Archive | agosto 2021

Mujer musulmana

Publicado el 24 de octubre de 2014

En estos tiempos en los que se propone que las víctimas de la violencia de género tengan funerales de Estado, espero que no se les ocurra concederles una paga extraordinaria para todos (epiceno) incursos en la misma circunstancia, ni una escultura de Calatrava en la mitad del pueblo, y cuando parece que Podemos va a desalojar a más de uno de su bancada, es el momento de gritar: ¡Vuelve ZP! Al menos nos reíamos contigo.

También “… los que luchamos por la igualdad de las personas independientemente de su condición sexual o a los que, frente a posturas medievales defendidas por instituciones arcaicas, machistas y homófobas …”, eso sí, siempre refiriéndose a la religión católica.

Aquella otra que dice que lo mejor es contratar a mujeres de más de 45 años o de menos de 25, para evitar el problema del embarazo. El embarazo, ¿es un problema? Pues lo ha dicho una señora que tiene seis hijos.

Todos esos, y otros muchos, no dicen nada sobre los derechos de las mujeres inmigrantes y en especial de la situación a nivel mundial de la mujer musulmana, cuya sociedad mantiene unos principios de clara desigualdad de sexos, inaceptables en el mundo occidental.

El Derecho Islámico, que compete a todas las personas musulmanas del mundo, sea el que sea el lugar en que se encuentren, procede de fuente divina. Así el Corán en Azora IV dice:

3. Casaos con las mujeres que os gusten, dos, tres o cuatro …

12. Dejad al varón una parte igual a la de dos hembras …

38. Los hombres están por encima de las mujeres, porque Dios ha favorecido a unos respecto a otros … A aquellas de quienes temáis la desobediencia, amonestadlas, mantenedlas separadas en sus habitaciones, golpeadlas.

Las figuras más representativas de esta desigualdad es el matrimonio polígamo masculino pero no femenino, la disolución del matrimonio a través del repudio (disolución extrajudicial del matrimonio pronunciado por el marido a su arbitrio) y la prohibición de matrimonio entre una musulmana y un no musulmán.

La catedrática de Derecho Internacional Pilar Diago Diago apunta que “el Derecho sucesorio islámico presenta discriminaciones no solo por razón de sexo, sino por causa de religión e incluso por causa del origen legítimo o ilegítimo de los hijos e hijas. Así, el marido hereda de la mujer fallecida el doble de lo que ella heredaría de su marido en caso de fallecer, mientras que un musulmán no puede heredar de un no musulmán y al revés, o una hija o hijo ilegítimo no hereda de su padre biológico”.

Otro tema a considerar es la celebración de matrimonios mixtos que como hemos comentado en el párrafo anterior, solo puede presentarse entre un musulmán y mujer no musulmana, que cada vez es más frecuente en España, tanto por razones de amor como de conveniencia a efectos de residencia y obtención de ayudas y subvenciones.

Si el matrimonio lo forman hombre y mujer de la misma nacionalidad, prevalecerá la ley nacional de ambos.

Si la de uno de ellos corresponde a un país islámico, “se producirá un choque de ordenamientos jurídicos con incompatibilidad manifiesta”, textual de la citada Dra Diago.

Pero si por cualquier causa establecen su residencia en cualquier país islámico, y no existen pactos públicos previos, se aplicará la ley islámica, siendo musulmanes a todos los efectos sus descendientes, que tendrán que ser educados en la religión musulmana.

El último, por ahora, ejemplo de la discriminación existente en el pensamiento islamista, es la condena a morir en la horca de una cristiana paquistaní que ofreció agua para beber a unas mujeres musulmanas, las cuales se negaron por tratarse de acto “impuro” al proceder de una mujer no musulmana. A ello la cristiana dijo: “Jesucristo murió por mí en la cruz. ¿Qué hizo Mahoma por vosotras?”. Insultos al Profeta, blasfemia y no cuantas cosas más. Condenada a muerte. ¿Es normal esto en pleno siglo XXI?

De todos los países islámicos, es Túnez, donde está abolida expresamente la poligamia y el repudio, y Marruecos (repudio restrictivo), los más cercanos a la civilización occidental en estos aspectos. La colaboración hispano-marroquí es el primer lazo de unión para frenar la expansión del yihadismo en Europa, que viene utilizando las ciudades de Ceuta y Melilla, fuera del paraguas de la OTAN, como base de reclutamiento para la lucha armada.

Las presentes líneas no pretenden acercar al lector al derecho, solo poner de manifiesto una realidad mundial que está muy cerca de nosotros y que, espero, nunca alcance la relevancia suficiente para que nuestras mujeres se vean abocadas a ello.

Somos un país en el que los árboles no nos dejan ver el bosque. Nos entretenemos buscando la excelencia con animales, muchos de los cuales no existirían hoy en día si no fuera por el destino a los que se los dedica, plantas silvestres, que otrora eran el sustento de las personas, y otra serie de bilirrubina mal calmada en hipotética defensa de etéreos hados, favorable o adversa manera de ocurrir los sucesos.

He recordado algo casi olvidado: Libérate. Sé libre. No permitas ser juego de nadie. Cuando uno cae, se tiene que levantar con más fuerza. Hay que empezar de cero todos los días. Sentir con el corazón, pensar con la cabeza. Crecer. Ser feliz. Faltan clituevos, acróstico del lenguaje business con motivo de la incorporación generalizada de la mujer a los puestos de mando. Cerremos el medievo. Acabemos con la corrupción de una vez. La mujer al poder. Jóvenes, con experiencia y el cerebro bien amueblado. Hay que darles la oportunidad que no han sabido aprovechar los políticos varones. Conjugar el futuro pacífico, punto de encuentro de la casa común, manos blancas y guantes de seda. ¿Se puede soñar o es obligatorio tomar la calle mediante algaradas populistas?

Antonio CAMPOS  

El Profeta Mahoma

Artículo publicado el 16 de octubre de 2014

Mahoma fue el Profeta árabe fundador de la religión musulmana. Se conocen pocos datos seguros de su biografía, que nos han llegado envueltos en la leyenda. Los más antiguos datan de más de 100 años después de su muerte, ocurrida en el año 632. El relato más antiguo de su vida que ha sobrevivido es el compilado por Ibn Ishaq, que murió en el 768. Todas las versiones de su obra datan de cuando menos una generación después de Ibn Ishaq.

Se dice que Mahoma nació en la Meca, ciudad de Arabia occidental, en una familia pobre. Huérfano de padre al nacer y de madre con seis años, fue recogido por su tío Abú Talib.

Casó a los veinticinco años con la rica viuda Khadijah, que le dio una hija -Fátima- además de una posición social más desahogada, como comerciante respetado en la ciudad.

A los cuarenta años Mahoma se retiró a una cueva en el desierto, en donde creyó recibir la revelación de Dios –Alá– y, animado por Khadijah, comenzó a predicar en su ciudad natal, presentándose como continuador de los grandes profetas monoteístas anteriores, Abraham, Moisés y Jesucristo. Por entonces Mahoma se limitaba a predicar la vuelta a la religión de Abraham.

Siempre son los más pobres los primeros seguidores de algo que supone la novedad de una nueva esperanza, alcanzando numerosos adeptos que pronto fueron considerados una amenaza contra el orden establecido. Muerta su mujer y su protector tío, decidió huir a Yatrib el 16 de julio del año 622, considerándose este momento – La Hégira- como fecha fundacional de la era islámica. Poco después, Yatrib cambiaría su nombre por Medina.

En Medina, Mahoma tomó contacto con la comunidad judía, que le rechazó por su errónea interpretación de las Escrituras; comprendió entonces que su predicación no conducía a la religión de Abraham, sino que constituía una nueva fe: de entonces data el cambio de la orientación de la oración, de Jerusalén a La Meca.

Combinando la persuasión con la fuerza, Mahoma se fue rodeando de seguidores, que empezaron a practicar las razias contra caravanas y poblaciones del entorno como medio de vida. Estas escaramuzas, elevadas a la categoría de batallas por la historia oficial, fueron descubriendo a los musulmanes la «guerra santa», el uso de la fuerza para someter y convertir a los infieles.

En Medina, Mahoma se convirtió en un caudillo no sólo religioso, sino también político y militar. Los enfrentamientos entre Medina y La Meca culminaron con la conquista de esta última ciudad por los mahometanos en el 630, fruto de la presión militar, de la negociación política y de convenientes enlaces matrimoniales.

Después de la  muerte de su primera esposa Khadijah en 619 d.C., el profeta Mahoma se casó hasta con once mujeres, nueve de ellas al mismo tiempo. Su capacidad para la actividad  sexual parecía no tener fronteras. Sahih  Bukhari, uno de los más reverenciados textos  islámicos, dice: “El  Profeta solía visitar a sus esposas en forma  cíclica, durante el día y la noche, y ellas  sumaban once». “¿Tenía el Profeta la  fortaleza para ello?” “Solíamos  decir que el Profeta tenía la resistencia sexual  de treinta hombres”. Además, tenía varias concubinas, incluyendo a Reihana, su cautiva  ‘judía’. Sus esposas y amantes  estaban obligadas, por la ley musulmana, a  «satisfacer  sus necesidades sexuales en cualquier momento  del día o de la noche», y el  Profeta se reservaba el derecho de disfrutarlas  “desde la cima de sus cabezas hasta la planta de sus  pies«.

En los dos últimos años de la vida de Mahoma el Islam se extendió al resto de Arabia, unificando a las diversas tribus paganas que habitaban aquel territorio. Mahoma convirtió a las belicosas tribus árabes en un pueblo unido y las embarcó en una expansión sin precedentes. Al morir Mahoma sin heredero varón, estallaron las disputas por la sucesión, que recayó en el yerno del profeta, Abú Bakr, convertido así en el primer califa o sucesor.

El Islam es una religión monoteísta, pero el Dios semita es diferente del occidental. Es incognoscible e innombrable. Se encuentra fuera del mundo y no está sujeto a las leyes del espacio y del tiempo. El universo no tiene autonomía sino que es dirigido por Dios.

Islam significa sumisión o entrega incondicional a Dios. La revelación divina se recoge en el Corán, el libro sagrado de los musulmanes. Corán o Qur´an significa lectura de una palabra oída, escrita y dicha.  Mientras que en el Cristianismo  Dios se hace carne, en el Islam se hace palabra. Todo es palabra de Dios que al revelarse se hace mundo. Por eso, el lenguaje es protagonista en la vida del creyente, que debe cumplir cinco obligaciones (Ver Los fundamentos del Islám, del Qadi ‘Iyad, traducción de Abdel Ghani Melara, editorial Kutubia, 1999), los Cinco Pilares de la religión islámica, el llamado por algunos “el llamador” ó “aldaba” por la representación de una mano (cinco dedos):

  • SHAHADA. La profesión de fe, es decir, el reconocimiento de la autoridad y unicidad divina, monoteísmo.
  • SALAT. La oración, cinco veces al día, mirando a la Meca
  • SAUM. El ayuno, la práctica del Ramadán
  • ZAKAT. La limosna legal y obligatoria
  • HAYY. La peregrinación a la Meca al menos una vez en la vida

En Medina, la casa de Mahoma consistía en un recinto cuadrado de muros de adobe abierto a un patio, rematado por un soportal o cobertizo en el lado sur. En el muro oriental se levantaron las habitaciones de las mujeres del Profeta, volcadas hacia el patio, donde se reunían los fieles para orar bajo las directrices de Mahoma, que se subía en un estrado para dirigirles. En esta disposición se ha querido establecer el origen de las futuras mezquitas, que suelen presentar un patio interior (sahn) rodeado de pórticos (riwaqs) y un espacio cubierto (haram), articulado mediante naves de columnas y delimitado por la quibla, el muro que señala la dirección de La Meca.

Han pasado muchos siglos desde entonces. Las necesidades y tensiones de una sociedad cambiante en el nuevo conocimiento científico del siglo XVII, engendró en muchas partes del hemisferio occidental una nueva fe en la razón y en el progreso, que llevó al fermento de las ideas conocidas como la Ilustración, a un rechazo de la autoridad tal como se concebía hasta ese momento, a la defensa de la libertad del hombre frente a las instituciones sociales, al pensamiento democrático. Pero aún no ha aparecido un Rousseau musulmán.

Antonio CAMPOS    

¡Que viene el lobo!

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, no había recibido ni había hablado con Pedro Sánchez, excepción de los patéticos veintinueve segundos en la cumbre de la OTAN, hasta la semana pasada. ¡A la fuerza ahorcan! Aunque el americano no había citado a España como “aliado preferente” en el tema afgano, ha tenido que recurrir a nosotros para hacer el trabajo sucio de alojar y hacer una criba de las personas que están saliendo de allí como refugiados, colaboradores de diversas fuerzas militares mundiales y, primordialmente para ellos, de los que han pedido visado estadounidense, habiendo llegado a un acuerdo de utilizar las Bases americanas de Rota y Morón.

Evidentemente, como ha dicho la ministra de Defensa, “no hay que dejar a nadie atrás”. Pero la medicina preventiva es fundamental en la salud mundial hoy en día; llegan hombres jóvenes, con un físico espectacular, con buenos relojes, teléfonos móviles con baterías cargadas y funcionando a través de alguna operadora que les da servicio, acompañados de sus mujeres, que utilizan el burka o el niyab que, en el mejor de los casos, deja libre la visión de los ojos. Para seguir esa forma de vida no tienen que salir de los países ultramusulmanes.

Se cuenta una anécdota del presidente ruso, Putin. Hace unos años el rey de Arabia visitó a Putin en Moscú. Antes de partir le dijo a Putin que quería comprar una gran parcela y edificar, con dinero totalmente árabe, una gran mezquita en la capital rusa.

«No hay problema», le contestó el ruso, «pero con una condición: que autorice a que se construya también en su capital árabe una gran iglesia ortodoxa».

» No puede ser» dijo el árabe.

«¿Por qué? preguntó Putin.

«Porque su religión no es la verdadera y no podemos dejar que se engañe al pueblo».

«Yo pienso igual de su religión y sin embargo permitiría edificar su templo si hubiera correspondencia, así que hemos terminado el tema»

El 4 de agosto de 2013 el líder ruso, Vladimir Putin, se dirigió al parlamento de su país con este discurso acerca de las tensiones con las minorías étnicas:

«En Rusia vivid como rusos. Cualquier minoría, de cualquier parte, que quiera vivir en Rusia, trabajar y comer en Rusia, debe hablar ruso y debe respetar las leyes rusas. Si ellos prefieren la Ley Sharía y vivir una vida de musulmanes les aconsejamos que se vayan a aquellos lugares donde esa sea la ley del Estado. Rusia no necesita minorías musulmanas, esas minorías necesitan a Rusia y no les garantizamos privilegios especiales ni tratamos de cambiar nuestras leyes adaptándolas a sus deseos. No importa lo alto que exclamen «discriminación», no toleraremos faltas de respeto hacia nuestra cultura rusa. Debemos aprender mucho de los suicidios de América, Inglaterra, Holanda, Francia, etc. si queremos sobrevivir como nación.

Los musulmanes están venciendo en esos países y no lo lograrán en Rusia. Las tradiciones y costumbres rusas no son compatibles con la falta de cultura y formas primitivas de la Ley Sharía y de los musulmanes. Cuando este honorable cuerpo legislativo piense crear nuevas leyes, deberá tener en mente primero el interés nacional ruso, observando que las minorías musulmanas no son rusas.»

Los miembros del Parlamento Ruso, puestos en pie, ovacionaron a Putin durante cinco minutos.

Y ahora ha dicho, alto y claro: “No queremos que aparezcan milicianos bajo el disfraz de refugiados”.

Dos apuntes sin más importancia para nuestros radicales de izquierda y para esos que prefieren la mantequilla a los cañones en el caso de guerra: En algunas partes de Nigeria, doscientos millones de habitantes, se han establecido los juicios a través de la Ley Sharía; y según informaba ayer Libertad Digital, la asociación musulmana contra la Islamofobia en España, organización subvencionada por la Diputación de Barcelona, celebra con júbilo la victoria talibán y aplauden «la liberación del yugo del imperialismo», declaraba su portavoz Ibrahim Miguel Ángel Pérez: «Nos alegramos muchísimo y lo celebramos», la llegada de los talibanes a Afganistán. «Estamos a favor de que un pueblo se libere del yugo del imperialismo norteamericano y del imperialismo occidental».

Cuando yo era un infante, había un programa de radio que se llamaba ¡Cuéntame un cuento, abuelita! Todas las noches dramatizaban un cuento con el que los niños nos íbamos a la cama. Uno de ellos era ¡Que viene el lobo!, en el que un pastorcillo gritaba eso y los habitantes del cercano pueblo salían corriendo para ayudarle.  Y el pastorcillo se reía de los aldeanos porque era una broma. Así actuó varias veces, hasta que un día llegó de verdad el lobo. Pero nadie en el pueblo salió para ayudar al muchacho, porque nadie cree a un mentiroso, aunque alguna vez diga la verdad. -Nos ha gastado la misma broma demasiadas veces -dijeron todos.

Pues alguna vez llegará el lobo de verdad.

Antonio CAMPOS

Dictadura talibán

La toma de Afganistán por parte de los talibanes musulmanes es la evidencia que Occidente se escuda en el potencial bélico de Estados Unidos, y su despliegue en el mundo, para que el resto de los países tengamos una paz controlada y sin grandes sobresaltos. Cuando el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York por parte de los terroristas islamistas, no hubo discriminación de víctimas; si Estados Unidos hubiera hecho lo mismo con los campos de opio y colaboradores necesarios de los talibanes, no se hubiera producido la situación a la que hemos llegado.

La Segunda Guerra Mundial se fundamentó por el dictador Hitler en la extensión de sus fronteras y en el aniquilamiento de un sentimiento religioso: los judíos.

La Guerra de Vietnam y la expansión de la URSS, igual: la extensión de sus fronteras y el establecimiento del comunismo.

Mao Zedong, el dictador que ha matado más millones de personas, exactamente lo mismo: Imposición del comunismo y un inicio expansivo que hoy alcanza a muchos países de América del Sur y África, con un montaje económico en todo el mundo controlado por el gobierno chino.

Cuando Estados Unidos ha retirado sus ejércitos de Afganistán, se ha puesto de manifiesto la actual guerra latente que afecta a todo el mundo, también de carácter religioso y expansivo: «Si no renuncian a la cultura occidental, tenemos que matarlos», dicen los talibanes afganos, protegidos por aquellos países que quieren tomar el relevo económico de Estados Unidos, como son Rusia, Turquía y China, estos dos últimos ya han reconocido a los talibanes como gobierno legítimo de Afganistán en el momento de escribir estas líneas.

En Europa, y en España en concreto, son muchas las voces y personas que se llevan las manos a la cabeza de lo que está pasando en Afganistán, y lo que puede pasar donde lleguen estas almas medievales: “Yo soy el martillo del mundo… donde mi caballo pisa no crece hierba”. Esta frase atribuida a Atila, rey de los Hunos, también conocido como “El azote de Dios”, nos da una idea de la crueldad con que actuaba este líder tribal de los años 400 d.C. en lo que entonces era Europa Occidental y Asia Central. Pues estos, igual. Y los que hayan leído, estudiado o vivido las fuentes islamistas, el adoctrinamiento de las madrazas, o la evolución de países como Marruecos o Turquía, posiblemente, con Túnez, los socialmente más avanzados del mundo musulmán, habrán visto pasar de la minifalda al burka en los últimos 25 años, y no les pillará de sorpresa la situación.

Según EL PERIÓDICO, la Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán (RAWA) ha publicado una lista de las prohibiciones que tienen las mujeres musulmanas:

1.Prohibición total de trabajar fuera del hogar. Solo unas pocas doctoras y enfermeras pueden trabajar en algunos hospitales de Kabul. Pero todas las otras profesiones quedan restringidas a los hombres

2.Prohibición total de la actividad de las mujeres fuera del hogar a menos que estén acompañadas de un mahram (pariente masculino cercano, como padre, hermano o esposo)

3.Prohibición de tratar con comerciantes masculinos

4.Prohibición de que sean atendidas por médicos varones

5.Prohibición de que estudien en escuelas, universidades o cualquier otra institución educativa. (Los talibanes han convertido las escuelas de niñas en seminarios religiosos)

6.Obligación de usar un velo largo (burka), que las cubra de la cabeza a los pies

7.Se azotará, golpeará e insultará a las mujeres que no vayan vestidas de acuerdo con las reglas de los talibanes o las que no estén acompañadas de un mahram

8.Si no tienen los tobillos cubiertos se les castigará con azotes en público

9.Lapidación pública a las mujeres acusadas de tener relaciones sexuales fuera del matrimonio (los dos amantes son apedreados bajo esta regla)

10.Prohibición del uso de cosméticos. (A muchas mujeres con las uñas pintadas se les han cortado los dedos)

11.Prohibición de que las mujeres hablen o estrechen la mano de hombres que no sean mahram

12.Prohibición a las mujeres de reír a carcajadas. (Ningún extraño debería escuchar la voz de una mujer)

13.Prohibición a las mujeres de usar zapatos de tacón, que producirían sonido al caminar (un hombre no debe escuchar los pasos de una mujer)

14.Prohibición a las mujeres de viajar en taxi sin mahram

15.Prohibición de la presencia de mujeres en radio, televisión o reuniones públicas de cualquier tipo

16.Prohibición de que las mujeres practiquen deportes o ingresen a un centro o club deportivo

17.Prohibición a las mujeres de andar en bicicleta o motocicleta, incluso con sus mahrams

18.Prohibición de que las mujeres usen ropa de colores brillantes. En términos de los talibanes, estos son «colores sexualmente atractivos»

19.Prohibición de que las mujeres se reúnan para ocasiones festivas como los Eids, o con fines recreativos

20.Prohibición a las mujeres de lavar ropa junto a ríos o en lugares públicos

21.Modificación de todos los topónimos incluida la palabra «mujeres». Por ejemplo, «jardín de mujeres» ha pasado a llamarse «jardín de primavera»

22.Prohibición de que las mujeres aparezcan en los balcones de sus apartamentos o casas

23.Pintura obligatoria de todas las ventanas, para que las mujeres no se vean desde el exterior de sus casas

24.Prohibición de que los sastres masculinos tomen medidas de mujeres o cosan ropa de mujer

25.Prohibición de baños públicos femeninos

26.Prohibición a hombres y mujeres de viajar en el mismo autobús. Los autobuses públicos ahora han sido designados «solo para hombres» (o «solo para mujeres»)

27.Prohibición de pantalones acampanados (anchos), incluso debajo de un burka.

28.Prohibición de fotografiar o filmar mujeres

29.Prohibición de fotografías de mujeres impresas en periódicos y libros, o colgadas en las paredes de casas y tiendas

La izquierda radical española, esa que hoy critica la retirada y dejar huérfanos de derechos humanos ese país, en su día criticaron la invasión, como acto imperialista; no creo, pero es posible que llevaran razón y que cada pueblo se ocupe de derrocar a sus señores feudales, y al que San Pedro se la dé, Alá se la bendiga.

“Es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente”. Groucho Marx. Mientras la ministra Irene Montero, se nota que para estar en forma las personas necesitamos engrase y puesta a punto como los automóviles, culpa de lo que pasa con las mujeres en Afganistán a los países de la OTAN, y a España, por la «violencia estructural» que causa la «industria militar», una tal Olegaria Marín, con cara de pan de pueblo, escribe en su twitter que es: Podemita orgullosa; sanidad pública; atea; republicana; no binaria; bisexual; antitaurina; feminista; abolicionista; abortista; antiespecista; antifascista; que escribe: “Creo que estamos siendo injust@s con los chicos talibanes, los estamos criminalizando y ellos solo son víctimas de la sociedad. No han conocido otra cosa y dándoles charlas sobre feminismo e inculcándoles valores feministas podríamos cambiarlos fácilmente, ellos nos comprenderán”. Pues nada, que forme un grupo de los que salen a manifestarse en España únicamente cuando el violador no es inmigrante, en el que se integren las del Ministerio de Igualdad, las comunistas-loewe y resto de vividoras de chiringuitos subvencionados, y que marchen a Afganistán a darles esas charlas a los talibanes y quejarse de la falta de paridad en la composición del nuevo gobierno afgano … ¿Quién fue aquél que dijo que no cabe un tonto más en este país?

Antonio CAMPOS

9.000 millones de los Fondos Europeos

Pablo Ferrer 17/08/21 en Hispanidad

No es por desanimar, pero los 9.000 millones de los fondos europeos no dan ni para pagar las pensiones de un mes.

España recibe la primera partida de ayudas, de las que ya ha gastado más de 7.000 millones, por ejemplo, en corregir tendidos eléctricos que eviten daños a la fauna. Es decir, en subvenciones y no en industrializar el país.

Nadia Calviño cree que la llegada de los 9.000 millones es «muy importante», pero lo cierto es que ese dinero da para muy poco, dado el elevadísimo gasto público español

Bruselas ha desembolsado este martes los primeros 9.000 millones de euros de fondos europeos para financiar el Plan de Recuperación, que ni es un plan ni recuperará nada por mucho que Nadia Calviño califique la noticia de “muy importante”.

Para empezar, 9.000 millones, el 13% de los 70.000 que ha solicitado el Gobierno de Pedro Sánchez, no dan ni para pagar las pensiones de un mes, cuya nómina de julio ascendió a 10.202 millones, un nuevo record que probablemente se supere en agosto.

Pero eso no es lo peor. Lo realmente preocupante es que el Gobierno Sánchez va a utilizar los fondos Next Generation EU para repartir subvenciones en lugar de invertir para reindustrializar España. Además, de los 9.000 millones, el Gobierno ya se ha gastado 7.250 para, por ejemplo, “corregir tendidos eléctricos que eviten daños a la fauna”, o para promover “políticas de igualdad e inclusión social”, según la nota remitida este martes por Economía. ¿Por qué no utilizar el maná europeo para, por ejemplo, convertir España en una potencia de baterías eléctricas para coches?

Y todo esto en un contexto en que la deuda pública continúa desbocada y marcó un nuevo record en junio, hasta el 122,1% del PIB. No es por desanimar, pero la cosa no pinta bien.

Estados Unidos – ¿Señora presidente?

Están apareciendo comentarios en la prensa internacional sobre la salud del presidente de Estados Unidos y su dificultad para articular frases coherentes, que parecen filtraciones para ir preparando al mundo con vistas a una transición por sucesión en la presidencia de dicha nación.

Sus últimas declaraciones sobre la toma de Afganistán por parte de talibanes musulmanes, no son acordes a la realidad de la situación.

Como no tengo abuela, me lo voy a decir a mí mismo: Fui el primero, el ocho de noviembre del año 2020, que dijo, textualmente:

“Joe Biden, del Partido Demócrata, la izquierda, es el nuevo presidente de Estados Unidos. Senador a los 35 años, fue vicepresidente entre los años 2009 a 2017 con Barack Obama, por lo que es conocedor de la crisis de las hipotecas suprime, la compra de activos y préstamos con dinero público, impidiendo la depreciación de las reservas y la recesión del crédito, el acercamiento al mundo musulmán y la participación en las guerras de Irak, Afganistán y Libia.

Es una persona que ha pasado por muchos problemas personales, de fallecimiento de seres muy cercanos y de enfermedades graves en su familia. Quienes conocen bien su biografía, aseguran que está enfermo con un principio de senilidad y que, ojalá no sea verdad, no acabará su mandato y mucho menos una reelección.

Por eso, es fundamental la que va a ser la nueva vicepresidenta, Kamala Harris, de 56 años, casada por el rito judío, graduada en la Universidad Howard, fiscal en el distrito de San Francisco, fiscal general de California (fue entonces cuando defendió establecer la pena de muerte en California) y senadora por California desde 2017. De madre india tamil y padre jamaicano. es la primera mujer afroamericana y la primera asiática estadounidense en llegar a ese cargo, no descartando que sea la primera presidenta de Estados Unidos”.

Si llega el caso, que llegará, Estados Unidos quedaría en manos de dos mujeres, ella y Nancy Pelosy, presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, del Partido Demócrata, que es la izquierda política de la nación, que pretende cambiar la forma de hablar y escribir en dicho organismo, imponiendo una ideología transgénero, eliminando del Código de Conducta Oficial de la Cámara las siguientes palabras: «padre, madre, hijo, hija, hermano, hermana, tío, tía, primo hermano, sobrino, sobrina, esposo, esposa, suegro, suegra, yerno, nuera, cuñado, cuñada, padrastro, madrastra, hijastro, hijastra, hermanastro, hermanastra, medio hermano, media hermana, nieto y nieta», utilizando términos «neutrales» o modificando expresiones como «marinero» que será reemplazado por «gente de mar» o «presidente» por «Presidencia». A lo peor les suena esta gilichochez en la España actual …

Kamala Harris no ha necesitado de cuotas, de quejas, de feminismo mal entendido, de auto minusvaloración, de invertir la carga de la prueba, ni de ningún tipo de subvenciones ni chiringuitos como forma de ganarse la vida. Sus ideas personales están al servicio del bien general de los ciudadanos, con una carrera judicial en la que ha sido elegida por los otros jueces y fiscales para desempeñar los importantes puestos que ha ocupado. «God Bless America» (Dios bendiga a Estados Unidos), de salud a Joe Biden e ilumine a la señora Harris si llegara ese momento, pues cuando Estados Unidos estornuda, se constipa el resto del mundo.

Antonio CAMPOS

Afganistán y Cataluña

Jordi Cuixart, independentista catalán condenado por sedición y posteriormente indultado, desde el balcón de autoridades en las fiestas del barrio de Gracia de Barcelona, ha dicho que “no renunciaremos nunca a volverlo a hacer, motivos no nos faltan, hay que recuperar las calles» …. Para “combatir el fascismo, la intolerancia y el racismo». Evidentemente, se refiere a la declaración de independencia de Cataluña.

El Título preliminar de la Constitución española dice textualmente:

  • La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.
  • El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla.

El silogismo es fácil y evidente: Indicio claro e indubitado de conculcar la Constitución.

Si alguien prepara un atraco al Banco de España y la policía lo detecta, lo detiene y se le juzga por INTENTO DE ….

Si algún islamista radical prepara un atentado y la policía lo detecta, lo detiene y se le juzga por INTENTO DE ….

¿Por qué en el caso independentista no se actúa así puesto que la supuesta libertad de expresión es un INTENTO DE transgredir la “ley de leyes” de los españoles? ¿Cómo va a reaccionar el Gobierno de España cuando se vuelvan a repetir los hechos? ¿Seguiremos poniendo la otra mejilla, diciendo que hay que negociar y resto de mentiras encaminadas a dilatar algo que, antes o después, va a pasar?

Tenemos un ejemplo de rabiosa actualidad. Los talibanes musulmanes han tomado Afganistán, tras años de lucha en los que el mundo ha permitido su rearme y avance, sin que las negociaciones, conversaciones y palabras huecas hayan servido para nada. Haciendo un chiste fácil, las FEMEN españolas podían haber ido a manifestarse enseñando sus pectorales para pedir libertad para las mujeres musulmanas, o el “trio del coitus interruptus” de la democracia española (Irene Montero, Yolanda Díaz e Ione Belarra) negociar por la convivencia, con resilencia (capacidad de adaptación frente a un agente perturbador o un estado o situación adversa) y perspectiva de género.

Pese a las malas relaciones diplomáticas de los Gobiernos de Zapatero y Pedro Sánchez con Estados Unidos, han sido ellos quienes han evacuado a la delegación diplomática española, junto al resto del personal europeo y estadounidense; y, cuando ya han salido de allí la mayoría de todos nuestros compatriotas y colaboradores nativos durante los años que nuestro ejército permaneció en aquel país, y dejó muertos en la misión, es cuando España envía dos aviones, sin apoyo militar, para copar portadas de medios de comunicación afectos.

Estas son “la alianza de civilizaciones” de Zapatero y “las relaciones de diálogo con Cataluña” de Pedro Sánchez. Ojalá me equivoque, pero al final, lo de Cataluña acabará como lo de Afganistán, a tiros.

Antonio CAMPOS

Afganistan

El ataque al sentido religioso católico, imperante en Europa desde hace unos mil años, ha propiciado las simpatías de ciertos gobiernos, y allegados, por la religión musulmana, más por derribo de los postulados católicos de mantenimiento de un orden establecido cercano al liberalismo político que por creencia en las enseñanzas de Mahoma.

En España y al amparo de una solidaridad mal entendida, fomentada por marxistas y filocomunistas, se ha impuesto el “wellcome refugiados” como mensaje de bienvenida a todos los que aquí llegan, pocos de ellos verdaderos refugiados políticos, y sí muchos que vienen a vivir a costa de los españoles, que no trabajan en nada ni piensan hacerlo en toda su vida, con una serie de servicios gratis que no disfrutan los jubilados y pensionistas que han cotizado durante muchos años de su vida, y que nos venden como si el futuro de nuestro país estuviera en sus manos, en su esfuerzo, en su trabajo y en sus impuestos, cuando la realidad es que la mayoría de ellos no pretenden integrarse en la sociedad española, ni europea, reclaman derechos como hacen los cobardes, en dónde saben no los van a repeler y no en sus países de origen, dando su vida si fuera necesario en aras al objetivo de la libertad y el nivel de vida que aquí reclaman y, en más casos de los que sería de desear, transgrediendo la ley ante el silencio de los medios de comunicación subvencionados y la esperanza de nuestros gobernantes en el voto futuro de estas personas para que ellos se mantengan en el poder con carácter permanente.

Afganistán es el ejemplo más claro de las verdaderas intenciones de los musulmanes talibanes, guerreros islamistas, armados hasta los dientes y con una ideología radical que pregona el establecimiento de un estado integrista o califato musulmán.

En declaraciones a la BBC han dejado claro su objetivo: «Si no renuncian a la cultura occidental, tenemos que matarlos».Traducción, muerte al infiel, vuelta a la edad media, la mujer es «ghanimat» o botín de guerra, la sharía, la lapidación de homosexuales, quien tiene relaciones sexuales y no está casado, sea chica o chico, castigo de 100 latigazos en público, etc….

Lo peor de todo es que ni Rusia en su día ni Estados Unidos ahora, se ha decidido acabar con esa situación, y para saber la realidad de cómo es aquello, hay que hablar con algún militar español con el que se tenga confianza, de los que estuvo allí y vivió el día a día, en una guerra vestida como misión de paz, en la que murieron más de un pelotón de nuestros compatriotas.

Hoy, a punto los talibanes de establecerse en el poder en dicho país, cuatro millones de afganos se disponen a marchar sobre Europa, conocedores de las ayudas sociales, gratis, que se reciben aquí. Nueva crisis de refugiados a la vista, en una Europa que languidece y que por mucho que diga el portavoz de la Comisión Europea: «La UE seguirá apoyando a sus socios que protegen a los refugiados y a las personas que necesitan protección internacional y apoyan a los países de acogida», más deuda europea impagable, España está más cerca de declararse en Suspensión de Pagos si no se reciben los 140.000 millones de euros pactados con la Unión Europea, que de hacer caridad con el prójimo, de cuyas verdaderas buenas intenciones yo, al menos, dudo, porque Al-Ándalus está en los mapas-objetivos de todo el orbe musulmán, y “la caridad empieza por uno mismo” en un país en el que muchos de nuestros pensionistas cobran la mitad que cualquier inmigrante ilegal.

Sé que estas líneas es clamar en el desierto, como lo fue Oriana Fallaci cuando a principios del presente siglo escribió: “Hay momentos de la vida en que callar se convierte en una culpa. Hablar, una obligación, un deber civil, un desafío moral, un imperativo categórico del cual no te puedes evadir … No entendéis, no queréis entender, que para los musulmanes Occidente es un mundo que hay que conquistar, castigar, someter al Islam”. Pero aún sabiendo que no conducirá a ninguna parte, lo digo, exponiéndome a las críticas feroces de los progres y de los vendedores de humo que hoy pululan por España.

Antonio CAMPOS

Oro olímpico

La participación española en los Juegos Olímpicos Tokio 2020 ha sido acorde a nuestro poder de influencia mundial en cualquier otro aspecto de la vida.

Dejando aparte el tesón y empeño puesto por los periodistas deportivos, que viven de ello y tienen que defender el asunto por encima de cualquier crítica, incluso constructiva, porque es con lo que llenan los platos de comida de su familia, hay una verdad que se impone por encima de cualquier otra consideración:

Han fallado los profesionales, los que juegan en los mejores clubs del mundo de fútbol, baloncesto o balonmano, los deportes de equipo que aportan entusiasmo al público en general, los que en otras ocasiones han alcanzado las cotas más altas, debiendo conformarse en esta ocasión con puestos menores en el cajón de los ganadores. Y han faltado nuestros mejores golfista y tenista, por motivos ajenos al deporte. Esto ha sido motivo de alegría para los plurinacionalistas e independentistas, esos que odian oír el himno de España y más si lo es con resonancia mundial.

El resto de nuestros deportistas, aún con fichajes interesados de oriundos o nacimiento extranjero para paliar las carencias nacionales y discusiones de ajedrez interesadas sobre si juegan blancas o negras por parte de los que pescan en río revuelto, no pueden dedicarse como sería necesario a sus especialidades porque las carreras son cortas y los ingresos escasos. El dinero aportado por el Estado a nuestros deportistas cada vez es menos, e incluso TVE preocupada como está de glosar las bondades de nuestro Gobierno, ha pagado el 12,5% del importe dedicado para el ciclo de los Juegos Olímpicos de Pekín. Y lo mismo sucede con la colaboración de las empresas privadas, lastradas por el coronavirus y por la política económica recaudatoria para poder atender votos cautivos de otros caladeros no deportivos.

Con una participación del 3,85% del total mundial de deportistas que han acudido a Tokio, con un total de 338 medallas de oro en juego, España ha conseguido 3, el 0,88%; del total de medallas, 1076, el 1,08% de las mismas. Poco bagaje para la economía y demografía española, pero en consonancia con el aporte económico para la preparación y desarrollo de nuestros deportistas desde la más tierna infancia. Para mí, tienen más mérito que nadie, pero … hasta ahí llegamos. Y hay algún rara avis de deportes minoritarios, lobos solitarios, que nos han dado satisfacciones de verlos competir con los mejores y obtener segundos y terceros puestos olímpicos, reconocimiento que perdurará mientras vivan. Pero, como decía un jefe que yo tuve, ¿quién se acuerda del que quedó segundo?

Quien ha hecho el ridículo ha sido nuestra ministra Irene Montero, a través de los tres intentos nulos realizados por Laurel Hubbard, deportista neozelandesa de 43 años, nacido Gavin Hubbard, hijo del dueño de Hubbard Foods, poderosa empresa alimenticia de Oceanía, sometida a una reasignación de género cuando tenía más de treinta años, 1,90 metros de altura y más de 100 kilos de peso, que ha competido en halterofilia femenina para más de 87 kilos. Mujer de sentimientos y estado mental, dicen que en el control médico olímpico le indicaron que tenía la próstata un poco más grande de lo normal.

Los atletas transgénero, insignificantes cuando competían con los de sus mismos cromosomas, y por lo que se ve ésta también ahora, se están apoderando de los lugares de honor cuando lo hacen con quienes tienen cromosomas femeninos, y la asociación “Save Women’s Sport” advierte de la “errónea equiparación de género y sexo” y de las consecuencias que puede tener para el deporte femenino: Podios vacíos de mujeres, menos atletas, ausencia de becas y ayudas para el deporte, mayor riesgo de lesiones severas o graves intentando competir contra la naturaleza, pudiendo llegar a quedar marginado el “sexo biológico femenino”.

El que sí se ha colgado el oro olímpico en estos juegos ha sido Pedro Sánchez. Gracias, Pedrosán. Gracias por esa medalla de oro que te has autoconcedido con motivo de tu buen hacer en la pandemia del coronavirus porque España es «medalla de oro» en la aplicación de la inmunización contra la covid, a pesar de la «oposición destructiva» del PP y de su apuesta por «la crispación, la confrontación y el bloqueo».

Gracias por esa magnífica actuación gubernamental en la que, aprovechando la desgracia, se trató de limitar la libertad de expresión, del control parlamentario y de cualquier crítica al Gobierno, de prohibir las autopsias y de ocultar los miles de muertos, no permitiendo fotografías ni reportajes televisivos de las morgues ni de ningún familiar de los fallecidos que, según mis cálculos al 30 de junio del presente año 2021 son 110.126, con un porcentaje del 8,07 de infectados sobre el total de la población.

Por esa ausencia de medidas eficaces desde el primer momento, antes del triste 8-M de Irene Montero, por la falta de material sanitario en la que médicos y enfermeras aparecieron cubiertos con bolsa negras de basura como eficaz medida contra el virus, por la compra fallida de material, por la falta de transparencia, por la ausencia de coherencia en la consulta a especialistas médicos y comerciales en la compra de material, que diversas fuentes consideran se ha adquirido a un precio superior a mercado y a través de pequeñas empresas que no parece que tengan mucho que ver con ninguna especialidad relacionada con el virus que nos asola.

Por habernos confinado mediante un Estado de Alarma declarado anticonstitucional y no haber tenido la decencia de reconocer la equivocación. Por todo ello, enhorabuena por esa medalla de oro que cuelga de tu cuello.

Pero me quedo con las verdaderamente conseguidas, eso sí, en deportes que han dejado de ser olímpicos un segundo después de haber ganado el oro: un precoz chaval extremeño de 18 años que practica una actividad con mucho futuro político, escalador; con una karateca toledana que iba diariamente a entrenar hasta Alcalá de Henares, que tuvo que emigrar a Australia y Dubai para buscarse la vida en su deporte y que ahora todos los medios de comunicación obvian como si eso no hubiera existido; y, sobre todo, con el oro en la prueba de foso olímpico en equipos mixtos, Fátima Gálvez, enfermera, joven andaluza que en vez de quejarse ha puesto coraje a su vida y dijo: “Gracias a esas personas que me han puesto obstáculos he conseguido ser la persona que soy ahora. Han sido zancadillas que han merecido la pena porque gracias a ellos estoy aquí y puedo decir que voy a participar en mis terceros Juegos Olímpicos” y Alberto Fernández Muñoz, otro joven madrileño, músico guitarrista, también con amplia experiencia olímpica, que nos han robado el sentido cuando han escuchado el himno de España con la mano en el corazón, vibrando de emoción y respeto ante la bandera que representa a todos los españoles bien nacidos y agradecidos de ser ciudadanos de un país que ha alcanzado un estado de bienestar que, bajo ningún concepto, podemos permitirnos perder.

Y con las gracias para siempre con las que hay que despedir a los Gasol, Entrerríos, Cravioto, Mireia y otros astros de similar categoría que, durante muchos años, han representado con orgullo lo mejor del deporte nacional.

Las generaciones anteriores decían que “en la mesa y en el juego se descubre al caballero”. Yo me descubro antes estos verdaderos caballeros -epiceno- de los Juegos Olímpicos de Tokio.

Antonio CAMPOS

Las trece rosas

Las “trece rosas” es un episodio del año 1939 sobre el que se han escrito miles y miles de páginas, con toda clase de interpretaciones.

Con motivo del aniversario de los hechos, el 5 de agosto, reproducimos a continuación dos opiniones encontradas sobre ellos, testigos, una vez más, de las dos Españas machadianas que creíamos cerradas y perdonadas, y que la realidad se empeña en contradecirnos.

EL PAÍS del 05-08-2021 reproduce un artículo del 05-08-2017 que, textualmente, dice así:

La corta vida de trece rosas. Fue uno de los episodios más crueles de la represión franquista. El 5 de agosto de 1939, trece mujeres, la mitad menores, fueron ejecutadas ante las tapias del cementerio del Este.

Por Lola Huete Machado – 05 AGO 2017

Que uno de los episodios más crueles de la represión franquista. El 5 de agosto de 1939, trece mujeres, la mitad menores, fueron ejecutadas ante las tapias del cementerio del Este. Su historia sigue viva hoy en forma de libros, teatro, documentales y cine.

«Madre, madrecita, me voy a reunir con mi hermana y papá al otro mundo, pero ten presente que muero por persona honrada. Adiós, madre querida, adiós para siempre. Tu hija que ya jamás te podrá besar ni abrazar. Que no me lloréis. Que mi nombre no se borre de la historia». Fueron éstas las últimas palabras que dirigiría a su familia una muchacha de 19 años llamada Julia Conesa. Corría la noche del 4 de agosto de 1939. Hacía cuatro meses que había terminado la Guerra Civil. Madrid, destruida y vencida tras tres años de acoso, de bombardeos y resistencia ante el ejército sublevado, intentaba adaptarse al nuevo orden impuesto por el general Franco, un régimen que iba a durar cuatro décadas.

En el ambiente de ese verano de posguerra -tristísimo para unos y glorioso para otros- se mezclaban las ruinas de los edificios y la pobreza de sus pobladores con las dolorosas secuelas físicas y psicológicas de la contienda. Y, sobre todo, abundaban ya la propaganda y la represión. El día a día de la capital estaba marcado por las denuncias constantes de vecinos, amigos y familiares; por la delación, los procesos de depuración en la Administración, en la Universidad y en las empresas; por las redadas, los espías infiltrados en todas partes, las detenciones y las ejecuciones sumarias. En junio habían comenzado, incluso, los fusilamientos de mujeres. «Españoles, alerta. España sigue en pie de guerra contra todo enemigo del interior o del exterior, perpetuamente fiel a sus caídos. España, con el favor de Dios, sigue en marcha, una, grande, libre, hacia su irrenunciable destino», voceaban las radios de Madrid. «Juro aplastar y hundir al que se interponga en nuestro camino», advertía Franco en sus discursos.

Sería aquélla la última carta de Julia Conesa. Y ella lo sabía. Porque, junto a otras catorce presas de la madrileña cárcel de Ventas, había sido juzgada el día anterior en el tribunal de las Salesas. «Reunido el Consejo de Guerra Permanente número 9 para ver y fallar la causa número 30.426 que por el procedimiento sumarísimo de urgencia se ha seguido contra los procesados, responsables de un delito de adhesión a la rebelión: Fallamos que debemos condenar y condenamos a cada uno de los acusados a la pena de muerte», dice la sentencia. A Julia la acusaban hasta de haber sido «cobradora de tranvías durante la dominación marxista».

Y apenas 24 horas más tarde, 13 de aquellas mujeres y 43 hombres fueron ejecutados ante las tapias del cementerio del Este. El momento lo recuerdan así algunas compañeras de presidio: «Yo estaba asomada a la ventana de la celda y las vi salir. Pasaban repartidores de leche con sus carros y la Guardia Civil los apartaba. Las presas iban de dos en dos y tres guardias escoltaban a cada pareja, parecían tranquilas» (María del Pilar Parra). «Algunas permanecimos arrodilladas desde que se las llevaron, durante un tiempo que me parecieron horas, sin que nadie dijera nada. Hasta que María Teresa Igual, la funcionaria que las acompañó, se presentó para decirnos que habían muerto muy serenas y que una de ellas, Anita, no había fallecido con la primera descarga y gritó a sus verdugos: ‘¿es que a mí no me matan?» (Mari Carmen Cuesta). «Si fue terrible perderlas, verlas salir, tener que soportarlo con aquella impotencia, más lo fue ver la sangre fría de Teresa Igual relatando cómo habían caído. Entre las cosas que nos dijo, fue que las chicas iban muy ilusionadas porque pensaban que iban a verse con los hombres [con sus novios y maridos, también condenados] antes de ser ejecutadas, pero se encontraron que ya habían sido fusilados» (Carmen Machado).

Quince de los ajusticiados ese 5 de agosto de 1939 eran menores de edad, entonces establecida en los 21 años. Por su juventud, a estas mujeres se las comenzó a llamar «las trece rosas», y su historia se convirtió pronto en una de las más conmovedoras de aquel tiempo de odio fratricida y fascismo. Un episodio sobre el que nunca se habrá escrito mucho. Lo investigó el periodista Jacobo García, ya en 1985. Lo noveló el escritor Jesús Ferrero en su libro Las trece rosas (Siruela, 2003), en el que dedica un capítulo a cada una de las muchachas y con su literatura las dota de vida y palabra, de sentimiento y dolor; le pone cara a sus verdugos. Lo documentó durante dos años, sin ficciones, y por eso aún con mayor crudeza el periodista Carlos Fonseca en Trece rosas rojas (Temas de Hoy, 2004): «No conocía la historia, no la busqué; ésta me buscó a mí a través de unos documentos que guardaba un tío de mi padre que pasó 20 años en la cárcel. Localicé el sumario, investigué; los familiares pusieron el material que tenían a mi disposición». En su libro duelen los testimonios de las familias, el momento de la condena, la partida hacia la muerte, la locura posterior de las madres de las fusiladas ante su pérdida, la indiferencia del régimen.

Retoma la historia de las trece rosas ahora la productora Delta Films en un largometraje documental titulado “Que mi nombre no se borre de la historia”, tal como pidió Julia en los últimos minutos de su vida. En la película se muestra el drama personal y el contexto social, político (su militancia en las Juventudes Socialistas Unificadas, JSU) y bélico en el que se mueven las protagonistas. «Es el primer documental sobre el suceso y entendimos que era urgente hacerlo porque son pocos los testigos vivos. Si no se recogen ahora sus voces, permanecerán para siempre en el olvido», dicen los directores, Verónica Vigil y José María Almela.

El destino triste de estas mujeres que no pudieron envejecer ha sido citado también en libros de Dulce Chacón o Jorge Semprún, y este mismo otoño lo acaba de llevar a escena la compañía de danza y teatro Arrieritos. Además, ha sido inspiración para una organización socialista recién creada, Fundación Trece Rosas, «orientada a proyectos e iniciativas en las que se profundice en la igualdad y la justicia social». Y aún más: su vida y muerte es el argumento del próximo filme de Emilio Martínez Lázaro, con guion de Ignacio Martínez de Pisón y asesoría de Fonseca.

«Tras entrevistar a sus compañeros de organización, a sus familiares, concluimos que las trece rosas eran mujeres que sabían bien lo que hacían, y que con gran valentía y clarividencia lucharon contra el régimen antidemocrático que se avecinaba», comentan Vigil y Almela. «Se afiliaron a la JSU de forma consciente; pudiendo quedarse en casa, salieron a la calle y optaron por luchar y defender la II República española, desempeñando diversas labores durante la defensa de Madrid y poniendo en riesgo sus propias vidas». Según Fonseca, el régimen franquista «adoptaba un tono paternalista con las mujeres en sus mensajes, pero trató con igual inquina a hombres y a mujeres. La miliciana era para los vencedores la antítesis de la mujer, cuya misión en la vida era ser madre y reposo del guerrero». Para Santiago Carrillo, que fue primer secretario general de la JSU, «en las guerras, son ellas siempre las que más sufren. Y el régimen de Franco hizo todo lo posible por destruir el espíritu de libertad de las mujeres que se había creado con la República».

Ellas se llamaban Ana López Gallego, Victoria Muñoz García, Martina Barroso García, Virtudes González García, Luisa Rodríguez de la Fuente, Elena Gil Olaya, Dionisia Manzanero Sala, Joaquina López Laffite, Carmen Barrero Aguado, Pilar Bueno Ibáñez, Blanca Brisac Vázquez, Adelina García Casillas y Julia Conesa Conesa. Eran modistas, pianistas, sastras, amas de casa, militantes todas, menos Brisac, de la JSU. El suyo se considera uno de los castigos más duros a los vencidos de la posguerra. Una respuesta, dicen, al asesinato del comandante de la Guardia Civil, Isaac Gabaldón, a su hija y su chófer el 27 de julio anterior.

«El número de detenciones diarias en la capital era muy variable en 1939, aunque muchos días la información titulada ‘Detención de autores de asesinato’ estaba formada por más de cien nombres», escribe Pedro Montoliú en su reciente e interesante libro Madrid en la posguerra, 1939-1946. Los años de la represión (editorial Sílex) que le ha supuesto cuatro años de investigación y en el que describe el ambiente de aquel tiempo: «Los peores meses fueron junio, con 227 fusilados; julio, con 193; septiembre, con 106; octubre, con 123, y noviembre, con 201. Por días, los más sangrientos fueron el 14 de junio: 80 fusilados; 24 de junio, 102; 24 de julio, 48; el 5 de agosto, 56. Ese día, y 48 horas después de dictar sentencia, fueron fusiladas las ‘trece rosas’, de entre 18 y 23 años, que habían intentado reconstruir la JSU en la clandestinidad».

Vigil y Almela enfocan su película preguntándose cómo se podía llegar a ejecutar una sentencia tan infame. «¿Qué había pasado en España? ¿Qué acontecimientos habían azotado el panorama político y social de aquel entonces?». Miraron entonces hacía la organización política juvenil de la que las trece rosas eran miembros, la JSU, y a su papel en el transcurso de la guerra.

«Franco se proponía destruir hasta la simiente de los rojos en este país y al decir rojos, estoy diciendo los simples demócratas, los liberales, cualquier recuerdo de los tiempos en que España había sido libre», declara Carrillo en el filme. La organización nació en marzo de 1936 de la fusión entre la Unión de Juventudes Comunistas y la Federación de Juventudes Socialistas. «Luchábamos por un ideal», dice uno de sus miembros. Otra: «Nos afanábamos por la libertad, por un mundo mejor, porque el trabajador pudiera vivir en condiciones». Una tercera: «Defendíamos la República que había sido elegida en 1931, mejorándola». Y cuarta: «Mi conciencia política surgió tan pronto empezó la guerra. Tenía 15 años y debía pelear, no había más remedio». En 1939, la JSU se encontraba deshecha, sus líderes encarcelados. Sólo se contaba con el coraje de sus miembros para reorganizarse.

«Crear una estructura clandestina es siempre algo muy difícil. Hay que concentrar los esfuerzos. Y en ese periodo los concentramos en la creación, sobre todo, de un partido comunista clandestino», afirma Carrillo. Para el régimen, según el periodista Jacobo García, la JSU representaba un gran peligro: «Dada la juventud de sus militantes, estaba destinada a sobrevivir durante muchos años y a plantear problemas al régimen franquista durante muchos años, a corto, medio y largo plazo». Debía desaparecer.

Así, estando todos los hombres en prisión o en el exilio, de la reorganización se encargaron las mujeres o los jóvenes. «Queríamos seguir luchando, recuperar dinero para ayudar a los presos, para sacarlos, para sacar a mi hermano; queríamos, pero no lo conseguimos», apunta Concha Carretero. «Te cogían enseguida», rememora Nieves Torres. «Era un Madrid triste, reservado, la gente no se atrevía a mirar a nadie; si ibas en el metro, todo el mundo iba con la cabeza baja», dice Mari Carmen Cuesta. Se tira de los detenidos, se utiliza la tortura para conseguir delaciones, y así, poco a poco, va cayendo la organización. «A los presos los sacaban a la calle y los usaban como gancho, detrás iban dos policías. Así me detuvieron a mí», sigue Torres.

Las trece rosas fueron elegidas para morir entre las 4.000 reclusas hacinadas en Ventas en un espacio pensado para 400 (más de 280.000 presos políticos se contaban en 1939 en España). ¿Por qué ellas y no otras? El escritor Jesús Ferrero imagina una posibilidad literaria y azarosa en su libro: «Roux, Cardinal y el Pálido habían comido opíparamente en el Ritz y se sentían alegres. Una hora antes les había llegado la orden de elegir a quince mujeres, preferentemente menores de edad, para conducirlas a juicio. Ya en comisaría, una señora, que se sentía agradecida porque habían liberado a su hija, le regaló al Pálido un ramo de rosas. Eran quince. El Pálido lo cogió y, mirando a Cardinal y a Roux, dijo: ‘Señores, ha llegado el momento de decidir quiénes van a ser las quince de la mala hora. Bastará con ponerle un nombre a cada una de las rosas. Empezaré yo’, dijo tomando una flor. ‘Y bien, esta rosa de pasión se va a llamar Luisa. No conseguí que esa bastarda pronunciara una sola palabra en los interrogatorios. Por poco me vuelve loco’. ‘Y ésta, Pilar’, dijo Cardinal. ‘Y ésta se va a llamar Virtudes’, susurró el Pálido con precipitación. ‘Y ésta, Carmen’, dijo Cardinal. ‘Lo merece más que nadie. Nunca me miró bien esa condenada’. ‘Y ésta, Martina’, anunció Roux. ‘Está siempre ausente. Seguro que ni siquiera se va a dar cuenta de que ha muerto».

Ficciones aparte, ellas sí se daban cuenta. De sus condiciones («La posguerra fue peor que la guerra»), de las humillaciones («Se ve que les gustó mi pelo y me dejaron pelona, pelona; me lo cortaban y me lo enseñaban, ‘¿no te da pena este ricito?»), de lo que les esperaba («No bastaba con estar tú en la cárcel, todo tu entorno tenía que expiar por tu pecado»), de lo que significaba pertenecer a los derrotados («Nos trataban de lo peor, muchas palizas, muchas vejaciones»), de lo que perdían («Estuve 16 años en prisión, se me fue lo mejor de mi juventud»).

Así lo cuentan en la película Maruja Borrell, Nuria Torres, Mari Carmen Cuesta, Concha Carretero, Ángeles García-Madrid, entre otras muchas, de las que fueron amigas, conocieron y/o compartieron celda con las trece rosas en aquellos días. Hablan de las penurias, de la vida cotidiana en una prisión en la que sólo se comían «lentejas de Negrín», de los petates en el suelo, de la desconfianza («No te fiabas de nadie porque se decía que los franquistas habían metido chivatas dentro»), y hasta de su capacidad para sobrevivir, intimar, quererse y reírse de sí y de su situación. Hablan de las terribles noches de saca, de cómo todas salían temerosas a la galería para ver quiénes eran las elegidas para morir, de cómo sucedió todo en aquella noche terrible de agosto. «Para mí es un recuerdo muy amargo, muy amargo», llora aún hoy desconsolada Mari Carmen Cuesta, entonces de 16 años.

En la película de Delta Films y en el libro de Fonseca se recogen testimonios de parientes: las sobrinas de Julia, de Dionisia, de Martina. Y del hijo de Blanca Brisac y Enrique García, quizá la más triste de todas las historias: «Mi padre pertenecía a la UGT, pero mi madre dijeron que era de la JSU, y yo sé que no militaba. Lo puedo jurar», dice. A ambos los ejecutaron ese 5 de agosto de 1939, cuando él tenía 11 años. «Determinadas corrientes revisionistas pretenden hoy cambiar la realidad de los hechos y esto sí que es muy peligroso. No se trata de generar sentimientos revanchistas. En ninguna de las entrevistas que hicimos percibimos rencor. Al contrario, fue toda una lección de humanidad. Nuestro documental trata de concederles el minuto de duelo que en su día se les negó», cuentan Vigil y Almela.

Fue Blanca Brisac, sin embargo, quien mejor lo expresó, mientras escribía a su hijo esa noche, ya en capilla: «Voy a morir con la cabeza alta. Sólo te pido que quieras a todos y que no guardes nunca rencor a los que dieron muerte a tus padres, eso nunca. Las personas buenas no guardan rencor Enrique, que te hagan hacer la comunión, pero bien preparado, tan bien cimentada la religión como me la cimentaron a mí. Hijo, hijo, hasta la eternidad».

Elena Buades Navarro – Escritora

Las Trece Rosas es el nombre con el que se conoce a 13 jóvenes fusiladas el 5 de agosto de 1939 por participar en atentados terroristas. Pertenecían, en su mayor parte, a las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) la rama juvenil del comunismo en España que aspiraba a implantar en nuestro país un régimen como el de Stalin en la URSS, país desde el que se financiaban y al que había escapado, tras la Guerra Civil, su máximo dirigente: Santiago Carrillo.

Las JSU, a las que pertenecían la mayoría de las 13 rosas, habían tenido una destacada participación en la represión republicana en Madrid durante la Guerra Civil. No en vano, esta organización política controlaba y dirigía directamente cinco checas donde se torturó y asesinó a cientos de personas. Está perfectamente documentado en los papeles del PCE que bajo control de su organización juvenil se encontraban las checas de Mendizabal 24, la de la calle Raimundo Lulio, la de Santa Isabel 46, la del Convento de las Pastoras de Chamartín y la de la calle Granda 4. Además, participaron en la acción represiva de varias otras cárceles de partidos políticos y tuvieron un papel destacado en las sacas cometidas para asesinar a miles de presos sin mediar juicio alguno. Quienes las presentan como garantes de la democracia suelen olvidar, entre otros, este detalle: a ellas se les juzgó, pero ellas participaron en una organización que asesinó sin juicio a miles de personas y que, en el momento de ser detenidas, se había convertido en un grupo terrorista dirigido por José Pena, Severino Rodríguez y Federico Bascuñana.

Las 13 rosas fueron condenadas a muerte, pero no estaba prevista su ejecución hasta que el 29 de julio de 1939 un comando de las JSU asesinó al comandante Isaac Gabaldón, a su hija Pilar de 16 años –hubiera cumplido 17 unos días después- y al chofer que conducía el vehículo, Luis Díaz Madrigal. La acción terrorista decidió a la autoridad judicial a la ejecución de las sentencias de muerte que se encontraban paralizadas. Entre las casi 70 sentencias se encontraban las de las 13 rosas.

Varias de ellas eran destacadas dirigentes y activistas del grupo terrorista en el que se habían convertido las JSU:

Ana López Gallego era la responsable de la rama femenina de las JSU. Recibía órdenes directamente de Manuel González Gutiérrez y había tenido una destacada participación en la organización del atentado frustrado que pretendían realizar durante el Desfile de la Victoria y que tenía como objetivo el asesinato de “la mayor cantidad de público asistente”, como declaró ante el juzgado la propia terrorista. Su cometido era el trasporte del explosivo, para ello se valía de jóvenes militantes de entre 15 y 17 años que, por su edad, no levantaban sospechas.

Joaquina López Laffite fue la secretaria general del Comité Provincial de las JSU. Su casa se usaba para celebrar las reuniones de dicho comité y en ella se planificaron varios de los atentados que prepararon desde la organización juvenil comunista. Había organizado una red, en la que participaban varias de las 13 rosas, que preparaba a jóvenes comunistas para que intimaran con falangistas a los que sacaban información para señalar las víctimas de sus atentados.

Carmen Barrero Aguado era miembro del Comité Nacional de la organización y una de las personas de mayor responsabilidad en la toma de decisiones junto a Pena, Rodríguez y Bascuñana.

Pilar Bueno Ibañez era la mano derecha de López Laffite en el Comité Provincial y el enlace de ésta con Barrero.

Dionisia Manzanero Salas era la responsable de mantener el contacto entre las diversas ramas del grupo terrorista y rendir cuentas ante Bascuñana, dirigente encargado de los comandos terroristas que perpetraban los atentados.

Ante estos datos sorprende que políticos, partidos y personalidades de diversos ámbitos sigan brindando homenajes a quienes se convirtieron en terroristas tras resultar derrotados en una guerra.

No solamente los actuales dirigentes de las Juventudes Comunistas, desde Podemos a representantes de Ciudadanos no tienen ningún empacho en mostrar su admiración por estas 13 mujeres condenadas a muerte, pero que callan sin ningún rubor ante los miles de asesinatos cometidos por ellas y sus asociados durante la Guerra Civil.

La capacidad de la izquierda para construir leyendas es realmente admirable. El caso de las llamadas “trece rosas” es un perfecto ejemplo. Empezando por la circunstancia de que a esas mujeres fusiladas en 1939 se las considere socialistas cuando, en realidad, eran comunistas. Pero para entender adecuadamente el capítulo, en el que nada es rosa, conviene ponerlo en su contexto.

Cuando acabó la guerra civil, el Partido Socialista Obrero Español estaba literalmente triturado, dividido en al menos cuatro facciones. Hay que recordar que el último acto de la contienda es una batalla intestina en el bando del Frente Popular: a un lado, el Consejo de Defensa de Madrid, liderado por el socialista Besteiro con el coronel Casado y el anarquista Cipriano Mera; al otro, el gobierno del también socialista Negrín, entregado al Partido Comunista y cuyos principales líderes ya habían huido del país.

Aquella batalla no fue cosa menor: hubo cerca de 2.000 muertos. Sobre esta ruptura se añadió inmediatamente otra en el exilio: los socialistas de Indalecio Prieto, por un lado, contra los de Negrín, que a estas alturas ya había sido expulsado del PSOE. Prieto y Negrín no peleaban por razones ideológicas, sino por controlar el tesoro expoliado y expatriado por los jerarcas republicanos para sufragar su exilio. El PSOE nunca se recuperará de estos desgarros, y por eso su trayectoria bajo el franquismo fue tan poco relevante. Pero aun antes había habido otra ruptura, esta de mayores consecuencias: la de las Juventudes Socialistas, que fueron el instrumento de Moscú para fagocitar al PSOE.

Recordemos sumariamente los hechos: desde abril de 1936, con el protagonismo de Santiago Carrillo y por instrucción directa de Moscú, las organizaciones juveniles del partido socialista y del partido comunista se fusionan en las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). Cuando estalla la guerra, los militantes de las JSU ingresan en masa en las llamadas Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas, la organización paramilitar del Partido Comunista, a la que tan pronto veremos en el frente como en la represión ejecutada en la retaguardia. Finalmente, en noviembre de 1936 y bajo la dirección personal de Santiago Carrillo, las JSU rompen con el PSOE y se pasan al Partido Comunista. Las JSU, por tanto, eran una organización dependiente del PCE, enteramente subordinado a su vez a la Komintern y al Partido Comunista de la Unión Soviética, cuyo líder, por si alguien lo ha olvidado, era Stalin. Todas estas cosas son bien sabidas y los propios protagonistas las han contado reiteradas veces. Es asombroso que aún sea preciso recordarlas.

Cuando acabó la guerra civil, en abril de 1939, los principales cuadros del Partido Comunista ya estaban en el extranjero. Primero en Francia, pero París proscribió a los comunistas después del pacto de Stalin con Hitler (agosto de 1939), así que casi todos acabaron en Moscú. Cerca de un millar de personas se instalaron en la capital soviética. Meses antes, en junio, Santiago Carrillo había publicado su célebre carta contra su propio padre, el socialista Wenceslao, de la facción de Besteiro, acusándole de traición.

Los socialistas –decía entre otras cosas Santiago Carrillo- habían dejado en la cárcel a millares de comunistas para que las tropas de Franco los encontraran allí al entrar en Madrid. Eso era verdad. La carta tenía por objeto exculpar al PCE –y sobre todo al propio Santiago- de responsabilidad en la derrota y romper cualquier lazo entre el PCE y el PSOE.

Consiguió su objetivo, aunque a Carrillo le costaría recuperar su posición en la cúpula de un PCE cuyo buró político se reunía en Moscú en un ambiente de tempestad. No era para menos: José Díaz, el ya muy quebrantado secretario general, acusaba de traición a las JSU, es decir, a Carrillo.

El episodio de las “trece rosas” tiene que inscribirse en este contexto. En el verano de 1939, lo que ha quedado del PCE en España es menos que nada: los que no han huido, han sido ejecutados por los socialistas en el golpe de Besteiro y Casado –véase el caso de Barceló- o están presos y esperando juicio o paredón.

El primer intento de reconstrucción del partido en torno a Matilde Landa es frustrado de inmediato por la policía (Matilde fue condenada a muerte, pero una intervención del filósofo García Morente, ya sacerdote, la salvó del paredón). Acto seguido toma su testigo Cazorla, viejo camarada de Carrillo en los días de Paracuellos, pero con la misma rapidez es delatado desde el interior. Son episodios que he documentado abundantemente en “El libro negro de Carrillo” (Libros Libres, Madrid, 2010).

En Madrid permanecen, sin embargo, núcleos menores de las JSU, que sienten la necesidad de multiplicar las acciones para eludir esa acusación de traición que la cúpula del Partido formula contra ellos. Ahora bien, esos sectores que aún quedan en la capital son los más vinculados a la represión roja en retaguardia, dirigidos por líderes de tercer o cuarto nivel y prácticamente sin comunicación con la cúpula de la organización, que está en el extranjero. Son tales líderes los que, supuestamente, tramaron el asesinato de Isaac Gabaldón a finales de julio de 1939.

El comandante Isaac Gabaldón, guardia civil, estaba adscrito al Servicio de Información Militar de Gutiérrez Mellado y era encargado del Archivo de Logias, Masonería y Comunismo, es decir, un puesto clave de la represión de posguerra. Fue asesinado en la carretera de Talavera junto a su hija (Pilar, 16 años) y su chófer.

El asesinato fue imputado a los comunistas, o sea, a las JSU. Hubo una redada que desmanteló los últimos restos del partido comunista en Madrid y llevó al tribunal, primero, y al paredón después, a 56 personas, entre ellas las jóvenes que luego la propaganda comunista bautizará como las “trece rosas”.

El mismo día del asesinato, según refiere Piñar Pinedo citando una resolución judicial del 20 de octubre de 1939, apareció en la prisión de Porlier nada menos que Gutiérrez Mellado para excarcelar a uno de los detenidos, el militante comunista Sinesio “el Pionero”, que resultó ser un confidente del SIM. Sólo él se salvó. Y enseguida desapareció para siempre. Todo el episodio del asesinato de Gabaldón y la investigación posterior está lleno de misterios y contradicciones. No es, en todo caso, el objeto de este artículo.

Los 56 detenidos en aquella operación fueron acusados de terrorismo, tanto por el asesinato de Gabaldón como por otras tentativas. Objetivamente, terrorismo era. Después, la mitología de la izquierda española ha convertido a las víctimas, y en particular a las “trece rosas”, en leyenda. La placa que conmemora su muerte dice que “dieron su vida por la libertad y la democracia”. No: dieron su vida –o, más bien, se la quitaron- por la dictadura del proletariado y por la revolución bolchevique, que era en lo que realmente creían.