El problema y la solución
Por Vicente Benedito Francés
Vozpopuli 18-03-2023
No ha perdido vigencia aquella frase de Ortega y Gasset pronunciada hace ya más de un siglo, “España es el problema, Europa la solución”. A lo largo de los más de cien años transcurridos desde entonces, la reflexión ha sido manoseada, utilizada para argumentar, interesadamente, muy distintas situaciones, en función de la finalidad última de quien en cada momento la traía a colación. Ortega evidenciaba su preocupación por la decadencia cultural y educativa de nuestro país. Subrayaba la perentoria necesidad de que como nación recorriéramos el camino que nos separaba de Europa. Tanto tiempo desde entonces y seguimos, en cierta medida, teniendo por delante camino pendiente. Distancia no superada.
Décadas después, durante los últimos años del franquismo y próxima la Transición, la idea de “Europa como solución” se refería, la utilizábamos, para señalar las metas de democracia y libertad a las que aspirábamos, y que reconocíamos con notable añoranza, gozaban los países de nuestro entorno a los que ansiábamos homologarnos. Hoy, salvando todas las distancias, las sociedades española y europea precisan afianzar sus respectivas personalidades desde una clara posición de convergencia. No tan marcada como a comienzos del siglo XIX, pero, también, no exenta de una innegable complejidad. Quizá, aun cuando pudiera parecer exagerado, mayor, en determinados aspectos, que en los tiempos de la preocupación de Ortega.
Vayamos por partes. “Europa es la solución”, decía Ortega. Pero el viejo continente ya no es la potencia económica, política y cultural, sobre todo cultural, que la hacía única a principios del siglo pasado. Durante los últimos doscientos, trescientos años, la cultura europea, es decir, su sentido de lo que era bueno o malo, su concepción de las relaciones económicas, políticas y sociales, fueron las que dominaron el mundo. Hoy sigue vigente el modelo relacional y cultural impuesto por la sociedad occidental imperante entonces. Con especial protagonismo de aquella Europa hegemónica.
Hay que tener muy presente que, en estos momentos, el dinero tiene más poder que el que nunca en la historia, hasta el punto de imponerse a los gobiernos, comprar voluntades y medios de comunicación
Sin embargo, las circunstancias han cambiado, y no dejan de hacerlo. Europa no puede no reconocerlo. Los cambios se producen muy deprisa. No asumirlo con determinación puede actualizar la premonición de Felipe González de que “Europa puede morir de éxito”. Porque, cierto es que, buscando su propio beneficio, durante los últimos siglos Europa, con su modo de hacer las cosas, ha estimulado el surgimiento de mundos, de conciencias, distintas a la propia. Y esos mundos que han despertado, y que son, tanto desde el punto de vista demográfico, como, sobre todo, cultural, muy potentes, han cuestionado su hegemonía, es decir, su capacidad para seguir imponiendo las reglas de juego. Esos nuevos mundos, esas nuevas culturas, disponen de notable riqueza. Hay que tener muy presente que, en estos momentos, el dinero tiene más poder que el que nunca en la historia, hasta el punto de imponerse a los gobiernos, comprar voluntades y medios de comunicación, y de ser casi el único impulsor de los cambios que se están produciendo en las sociedades.
Europa se siente agobiada, con la necesidad de reafirmarse culturalmente. Se ha dado cuenta de que ya no se trata de mantener su dominio sobre los demás, si no de reafirmar, lo que ha sido, para poder seguir siendo una sociedad con valores, costumbres y creencias propias. Las que le han dado sentido a lo largo de la historia, para no ser desnaturalizada, absorbida, por las culturas emergentes. Y esto no está sucediendo
Año 1991
Vicente Benedito y Antonio Campos
La UE no es casi nada. No existe unidad, no hay un presidente y un Parlamento únicos, un sólo presupuesto, sigue pendiente la unidad fiscal, un sólo ejército, un sistema judicial propio , y ninguno de los 27 países que la forman quiere ceder un ápice de su soberanía. Echamos en falta auténticos líderes políticos como lo fueron Margaret Thatcher, Willy Brandt, Conrad Adenauer, Winston Churchill, Helmut Kohl, Mitterrand o F. González. En definitiva su futuro es oscuro, o convertirse en un parque temático para que el resto del mundo nos visite, o, en el peor de los casos, y Dios no lo quiera, ser el escenario de la tercera guerra mundial entre Occidente, liderado por los EEUU y Oriente al frente de China porque a ambos la UE y Rusia les es indiferente. Sirva de ejemplo la guerra en Ucrania que tiene como disputa el territorio del Donbás, que posibilitaría al régimen de Putin contar con un pasillo para unir Crimea con Rusia dándole salida al mar Negro. Si se les cediera a los rusos ese pasillo, poblado por rusos durante más de cien años (y que no tiene ningún valor económico ni logístico) a cambio del fin de la guerra y de permitir que Ucrania y Finlandia entren en la OTAN se podría poner fin a la muerte de tantos inocentes en el mismo corazón de Europa.
Ser “progresista” consiste en propiciar y financiar, con dinero público, los excesos, el mal gusto y la conversión de fiestas en espectáculos
La Unión Europea presenta serias debilidades y, dentro de ella, España sufre carencias muy significativas. Por desgracia estamos conducidos por unos líderes, es un decir, sociales y políticos, con una cultura de parvulario, y que, ignorantes, pero no inocentes, identifican “modernidad” con “transgresión” y “progresismo” con relajación de los valores y creencias naturales, que han sido guía de nuestra sociedad durante milenios y que nos han hecho como somos. Aquí “modernizar” es legislar para generalizar las excepciones, y ser “progresista” consiste en propiciar y financiar, con dinero público, los excesos, el mal gusto y la conversión de fiestas en espectáculos.
El resultado es una crisis social, pero también económica, sin precedentes ni comparación posible con la de los otros países europeos. La falta de formación conduce a la indiferencia, a la corrupción, a la avaricia desmesurada, al dinero fácil, a despreciar los valores, todo lo cual provoca el que nuestra crisis económica, y social, sea extraordinaria. Nos han hecho perder el sentido de lo bueno y de lo malo y han convertido el “laicismo beligerante” en una nueva religión, que no se limita a aportar normas morales, no las tienen, como todas las religiones, sino que es un “laicismo de Estado” que impone sus reglas mediante la legislación y el presupuesto. Todo ello dirigido a la destrucción de la clase media que es la base de la democracia, sustituyéndola por una clase subvencionada que les vote siempre, una Administración Pública absolutamente desproporcionada, un numero injustificado de políticos y de asesores. Una deuda pública inasumible, un PIB todavía por debajo del existente al inicio de la pandemia y una desmedida e incontrolada inflación subyacente la más alta de la UE.
No es difícil
Por Juan Manuel Jimenez Muñoz – Médico y escritor malagueño.
* No es difícil manejar una pistola. Lo difícil es manejar un azadón para labrar la tierra.
* No es difícil robar a un semejante. Lo difícil es madrugar cada día para llegar al trabajo.
* No es difícil quemar contenedores. Lo difícil es retirar la basura cada noche.
* No es difícil encerrarse en la Universidad para protestar por algo. Lo difícil es encerrarse media vida hasta sacar una carrera.
* No es difícil rociar con gasolina a un coche. Lo difícil es llenar el depósito de gasolina.
* No es difícil arrancar un adoquín para usarlo como arma. Lo difícil es ser un magnífico albañil que pavimente la calle.
* No es difícil herir a una persona. Lo difícil es atender a los heridos.
* No es difícil destrozar el escaparate de un comercio. Lo difícil es arriesgar tu patrimonio para crear ese comercio y dar trabajo a tus vecinos.
* No es difícil forzar la cerradura para vivir en la casa de otro. Lo difícil es pagar una hipoteca.
* No es difícil insultar a quien no opina como tú. Lo difícil es pensar que, tal vez, puedas ser tú quien se equivoca.
* No es difícil exigir que no te impidan hablar. Lo difícil es saber cuándo procede el silencio.
* No es difícil exigir nuevos derechos. Lo difícil es cumplir con los deberes.
* Y no es difícil pedir más libertad cuando ya se tiene la libertad de pedirla. Lo difícil fue conseguir la libertad cuando la libertad no estaba.
* Y algún día –ya lo veréis– seremos nosotros los alzados. Nosotros. Los sumisos. Los callados. Los pagafantas. Los madrugadores. Los mansos. Los que queremos la paz. Los de las dificultades diarias. Los que sostenemos la Hacienda Pública. Los que no vivimos de enredar. Los que no vivimos de enfrentar. Los que somos lo que somos gracias a nuestros mayores. Los del esfuerzo personal. Los silenciosos.
* Nosotros tomaremos las calles algún día. Y entonces, vosotros, no seréis nada.
Los bancos vuelven a derrumbarse en bolsa
Eulogio López 15/03/23 en Hispanidad
Insistimos: no hay crisis bancaria, hay crisis de deuda. Estamos ante una nueva gran recesión. La solución: acabar con el Estado del Bienestar. Y mejor que se pongan a ello cuanto antes, no vaya a ser que empiecen quebrar no los bancos sino los Estados.
La crisis de deuda sólo tiene una solución: acabar con el Estado del Bienestar. ¿Esto les resulta muy duro? Probablemente, pero mejor que se pongan a ello cuanto antes, no vaya a ser que empiecen a no quebrar los bancos sino los Estados
La crisis de deuda sólo tiene una solución: acabar con el Estado del Bienestar. ¿Esto les resulta muy duro? Probablemente, pero mejor que se pongan a ello cuanto antes, no vaya a ser que empiecen a no quebrar los bancos sino los Estados
Lunes, martes y miércoles. El lunes se derrumban todos los bancos en las bolsas europeas, tras la caída del Silicon Valley Bank (SVB). ‘Yayoyou’ Biden se apresura a tranquilizar a las masas. De una forma falaz, que obtiene un relativo éxito. Así, en la sesión bursátil del martes, la banca se recupera… para el miércoles 15 volver a derrumbarse, con un índice bancario que en el último tramo de la sesión caía en torno al 7%.
Los culpables de la nueva crisis económica no son los bancos centrales ni los banqueros: son los gobiernos y las grandes empresas apalancadas. Ya es hora de volver a funcionar con fondos propios
¿Y por qué estos altibajos? Porque aunque la izquierda se empeñe -le encanta insultar a la banca- y la derecha enmudezca, lo cierto es que no estamos ante una crisis bancaria, como fue la de 2008, sino ante algo más grave: estamos ante una crisis de deuda, sobre todo, deuda soberana, pero también deuda corporativa, producto de años de irresponsabilidad política, con todos los demagogos de Occidente (me viene a la cabeza un tal Sánchez) que se mantienen en el poder gracias a una emisión permanente de deuda pública, que era posible con tipos negativos, pero que resulta una ruina cuando el precio del dinero sube. Y de las grandes corporaciones industriales puede decirse algo muy similar: nadie trabajaba con fondos propios, sino extraordinariamente apalancados. Total, endeudarse era barato…
Y sí: los tipos debían subir. Aunque los bancos centrales deben dejar de alimentar a políticos irresponsables
Lo cual nos lleva a la siguiente conclusion: aunque es cierto que los bancos centrales nunca debieron alentar la irresponsabilidad política, nunca debieron comprar todos los bonos que ponían los políticos en el mercado, los culpables son los propios políticos y los consejos de administración de las grandes empresas multinacionales.
No se trata de más regulación bancaria, se trata de que el accionista pierda toda su inversión, pero que no pierdan su dinero los depositantes
Y así, aunque es verdad que los banqueros especuladores fueron culpables de la crisis de 2008, ahora, al menos, los presidentes de banca doméstica como son los españoles, no tendrán culpa de la crisis que viene, aunque puedan pagarlo caro por su operativa en deuda pública. Y a pesar de ello, es cierto que la regulación bancaria debe guiarse por el siguiente principio: los accionistas y bonistas deben perderlo todo. Son inversores y asumieron un riesgo. Por contra, los depositantes no deben perder su dinero, porque no tienen su cuenta corriente para ganar dinero, sino para poder realizar sus pagos. Pero, insisto, esto no es una crisis bancaria, es una crisis de deuda. Y la crisis de deuda sólo se arregla reduciendo aquello que provoca la deuda pública, es decir, Papa-Estado que cuida de ti desde la cuna a la tumba. Dicho de otra forma, la crisis de deuda sólo tiene una solución: acabar con el Estado del Bienestar, lo cual significa reducir el gasto en sanidad pública, en pensiones y en todo lo que suene a público. ¿Esto les resulta muy duro? Probablemente, pero mejor que se pongan a ello cuanto antes, no vaya a ser que empiecen a quebrar no los bancos sino los Estados. Y eso sí que es peligroso.
Diputeros
“Hola, soy Juan Bernardo Fuentes, candidato al Congreso de los Diputados por la isla de Fuerteventura. Me presento porque quiero contribuir a este proyecto socialista que quiere cambiar España, que quiere una España que avance y una España que crezca hacia el futuro, una España de igualdad, una España de principios, una España de valores. Cuento contigo. Vota PSOE”.
Con este mensaje se presentaba a las urnas Juan Bernardo Fuentes Curbelo, de 61 años de edad, casado, que según declaración en el Congreso de Diputados correspondiente a la XIV Legislatura era Director General del Gobierno de Canarias, ganadero con propiedades y deudas acordes con su actividad, y administrador de cuatro empresas, que debía ser muy organizado para poder atender tantos puestos de trabajo al unísono, todo lo cual le daba para tener únicamente un saldo bancario de 2.120 euros en total.
Ha sido Portavoz adjunto de la Comisión de Industria, Comercio y Turismo, y mismo cargo en la Comisión de Hacienda y Función Pública desde el siete de febrero de 2020 hasta la fecha de su cese el pasado catorce de febrero de 2023.
He escrito en muchas ocasiones que con Franco había una media de doscientas personas por cada provincia que se lo llevaban crudo -el dinero- por ser vos quién sois, un total de diez mil en toda España. Y que la España democrática nació viciada porque se nutrió de dinero procedente de más allá de nuestras fronteras, para que los partidos políticos pudieran ponerse en funcionamiento y subsistir en un espacio en el que ninguno sabía hacerlo a través de sus propios medios.
Lo peor de todo es que de una forma sistemática y continuada, que queremos y quieren convencernos es a título personal, han continuado y, consustancial al pícaro español que todos llevamos dentro, se encuentra perpetuada en la vida política española.
Desde la Grecia antigua y sus filósofos -el hombre, ¿es bueno o es malo por naturaleza? – se acudía al oráculo, convencidos que a través de la pitonisa era el propio Apolo quien respondía sus preguntas. Antes de entrar al templo, el consultante debía entregar una cantidad de dinero y sacrificar ovejas a modo de pago en especie que el oráculo requería. En el siglo V antes de J.C., los colubistas (cambistas griegos) se convirtieron en trapezitas (banqueros) y nadie contrataba ninguna operación sin recurrir a un trapezita, que tenían empleado numeroso personal, la mayor parte esclavos, muy hábiles en los negocios, laboriosos y abnegados en su cometido, que esperaban alcanzar así su liberación. Los que eran ya libertos luchaban por conseguir las plazas de jefes de servicio o apoderados, con la ambición de alcanzar un día la dirección del establecimiento, sabiendo que una norma no escrita era que la fidelidad, la devoción, la entrega y el fervor prevalecían sobre cualquier otra virtud que alumbrara a quien quisiera obtener esos puestos.
En España hay muchos trapaceros, de todo signo y color, cuyo único objetivo es transmitir “y tú, más” cuando alguno cae en un renuncio. Durante años he trabajado en un confesionario, no solo existen confesionarios ocupados por sacerdotes de la iglesia católica, pero sí el secreto de confesión o profesional, y he visto el resultado final de muchas operaciones de financiación de partidos políticos, de políticos a título personal, de reclusión para contar dinero en el habitáculo de cajas de alquiler, de transferencias que olían mal desde lejos, y de reuniones y amistades que, bajo ningún concepto, pueden haber pasado desapercibidas para quienes mantienen un convivir diario con ciertas personas que no parecen los más listos de la clase, pero que son utilizados precisamente por eso para otros menesteres.
En esta ocasión ha sido un personaje secundario, cauto él, que sigilosamente y por lo que pudiera pasar -argumento manido en muchas películas de segundo y tercer nivel- el que ha destapado el pastel y declarado que «Bárcenas se queda pequeño al lado de esto», señalando que el exdiputado del PSOE Fuentes Curbelo era el cabecilla de una trama de corrupción y advierte que habrá más políticos salpicados; y a mí me extraña mucho que el único en prisión en estos momentos sea un militar de máxima graduación -alguien quiere dar ejemplo- y ningún representante del pueblo, ese que vota en el parlamento por la abolición de la prostitución -poner puertas al campo, ¿saben cuántas hipotecas se han pagado con prostitución silente?, ¿sólo es prostitución si se cobra en dinero metálico efectivo y no de otras formas?- y luego lo celebra, presuntamente, con prostitutas de postín, alcohol de marca, cocaína de alta pureza y viandas con estrellas.
La investigación señala que Bernardo Fuentes Curbelo, “en connivencia con otros investigados, se encargaba de recibir a los diferentes empresarios […] en sus dependencias del Congreso de los diputados en Madrid, […] lo cual era fundamental para poder dar una apariencia de seriedad y poder atraer la trama delictiva y generar confianza en los empresarios captados”.
Para despistar y que la población ponga su foco de atención en otras cosas, Pedro Sánchez escribe: “ […] Ojalá pronto no quede ni rastro del típico matrimonio franquista de “hombre y mujer” que tanta violencia y odio genera”. Pues nada, el matrimonio heterosexual es un invento franquista, y la unión de un hombre y una mujer genera odio y violencia. Señor presidente del Gobierno, usted, además de mentir más que parpadea, nos tilda de violentos y generadores de odio. Me ahorro el calificativo que se merece porque soy consciente que se han cursado órdenes a los mandos socialistas de controlar y denunciar todo lo que se escriba sobre el tema de origen majorero que nos ocupa, solo les deseo a esas personas que, si alguna vez, cuando corresponda según sentencias judiciales, van a la cárcel, les apliquen la ley del talego a los chivatos.
Evidentemente, todos estos hechos son presuntos porque estamos en una democracia y como tal es el que acusa el que tiene que aportar la carga de la prueba, por lo que todo el mundo es inocente mientras no se demuestre lo contrario. Salvo en dos casos en el ordenamiento español de nuestra democracia imperfecta: Es el acusado el que tiene que demostrar su inocencia cuando quién acusa es Hacienda o cuando lo hace una persona que sea mujer o como tal se sienta en temas sexuales, aunque luego vaya al urólogo si tiene un problema en la entrepierna.
¿Se sabe algo de sus socios de Podemos? Mejor que estén callados porque para una que habla abiertamente sobre sexualidad, la secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez Pam, dice que la penetración “es patriarcal”, reivindicando la autosatisfacción. Tal como está el patio, me parece que lo que se quiere es cerrar las casas de puta y abrir chozas de paja.
Y D. Alberto El Acomodaticio, ¿qué dice? Por algo parecido llegó Pedro Sánchez al poder, pero ahora él calla, o farfulla en voz baja porque nadie puede decir de este agua no beberé ni este cura no es mi padre, porque quiere llegar a ser presidente del Gobierno por errores ajenos y no por méritos propios, porque no es un líder nato que soliviante a las masas, porque España es un país de subvencionados, prestos a conjurarse contra quién les mantiene ociosos y sin contraprestación laboral, porque lleva en la solapa el mismo PIN de la Agenda 2030, verdadero objetivo ignoto para los ciudadanos a implantar en la vieja Europa empujada por Estados Unidos, pero de la que se cachondean en China (tras la reapertura de su economía, el mes pasado ya ha batido todas las previsiones de crecimiento y ha dejado claro que lo de los coches eléctricos no va con ellos), Rusia, Corea, India, toda África y América del Sur, o sea, en el ochenta por ciento de la población mundial.
Mientras tanto, las empresas españolas, que crean riqueza y puestos de trabajo, empiezan a trasladar su sede fiscal y pagar impuestos en otros países en los que son mejor recibidos y tratados que en España, y no hable de bandera patriótica quien no esté dispuesto a morir por ella, empezando con que el Gobierno llama “modélicos demócratas y sublimes progresistas” a los catalanes que pretenden transgredir la Constitución e independizarse de España. Fue uno de los más insignes poetas del siglo pasado, el republicano Antonio Machado, el que dijo: «De diez cabezas, nueve / embisten y una piensa. / Nunca extrañéis que un bruto / se descuerne luchando por la idea”.
TODO LO QUE SIEMPRE QUISISTE SABER SOBRE LA ECONOMÍA, PERO NUNCA TE ATREVISTE A PREGUNTAR.
Juan Manuel Jimenez Muñoz 27 febrero 2023
“El Gobierno debe intervenir el mercado y topar los precios por Decreto. Es intolerable que los despiadados capitalistas, los dueños de los supermercados, a costa de los españoles, ganen tantísimo dinero. Los precios deben toparse al nivel que estaban antes de la guerra de Ucrania”.
Hola, lector. Hola lectora. ¿Quién podría no estar de acuerdo con ese loable propósito de la ministra Belarra, la actual jefa de Podemos? ¿Qué malnacido podría desear lo contrario? ¿A quién no le gustaría que ¡mañana mismo! un kilo de aguacates (que ahora cuesta cuatro euros) pasase a costar dos euros? ¿Puede haber algún masoquista que prefiera pagar un euro por una barra de pan, en lugar de medio euro? Y sobre todo… ¿cómo es posible que a nadie, antes que a Ione Belarra, se le haya ocurrido la feliz idea de bajar los precios en las tiendas a través de un Decreto del Gobierno?
Bien, lector. En principio… da la impresión de que la propuesta podemita es infalible: parece que Ione Belarra, alias La Alegría de la Huerta, tiene un corazón de oro. Aunque, todo hay que decirlo, hay algo que me ha hecho dudar sobre la bondad de esa medida intervencionista: quien propone topar los precios por Decreto es Podemos, el autor intelectual de la Ley Sueltavioladores, de ese prodigio jurídico que ya es referente en el mundo. Por no hablar de lo de entrar en los urinarios de señoras con pene, barba y bigote. O por no hablar de la pena de cárcel por matar una rata a escobazos. No sé. No sé. Podemos está por medio. Algo debe de fallar. ¿Dónde estará la trampa?
Así pues, más mosqueado que un perro en un barrio chino, me puse a indagar en las supuestas bondades de la intervención estatal de los precios, y releí «Los enemigos del comercio», el monumental ensayo de don Antonio Escohotado. Y lo que encontré, amigo lector, me puso la piel de gallina, pues justo por esa política intervencionista sucedió una debacle en todas las naciones que han sido (o son) gobernadas por marxistas.
A continuación, basándome en la historia actual de la Venezuela chavista y en la historia pasada de otros países, explicaré en doce pasos muy simples cómo se gesta un desastre tras abandonar la economía de mercado. No te asustes, lector: la Economía es algo árida… pero con un poquito de humor lo entenderemos sin problema. Ponte cómodo y disfruta.
Paso 1: La ministra Belarra ordena a los tenderos que no vendan la barra de pan a su precio actual de un euro, sino al mucho más amable de medio euro. Un 50% menos.
Paso 2: Entonces, los tenderos llaman a los panaderos para decirles que, a partir de mañana, les comprarán el pan a la mitad de su precio de hoy.
Paso 3: Entonces, los panaderos llaman a los molineros para decirles que, a partir de mañana, les comprarán la harina a la mitad de su precio de hoy.
Paso 4: Entonces, los molineros llaman a los campesinos para decirles que, a partir de mañana, les comprarán el trigo a la mitad de su precio de hoy.
Paso 5: Entonces, los campesinos hacen cábalas de lo que les cuesta a ellos producir el trigo (agua, gasolina, abonos, tractores, plaguicidas, etcétera) y llegan a la curiosa conclusión de que van a trabajar de balde para la ministra Belarra, que cuando bebe la agarra. Y como los campesinos, aunque rústicos, no son imbéciles… plantan el trigo justito para amasar ellos su propio pan, y acaparan el excedente en sus graneros hasta que suban los precios… ¡y que le vayan dando por culo a los urbanitas de la capital!
Paso 6: No hay pan. Aunque la gente tiene euros para gastar, no se encuentra pan por ninguna parte (asumo que, a estas alturas, el lector ya habrá entendido que lo dicho para el pan vale para el aceite, la leche, la carne, las verduras, los zapatos y las aspirinas).
Paso 7: La escasez de productos origina grandes aglomeraciones en las tiendas. Entonces, para que la gente no se acuchille en las colas, Ione Belarra recurre a lo único que se ha inventado en ocasiones similares: las cartillas de racionamiento. Todo el mundo comerá, pero poquito y con orden.
Paso 8: Como la gente de la ciudad aún tiene euros, y como los campesinos han acaparado el poco grano que queda, los urbanitas más “listos” se compinchan con los agricultores más “espabilaos” para traer trigo a las ciudades, aunque sea a precio de oro. En resumidas cuentas: surge el mercado negro de toda la vida, para el que pueda pagarlo. El estraperlo.
Paso 9: Poco después, al no haber compraventa en el mercado libre (recuerda: solo funcionan los estraperlistas y las cartillas de racionamiento), han quebrado las farmacias, las fruterías, las pescaderías, las carnicerías, las panaderías y cualquier comercio privado. Las grandes empresas (cadenas alimentarias, constructoras, eléctricas, etcétera) se marchan al extranjero. Las pequeñas empresas y los autónomos se marchan a la mierda. La destrucción de empleo es terriblemente masiva y, a consecuencia del paro, la gente se empobrece a marchas forzadas y los billetes dejan de circular.
Paso 10: Ante la falta de dinero circulante, el Gobierno activa la maquinaria de fabricar billetes e inunda el país con una moneda que no vale absolutamente nada (pues nadie produce). Es el inicio del desastre final: es la hiperinflación de la actual Venezuela chavista o de la Alemania de 1919-1930, durante la República de Weimar.
Paso 11: Desesperado, el Gobierno toma medidas extremas para evitar la hambruna: fusila a los campesinos que acaparan trigo, les requisa el cereal y les expropia las tierras. Exactamente lo que hicieron Lenin y Stalin entre 1917-1938. O, más recientemente, lo que hizo Chávez en Venezuela: ¿recuerda el lector los alocados gritos de Chávez ordenando “¡Exprópiese!”? Pues era eso exactamente: quitar la propiedad de su negocio a quien desobedezca la orden del Gobierno de vender a pérdidas.
Paso 12: La ruina absoluta. La bancarrota. La represión. Como si hubiese pasado un huracán por el país. Aportaré un solo dato, por ser fácilmente comprobable: la tasa de pobreza extrema en Venezuela en 1998 (el año de la llegada de Chávez al Gobierno) era del 9% (una barbaridad, por supuesto). En el año 2021, tras 23 años de chavismo, era ¡del 68%!: la más elevada de América y, además, con la tasa de delincuencia más alta del mundo. Entonces, en ese momento exacto de la bancarrota, sólo los muy pudientes (las Belarras, las Yolandas, las Montero, los Stalin, los Maduro, los Castro, los Garzón, los jefazos del Partido y los funcionarios afines) pueden comer tres veces al día. Para el resto, lo mejor es emigrar a otro país o sobrevivir con las migajas del Estado.
Ése es el modelo que propone Podemos, los socios de Pedro Sánchez, los que asesoraron al chavismo en Venezuela. Los que aún entonan loas a Nicolás Maduro y a los hermanos Castro. Los gestores de la miseria generalizada. Los expertos en igualar por abajo. Los defensores de la inactividad social y de la economía subsidiada. Los que, como el ministro Garzón, visten camisetas con el logo de la desaparecida Alemania Oriental: el régimen asesino y liberticida que tanto añoran.
Y ya está, lector. Mantén cerca de ti este artículo por si alguna vez sientes la morbosa tentación de pensar que lo mejor para España es que los “despiadados empresarios” quiebren, y que a Amancio Ortega le vaya fatal. Recuerda que el Estado no lo puede todo. La Historia lo demuestra. En Venezuela afirmaban que lo que les ha sucedido era imposible de ocurrir. Tomemos nota.
El mundo ha salido adelante gracias a muchos Amancios Ortegas y a muchos pequeños autónomos; pero nunca ha salido adelante gracias a señoritas que jamás dieron un palo al agua fuera de la sede del Partido, y que ahora cobran 90.000 euros al año en su cargo de ministras. Ojalá se les seque la yerbabuena. O mejor aún, como decía Rafael Alberti en su famoso poema al que Paco Ibáñez puso música:
<<A Galapagar, a Galapagar;
hasta enterrarlos en el mar>>.
El mundo, amigo mío, funciona moderadamente bien en Francia, Canadá, Holanda, Bélgica, Australia, Nueva Zelanda, Suecia, Dinamarca, Reino Unido, Italia, Portugal o España. A sitios así, y no a Cuba ni a Venezuela, se marchan los fugados del “procés”. Por algo será. Y el mundo ha funcionado y funciona terriblemente mal en Nicaragua, Venezuela, Cuba, Alemania Oriental, la U.R.S.S. o Corea del Norte, paraísos comunistas donde no hay alimentos que comprar ni libertad para quejarse.
Que no te la den con queso, lector. Que no te la den con queso.
Cagoentóloquesemenea y mitad del cuarto más.
EL REY EMÉRITO DURANTE EL GOLPE DE ESTADO DEL 23-F
Juan Manuel Jimenez Muñoz – Médico y escritor malagueño.
23 febrero 2023
Es una pena que la imagen que va quedando de don Juan Carlos Iº, rey emérito de España, sea la de un mujeriego corrupto que se ha trasladado a los Emiratos Árabes para no pagar impuestos. Una verdadera pena. Una desgracia para el país. Una desgracia para nuestra memoria colectiva. Gasolina para los antisistema que buscan derrocar la Constitución del 78 e instaurar una dictadura de estilo bolivariano. Y esto lo digo yo, que soy republicano hasta la médula, pero no idiota, ni antidemócrata, ni desagradecido.
La vida privada de don Juan Carlos Iº no ha sido precisamente ejemplar, pero su contribución a la convivencia, aunque cada vez más ignorada, es indudable. Por ejemplo: nadie menor de 55 años puede tener conciencia clara (personal) del Golpe de Estado del 23-F de 1981. Pero aquí estoy yo para ayudar. Hoy, aniversario de aquel suceso, traigo una versión muy breve para las víctimas de la L.O.G.S.E. Sencillita. Novelada.
Don Juan Carlos, como nieto del exiliado Alfonso XIII, fue designado por Franco heredero a título de rey. Y heredaba, por cierto, los plenos poderes de Franco. En otras palabras: cuando llegase a la Jefatura del Estado, podría apalancarse en el cargo como un monarca dictador al estilo de los sátrapas orientales, o podría traer la democracia a España como en las monarquías europeas. Y optó por lo segundo.
Cuando Franco murió, algunos capitostes del régimen intentaron por todos los medios que continuase el franquismo. O sea: el mismo perro pero con distinto collar. Pero no fue así. Un grupo de hombres había urdido un plan a corto y medio plazo para pasar del franquismo a la democracia, para cerrar heridas de la Guerra Civil, para que “las dos Españas” conviviesen en paz. Daré tres nombres: Torcuato Fernández Miranda, Adolfo Suárez y el rey don Juan Carlos, los tres procedentes del régimen que pensaban liquidar.
Lo de pasar a la democracia desde el franquismo fue peliagudo. El tema fundamental era el Ejército, más franquista que el mismísimo Franco, aunque (y esto es vital) el dictador había dejado una orden expresa (y escrita) para ser cumplida tras su muerte: los militares debían obedecer en todo momento al nuevo rey don Juan Carlos.
Y así, mientras ETA cabreaba a los militares con sus atentados terroristas, mientras los más fascistas del régimen se empeñaban en hacerle la vida imposible al rey, mientras la Oposición en el exilio insultaba a don Juan Carlos apodándole “El Breve”, estos tres personajes que he nombrado se las apañaron para sortear todos los obstáculos y, ya para 1977, convocar las primeras elecciones a Cortes Constituyentes. No sé si me he explicado bien: en menos de dos años, Suárez y don Juan Carlos habían decretado una amnistía general para todos los encarcelados, habían legalizado al Partido Socialista, al Partido Comunista, a todos los partidos independentistas, a la CNT, a Comisiones Obreras y a la UGT. Además, habían hecho regresar del exilio a toda una pléyade de políticos de izquierdas muy destacados en la lejana Guerra Civil. Y más aún: habían sorteado con éxito el descontento de los militares y las carnicerías de ETA por toda España. Y todo eso lo hicieron ellos solitos, sin recurrir a la ayuda de ningún Comité de Expertos.
Tras las primeras elecciones libres se formó un Congreso Constituyente en el que, además de los independentistas vascos y catalanes, figuraban partidos de la derecha, del centro y de la izquierda. Y entre todos redactaron la Constitución de 1978, la que tenemos en vigor, que fue votada favorablemente por el 88% de los españoles (y dicho sea de paso, por el 91% de los catalanes y el 69% de los vascos).
Y atención a esto. En esa Constitución, como en las monarquías europeas, el rey renunciaba libremente a todos los poderes dictatoriales heredados de Franco para pasar a ser un mero árbitro de la lucha entre partidos. De esa manera, tras la Constitución, siguieron más libertades: de culto, de divorcio, de Autonomía… Ojo, lector. He dicho de Autonomía. Me refiero a los 17 reinos de Taifas que disfrutamos ahora, en especial a Cataluña y País Vasco. Eso ya era demasiado para los militares franquistas. Habían tragado a duras penas con la legalización del Partido Comunista y con ser asesinados, día tras día, por la banda terrorista ETA. Pero eso de que la Nación se desgajase en 17 autonomías… Por ahí no iban a pasar. Y no pasaron. El 23 de febrero de 1981 dieron un golpe de Estado. Sacaron a la calle los tanques en Valencia, amagaron en Madrid, tomaron Televisión Espantosa y asaltaron a tiros el Congreso secuestrando a todo el Gobierno y a la totalidad de los diputados; y a punto estuvieron de asesinar a Santiago Carrillo (Partido Comunista), a Felipe González (PSOE), a Alfonso Guerra (PSOE), a Manuel Gutiérrez Mellado (vicepresidente del Gobierno), a Adolfo Suárez González (presidente del Gobierno) y a Agustín Rodríguez Sahagún (ministro de Defensa), a quienes mantuvieron como rehenes “especiales” en una habitación aparte.
La noche del 23 al 24 de febrero fue terrible. Una nueva guerra civil se avecinaba. Los sindicalistas andaban huidos o escondidos. Los líderes regionales, cagados de miedo (con la notable excepción de Jordi Pujol, que dio la cara esa noche e hizo un llamamiento a resistir). Los afiliados a los partidos políticos rompían papeles en casa y se preparaban para ser detenidos y posiblemente torturados. Los periodistas, en paradero desconocido. Los defensores de la plurinacionalidad, si te he visto no me acuerdo. Los españoles en general, encerrados en sus casas pendientes de la televisión. Todos expectantes a ver qué coño decía el rey. Porque el rey, incluso despojado de todos sus omnipotentes poderes franquistas, era la única autoridad que reconocían aquellos militares sublevados.
Y el rey, vestido de capitán general, y a pesar de que Televisión Espantosa estaba tomada, pudo por fin salir ante todos los españoles y desautorizar el golpe. Entonces, como por ensalmo, los militares se retiraron a sus cuarteles y liberaron a los diputados.
Eso sí: al día siguiente, muy valientes todos ya (inclusive el abajo firmante), nos manifestamos en las calles de España contra el golpismo y a favor de la democracia. Y, para no morirnos de vergüenza, nos creímos la leyenda de que “el golpe lo paró el Pueblo”. Y un mojón de pato.
Ya termino. No os quiero dar mucho la vara. Esa «tontería» de la Transición se la debemos a don Juan Carlos I, a ese anciano mujeriego que ahora viaja en camello por los desiertos de Arabia, a ese posible corrupto que se ha marchado de España para cuidar a Froilán: el árbol caído de donde hoy sacan leña quienes se agazaparon en sus madrigueras la noche del 23 de febrero de 1981. Es justo reconocerlo. Es la verdad.
Concursos de acreedores año 2022
Texto parcial de mi nuevo libro EL OTOÑO DE LA DEMOCRACIA
España fue el primer país europeo que se declaró en Suspensión de Pagos, cuando Felipe II era rey del primer imperio de ámbito mundial. Para hacer frente a los inmensos gastos existentes, impuestos: La alcabala, impuesto de aduanas; la cruzada, impuesto eclesiástico; el subsidio, impuesto sobre rentas y tierras y las tercias reales, impuestos a órdenes militares. Felipe II además de subir estos durante su reinado, implantó otros, entre ellos el excusado, impuestos sobre parroquias, y los millones, ocho millones de ducados al año para los seis siguientes, que se dedicaron a la construcción de una nueva Armada. La vida de los españoles del tiempo era muy dura y la carga fiscal excesiva.
Según la mayoría de los autores, el Reino de España ha suspendido pagos o declarado en quiebra en trece ocasiones, durante los reinados de Felipe II (años 1557, 1575 y 1596), Felipe III, Felipe IV, Carlos II, Fernando VII e Isabel II, que apostó por la construcción de numerosas líneas ferroviarias en una inversión sin precedentes, aunque la mayoría de ellas resultaron ruinosas, lo que llevó al desastre a estas compañías y a los bancos financiadores en 1806. Y la deuda de la II República Española, que Franco se negó a reconocer.
Carlos López escribe: “Trece bancarrotas que nos coloca en el primer puesto mundial en este sentido. Bancarrotas que cuentan cómo la historia de nuestro país puede ser explicada por una serie de hechos invariables: pésimos gobernantes, corrupción desmesurada, ausencia de empresarios competentes, analfabetismo e incultura recalcitrante y una sociedad adormecida y aclimatada que sólo es capaz de despertar por hambre y, que cuando lo hace, su propia incultura le lleva por caminos plagados de hechos salvajes hacia el mismo punto prácticamente de donde partió: nuevos gobiernos de políticos igual de corruptos que los anteriores, perpetuidad del sistema de valer más por ser quién eres y no por tus méritos y la terrible incultura que nos lleva a mirar hacia nuestro ombligo mientras nos quejamos amargamente de nuestra suerte y esperamos de la Gracia Divina mejorar nuestro miserable existir”.
Sin hacer comparaciones, porque las circunstancias son absolutamente diferentes al ser hoy España parte de la Unión Europea y tener el euro como moneda común, sí es conveniente recordar la situación de la España real en la que nos encontramos, al margen de quien está, o esté, en el Gobierno de la Nación.
Según datos oficiales del Colegio de Registradores Mercantiles de España, las Estadísticas de Procedimientos Concursales durante el año 2022, han sido:
(*) Con la entrada en vigor el 17 de agosto de 2022 de la Ley Orgánica 7/2022, de 27 de julio, de modificación de la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial, en materia de Juzgados de lo Mercantil, se establece que los Juzgados de lo Mercantil conocerán de cuantas cuestiones sean de la competencia del orden jurisdiccional civil en materia de concurso de acreedores, cualquiera que sea la condición civil o mercantil del deudor, por lo que salvo indicación explícita en los autos correspondientes (muy poco frecuente) se hace imposible diferenciar entre personas físicas con y sin actividad empresarial. Los últimos datos facilitados corresponden al tercer trimestre del año 2022 y el porcentaje de los concursados SIN ACTIVIDAD es el 125,85% de los que tienen actividad empresarial, lo que significa que las personales particulares, en especial los deudores hipotecarios, presentan una morosidad muy superior a los que ejercen actividad empresarial.
(*) Datos noviembre 2022
Como claramente se aprecia, el aumento de los Concursos ha tenido un crecimiento exponencial durante el periodo de gobierno sanchista, desde antes de la pandemia por coronavirus y la guerra ruso-ucraniana, acentuado en los dos últimos años de forma exagerada.
Como hemos reflejado anteriormente, se han dejado de publicar los datos oficiales de concursados sin actividad empresarial, es decir, particulares sobreendeudados, en concreto operaciones hipotecarias que, esperemos, no hayan sido movilizadas por los bancos prestamistas y ahora se encuentren dentro de esa burbuja subprime que provocó la crisis económica anterior.
Igualmente, es de destacar que según nota del propio Colegio de Registradores, el índice de morosidad está influenciado por “El Real Decreto-ley 8/2020, de 17 de marzo, en su artículo 43, procedió a suspender temporalmente el deber de solicitar la declaración de concurso por el deudor insolvente (mientras estuviere vigente el estado de alarma), a la vez que, también de forma temporal (durante el estado de alarma, hasta transcurrir dos meses a contar desde la finalización de este), se preveía la inadmisión a trámite de las solicitudes de concurso necesario. La norma fue derogada por otra posterior, Real Decreto-ley 16/2020, de 28 de abril, que extendía sus efectos hasta el 31 de diciembre de 2020. Posteriormente por medio de la Disposición Final Décima (tercer punto) del Real Decreto-Ley 34/2020, de 17 de noviembre, esta extensión se prorrogó hasta el 14 de marzo de 2021. En 2021, el Real Decreto-ley 5/2021, de 12 de marzo, en su apartado cuarto de la Disposición final séptima, habilitó una nueva prórroga hasta el 31 de diciembre de 2021. Y con posterioridad, el Real Decreto-ley 27/2021, de 23 de noviembre, por el que se prorrogan determinadas medidas económicas para apoyar la recuperación, se habilitaba una nueva moratoria hasta el pasado 30 de junio”.
Es decir, se han hecho diferentes reformas encaminadas a que las empresas pudieran continuar su actividad pese a su alto grado de apalancamiento y el alto porcentaje de falencia que pueda suponer en un futuro, ante el temor a una avalancha de concursos y quiebras, evitando con que crezcan las estadísticas del paro, utilizando un trampantojo gramatical similar al de los “fijos discontinuos”, y traslada al año 2024, una vez celebradas las próximas elecciones generales, el reflejo público de datos y sus consecuencias de la cada vez peor situación empresarial en un contexto en el que se vislumbra un grave deterioro de las perspectivas económicas.
El ratoncito
Que Ione Belarra es una mindundi, con sostén o sin él, es una verdad al alcance de cualquier que tenga un mínimo de cociente intelectual. Pero que nos haga una ley, y el partido sanchista apruebe, en la que se reforme el Código Penal de tal forma que se castigue con penas de entre 18 y 24 meses de cárcel si el animal muere, hasta 36 meses si hay más de un agravante y entre 5 y 10 años de inhabilitación para convivir o trabajar con animales, tratándolos conforme a condición de seres sintientes, mientras aumenta día a día la pobreza en la nación y Cataluña va a solicitar un concierto económico para dejar de contribuir a la caja común del Estado, va más allá de si el perro de San Roque tiene o no rabo.
Según newtral.es, ese chiringuito de la verdad oficial que únicamente existe en los países en los que los gobiernos están muy lejos de ser una democracia, los puntos clave de sanción son:
“Si es necesaria atención veterinaria. Se aplicarán penas de tres a 18 meses de prisión o multa de seis a 12 meses por actos de maltrato animal que impliquen tratamiento veterinario para “el restablecimiento de su salud”. También se castigará con la misma pena si alguien somete a un animal vertebrado a explotación sexual.
Si no se requiere de atención veterinaria. El responsable de causar las lesiones al animal será sancionado con una multa de uno a dos meses o con trabajos en beneficio de la comunidad de uno a 30 días. Esta misma pena también se le impondrá a quien maltrate “gravemente” a un animal “sin causarle lesiones”.
En caso de abandono. Si el responsable de un animal vertebrado lo abandona en condiciones que puedan “peligrar su vida o su integridad”, será castigado con una pena de multa de uno a seis meses. También se contemplan trabajos en beneficio de la comunidad de 31 a 90 días.
Si fallece el animal. La pena de prisión llegará a ser de 12 a 24 meses o multa de 18 a 24 meses si se causa la muerte de un animal. Asimismo, se recoge la posibilidad de inhabilitación de hasta cinco años para la convivencia o el trabajo con animales.
Violencia de género. La iniciativa incorpora la violencia instrumental contra animales como agravante en casos de violencia de género”.
Nos encontramos en situaciones tan kafkianas como que uno puede ir a la cárcel por matar un ratón en su casa, por comerse una gallina criada en el corral del pueblo o por matar un gato que se te cruce en la carretera. Y mucho cuidado con lo que sentencien los jueces, que seguramente es porque no entienden la ley o son animalmente machistas.
Ya no se trata de izquierdas ni de derechas, es de ser o no gilipollas elevado al cuadrado.
Antonio CAMPOS
Día de Reyes Magos
DE MI PROXIMO LIBRO «ALMENDROS DE NATA»
Abuelita, ¿por qué los Reyes Magos no vienen a casa? Porque todavía no sabes leer y no puedes escribirles tu carta. A ver si aprendes para el año que viene y los Reyes Magos pueden traerte algo.
Mi hermanita sabe escribir. ¿A ella sí le van a traer los Reyes? Tampoco, porque este año los Reyes son pobres y no tienen dinero para poder regalarles juguetes a todos los niños que hay en el mundo.
Entonces, ¿qué vamos a hacer esta noche? Pues como todas las noches, en casita, todos juntos, el abuelo, tus padres, tu hermana, tú y yo.
Oyó perfectamente la conversación porque se encontraba justo detrás de ellos. Era el seis de enero, había decidido dar un paseo hasta la carnicería que le servía los chuletones auténticos de buey macerados en frío, antes que el chófer le acercase al aeropuerto para pasar la noche de Reyes con su mujer y sus dos hijos.
Vivía en una habitación catalogada como superior en un confortable hotel de la ciudad, con el que había concertado un precio cerrado para todo el tiempo que estuviera destinado allí. Así, esa habitación era su hogar entre semana e hizo que la acomodaran a sus necesidades, relativamente pocas para una persona que se levantaba a las siete de la mañana todos los días, y llegaba de regreso sobre las nueve de la noche. Instalación de línea de internet, una estantería con libros y papeles, una mesa de trabajo y una pequeña cafetera para que él pudiera utilizarla sin llamar a los camareros.
Los fines de semana volvía a casa, jardín de su vida, en la que era su mujer la encargada de solucionar los problemas diarios, domésticos y de educación de los vástagos, sin ella no hubiera sido posible llevar la vida que llevaba y el desarrollo profesional que había tenido, máximo responsable de una empresa mundialmente conocida, que lo había fichado a tiempo definido, ese era el marco laboral del siglo XXI, que moral y éticamente le obligaba a triunfar en el desempeño de su trabajo, tanto por contrapartida a la remuneración que recibía como a la obtención de un puesto de más categoría cuando se acabara su contrato actual. Sería a nivel internacional y se trasladaría con la familia a fin de una formación multilingüe y plurinacional de sus hijos. Pero todavía quedaba un tiempo para ello.
Él diría que fue instintivo, pero cualquiera que pudiera observarlo afirmaría que siguió a la mujer y su nieto como un detective privado frustrado, alejándose y acercándose cuando lo consideraba conveniente, para que ellos no se dieran cuenta de lo que estaba pasando.
Hubiese sido igual, eran de esas personas que no tienen nada, y por tanto nada que perder, por lo que se sentían seguras, si acaso podían quitarle algo, era pobreza, y de eso hay demasiado hoy en día.
Fueron alejándose del centro de la ciudad. Como no caminaran más deprisa, él iba a perder el avión. Por fin llegaron a un barrio humilde -menos mal que había pasado por el hotel y se había quitado el traje- la mujer y el niño se pararon en una vivienda baja, con un arco muy grande a tipo de puerta de entrada, todas las casas iguales, miró el letrero con el nombre de la calle, Barrio de la Hormiga, y el número, casi borrado de tanto tiempo transcurrido y no encalado ni de otras formas arreglado.
En ese momento fue consciente, como si se hubiera despertado de un sueño, dónde estaba y qué hacía allí. Hizo dos llamadas desde su teléfono móvil. Al rato, un Mercedes 250-E apareció raudo y veloz, y lo llevó directo al aeropuerto.
Los aviones tienen aspecto de supositorios vistos desde fuera, desde dentro son artefactos de suplicio para quien, como él, tiene casi dos metros de altura, no sabe cómo colocar las piernas, y para poder tener los brazos apoyados ha de mantener una lucha subterfugio con el pasajero de al lado. Cuando logró acomodarse y el avión estableció velocidad de crucero, pensó en su niñez, en cómo fue su vida y en cómo es hoy.
Hoy hay gente que le considera “casta”, grupo que forma una clase especial y tiende a permanecer separado de los demás por su situación económica. Pero no siempre fue así. Nieto de un médico republicano represaliado que se vio obligado a trabajar de practicante ganándose la vida yendo casa por casa para poner inyecciones, hijo de un vendedor en un comercio de confección, vivió su infancia de bajar maletas de la estación cuando llegaban los trenes, de recoger y vender jícaras que se estaban reconvirtiendo a tendidos actualizados, de hacer mandados y aceptar con humildad cuantos encargos no querían hacer otros. Y estudiando. Su padre le decía que la cultura era lo más importante en la vida, que eso se notaba en cuanto una persona abría la boca para hablar, que no podía dejarle ninguna herencia, pero que quería que estudiase para “ser un hombre el día de mañana”.
Se esforzó, mucho, sacó notas brillantes a la vez que trabajaba en lo que le salía. Empezó de “pinche” de profesión, a las órdenes de quién quisiera mandarle, aprendido de los aciertos y, sobre todo, de los errores. Había alcanzado una posición profesional, social y económica que no le había regalado nadie, solo su esfuerzo, trabajo, honestidad y su voluntad de alcanzarla.
Pero también recordaba las estrecheces pasadas, las Navidades en las que las gambas y los langostinos brillaban por su ausencia, en los Reyes con un palo y una rueda y … arreando.
Sonó el teléfono, la melodía de The Sting, la película de Paul Newman y Robert Redford, especialmente elegida para recordar que siempre, en algún lugar, hay alguien más inteligente y mejor que tú:
“Señor, ya he cumplido el encargo; cena VIP para seis personas y juguetes para dos niños. No se preocupe, todo está controlado. Que tenga una buena noche de Reyes.”
“Igualmente, muchas gracias.”
Los hijos son del Estado
Cuando una ministra de un Gobierno de España dice, y nadie responde, que “mis hijos pasarán a ser propiedad del Estado”, está poniendo de manifiesto uno de los principios básicos del comunismo, la potestad del Estado para adoctrinar a los ciudadanos desde la cuna, dirigirlos a los empleos y necesidades que el Estado considere necesarios para el engrandecimiento de su causa, constreñir su pensamiento de forma unidireccional hacia los intereses del poder, alejarlo de la diversidad de criterio y hacerles esclavos sumisos durante toda su vida, subvencionando su forma de existir a cambio de un férreo control sobre lo que hace, cuando lo hace y cómo lo hace. Solo a aquellos que tienen un cociente intelectual reducido puede pasárseles por alto esta situación que, únicamente, necesita dos cosas para que, de forma oficial, quede instaurada una autocracia en nuestra nación: Que se persiga a la Iglesia Católica y que se establezca una carrera universitaria llamada Filosofía Marxista Leninista, como en Cuba. Cada día que pasa nos acercamos más peligrosamente al precipicio.
Antonio CAMPOS