son cuatro y el cabo.
5.- Mal orador, peor parlamentario. No es Castelar. Ni siquiera buen parlamentario. En la Cámara gallega se manejaba con soltura, pero al aterrizar en el Senado ha mostrado escasa habilidad con la oratoria. Cierto que el formato le perjudica. Poco tiempo para exponer, lo que le fuerza al error y los acelerones. No es mitinero, ni enciende a las masas, apuntan sus fieles. En línea con Stendhal, «detesta el énfasis, primo hermano de la hipocresía». Transmite, eso sí, credibilidad y confianza. En Ferraz le llaman ‘el gallego soso’ para diferenciarlo del irónico gracejo de Rajoy, más suelto en el Hemiciclo. Como su predecesor, también expide curiosas frases, algo disparatadas: «Para estar en Cataluña hay que venir a Cataluña. Y para estar en Cataluña hay que escuchar los problemas prioritarios de los catalanes» ¿Disculpe? La suerte le acompaña porque a Sánchez tampoco le ha llamado Dios por el sendero de la brillantez dialéctica. Es lo que hay. El nivel de las actuales Cortes recuerda al de la Primera República con Pi Margall, que el pueblo las bautizó como «el Tren de tercera», por la escasa enjundia del pasaje.
6.- Dos agujeros negros. No sabe qué hacer con el País Vasco ni con Cataluña. Rajoy aseveraba, en privado, que ‘esas plazas están perdidas’. Casado no acertó. Feijóo intenta una aproximación de maneras suaves, entre la perífrasis y el merengue. El ‘catalanismo constitucionalista’ es una de ellas. Un oxímoron ya desechado por la reciente historia. No hay nacionalismo moderado. O ‘el bilingüismo cordial’, harto ingenioso, aunque ambiguo y zalamero. Está en trance de celebrar los congresos regionales de ambas plazas. Quizás se adivine un camino, una línea de actuación.
7.- Un perfecto ‘don nadie’. ¿Quién lo conoce en Europa?, replican los cantarines socialistas, con un torpe Albares de canciller diplomático. Feijóo es un don nadie en las cancillerías, es un desconocido en las instancias europeas, no tiene contactos, ni socios, menos aún colegas o partenaires. «Un cateto a babor y estribor», según lo define un asesor monclovita. Sánchez se pasea lustroso y relamido por los escenarios de la UE con notable desparpajo. Génova organiza, a toda prisa, una agenda internacional. El líder de la Oposición acaba de visitar en Bruselas a Ursula Von der Leyen, de su misma cuerda ideológica, con discretos resultados. Ni siquiera mediáticos. Ahora le preparan una gira por Iberoamérica. Mucho voto gallego por allí disperso.
Su liderazgo se percibe incuestionable, al menos hasta que llegue la hora de la verdad. Esto es, las elecciones generales. Caso de no lograr una victoria, deberá irse.
8.- Un liderazgo con pinzas. En el PP, luego del trastazo con el experimento Casado, se le respeta. Más bien, el partido lo acogió como la última coca-cola del desierto. Su liderazgo se percibe incuestionable, al menos hasta que llegue la hora de la verdad. Esto es, las elecciones generales. Caso de no lograr una victoria, deberá irse. No tendrá una segunda bala. Emergerá entonces el sordo tironeo que se detecta en las aguas profundas de la derecha. ¿Moreno o Ayuso? Le reprochan al gallego que no ha sido capaz de domeñar a la lideresa madrileña. Tan sólo la ha apaciguado. Ya es bastante. Hay sensación de unidad. Ni una palabra más alta que otra. Ni disputas ni griterío. Por ahora, con eso basta.
9.- La batalla cultural, ya si eso… No hay narices. Feijóo huye de la llamada ‘batalla cultural’, ese catálogo de eslóganes y farsas que la izquierda, incapacitada para la gestión, maneja con persistente habilidad. El presidente del PP, como el Bartlerby de Melville, prefiere no hacerlo, no entrar en ello. Es un territorio inhóspito, en el que no se siente cómodo, le suena a cantinela de las guerrilleras madrileñas, Aguirre, Ayuso, Botella… no es lo suyo. Ley Trans, feminismo, ecología, memoria histórica, Valle de los Caídos, eutanasia… que no le busquen en esos sembrados. Opta por terrenos con menos riesgos y electoralmente más rentables. Como Mariano, ese espacio se lo regala a Vox. Lo suyo es el centrismo.
10.- No habla inglés. Un columnista pijoprogre catalán se lo reprochaba hace días. Argumento definitivo, qué duda cabe. ¿Aunque le voten siete millones de españoles, dónde va usted sin saber inglés, buen hombre?
Estrambote.- Bastan luego tan sólo diez minutos de convivencia con el sanchismo (sedición, impuestazos, Bildu, ERC, Txapote, los precios siderales, la permanente mentira, el asalto a las instituciones, el atraco a la Justicia…) para que el deseo de cambio y el ansia de un entorno en libertad se lleve por delante este tedioso entramado de la factoría de la propaganda de Monclovia que, con ilusorio entusiasmo, pretende acabar con el gallego que ya llega.
Sin acritud, pero el primero que dejó escrito que el Sr. Núñez Feijóo no es la persona que España necesita para salir de la situación que nos encontramos, el mismo día de su elección como líder de la oposición, en este mismo Blog, fui yo. Solamente había que haber seguido la obra y milagros de todos nuestros pro-hombres políticos.