Y no se les cae la cara de vergüenza
Por Juan Manuel Jimenez Muñoz – Médico y escritor malagueño.
Se llama Rafael Cadenas, tiene 93 lúcidos años, es uno de los principales poetas en idioma castellano y es el primer venezolano en recibir el Premio Cervantes, máximo galardón de las Letras Españolas. Lo recibió ayer del rey Felipe, en un acto multitudinario al que asistió la flor y nata de la Nación Española, a excepción del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que ni es flor ni es nata, sino flan: un flan que tiembla ante la sola presencia de algún ser humano que no sea un asesor ministerial o un militante del PSOE.
Cadenas es un fabuloso escritor y un magnífico ciudadano que viene denunciando los atropellos del régimen chavista desde hace más de dos décadas. En algún momento, incluso, pensó abandonar Venezuela como otros tantos millones de venezolanos; pero consideró que el lugar de su palabra estaba allí: la palabra con la que denunciar atropellos, crímenes y censura. El Cervantes reconoce también todo eso. Y tal vez (y digo sólo tal vez), ésa haya sido la verdadera razón de la ausencia de Sánchez: Venezuela.
< ¡Venezuela! ¡Ya salió Venezuela! >. Eso dicen los que nunca quieren que “salga” Venezuela en las conversaciones. Es natural. Es entendible. A mí también se me caería la cara de vergüenza si en algún momento de mi vida hubiese defendido a Chávez o, lo que es peor, si siguiese defendiendo su legado a pesar de la evidencia. Y más se me caería la cara de vergüenza si tuviese que convivir con la doctora Carmen, mi vecina de consulta, venezolana, médica internista, buenísima persona, magnífica profesional, huida de Venezuela con su familia por tres motivos sencillos: comer, trabajar, y hablar sin miedo.
La hemeroteca es implacable. Hay cientos y cientos de videos en Internet donde bastantes políticos españoles se explayan en alabanzas al Régimen de Chávez y de Maduro, que es el único miembro del Régimen que no está a régimen. El lector sólo tiene que buscar en YouTube y encontrará a destacadas figuras de la política española defendiendo a los chavistas venezolanos con palabras que causan sonrojo y náuseas a partes iguales. Daré unos cuantos nombres: Yolanda Díaz (SUMAR) (sí, sí; no es un error), Pablo Iglesias (Podemos), Iñigo Errejón (Más País), Juan Carlos Monedero (Podemos), Pablo Echenique (Podemos), Alberto Garzón (Izquierda Unida) y Enrique Santiago (PCE). Gente moralmente enferma. A todos ellos les digo que se metan la lengua en el culo, y que si quieren saber lo que está pasando en Venezuela… que vengan a mi Centro de Salud y hablen con Carmen.
Hoy, lector, con siete asuntos sencillos, pongo en tus manos un breve resumen de lo que ha sucedido en Venezuela en sus 25 años de chavismo (1999-2022): desde la llegada de Chávez al poder en unas elecciones libres hasta la actualidad. No son milongas de eslóganes. No son basura de mítines. Son datos aportados por organismos internacionales:
a-Gracias al chavismo, según la ONU, el 93% de los venezolanos vive en la pobreza (un 68% en la extrema pobreza). Antes de Chávez, la pobreza extrema era del 9%.
b-Gracias al chavismo, según la FAO, el 88% de los venezolanos tiene dificultad para conseguir comida diariamente, y el 32% de los venezolanos menores de edad sufre desnutrición. Es la mayor tasa de toda América, al nivel de algunos países africanos.
c-Gracias al chavismo, según la ONU, el 87% de los hogares venezolanos sufre cortes eléctricos regulares, incluyendo empresas y hospitales.
d-Gracias al chavismo, según la ONU, Venezuela es el país con la mayor tasa de delincuencia de toda América. Su tasa de asesinatos ha llegado a ser de 92 homicidios por 100.000 habitantes. Actualmente es de 46. Compara con otros países: Colombia 27; El Salvador 18, Bolivia 9; Ecuador 7; Argentina 5; España 0,8; Islandia 0,4.
e-Gracias al chavismo, según Transparencia Internacional, Venezuela es hoy el cuarto país más corrupto del planeta. Desde la llegada de Chávez al poder han desaparecido de las arcas públicas venezolanas más de 250.000 millones de dólares: es el quíntuple del rescate bancario español. Y eso es una barbaridad con b de bandido.
f-Gracias al chavismo, según ACNUR, 7.200.000 venezolanos han tenido que marcharse de su país: es el 22% de su población. Una de esas personas es mi compañera de trabajo, Carmen. Otra, el líder de la oposición, Juan Guaidó. Es el éxodo más importante de toda la historia conocida de Sudamérica.
g-Y dejo para el final otra terrible noticia que acaba de saltar a la prensa: el Tribunal Penal Internacional (TPI) está investigando al chavismo por crímenes contra la Humanidad. Por ello, la fiscalía del TPI publicó el pasado viernes los testimonios completos de las torturas infligidas a 8902 venezolanos por la policía política del chavismo (el SEBIN): descargas eléctricas en los genitales, arrancamiento de uñas con tenazas, baños en orines y excrementos, perros amaestrados para morder las zonas íntimas, y otras simpáticas diabluras que seguramente harían las delicias de algunos, algunas y algunes.
Porque el chavismo, en sus distintas y maléficas versiones (venezolano, castrista, peronista, sandinista, podemita o “sumatorio”), consiste precisamente en eso: en envidiar lo ajeno, en expoliar el país, en saquear a tus compatriotas, en adueñarse de las instituciones, en ahuyentar a las empresas, en destruir el comercio, en vaciar las tiendas, en encarcelar a los opositores, en proteger a los delincuentes, en dar aliento a los okupas, en excarcelar a los pederastas y en hacer pucheritos en el Parlamento cuando a los violadores les aumentan las condenas. En resumidas cuentas: el chavismo consiste en estar en guerra permanente contra tu propio pueblo.
Y eso es todo, lector.
Venga, anímate: escríbeme diciendo “¡YA SALIÓ VENEZUELA!”. Llámame luego fascista. O dime que lo de Venezuela es falso. O dime que lo de Venezuela no puede pasar aquí. Después, saca el tema de nuestra guerra civil. Seguidamente, háblame de las cunetas. Y luego, si te parece, me mencionas el plumero.
Hala. Aquí estoy con el paraguas.
Nuestro voto debe apartar la inmundicia
Eran los denostados años sesenta del siglo pasado. En una España que se empezaba a recuperar de una guerra civil y el único objetivo era hacer viviendas y dar trabajo a los ciudadanos que entonces la poblaban, siempre había algún “flechilla” más listo que nadie, que abusaba de su cargo público digital, y cuando le pillaban en algún renuncio o falta cometida, enseguida sacaba aquella manida frase de “usted no sabe con quién está hablando”.
En aquellos años se formó la clase media española, en los que se comía más en consonancia con el Dómine Cabra que con los sindicatos mariscadores actuales, que la carne no estaba en los platos de todas las casas, que se empezaba a asumir responsabilidades, derechos y obligaciones cuando te empezaba a salir barba, cuando había una sola bandera, se hablaba un mismo idioma y la juventud respetábamos a nuestros mayores, se limpiaban las riberas de las ríos y las malezas de los bosques, estaba vigente una ley que aprobó la II República, llamada Ley de Vagos y Maleantes y, eso sí, había una media de dos mil personas en cada provincia que se pavoneaban no teniendo ningún otro mérito que pertenecer al bando ganador de esa lucha fratricida que dejó miles de muertos -aquí el número lo pone cada uno según sus ideales- entre todos los contendientes, que trataban de estar siempre por encima del resto de los ciudadanos y hacer prevalecer sus ideas por encima de leyes y normas de carácter social mundialmente admitidas.
Fuimos muchos los que creíamos que con la democracia se habían acabado esos vasallajes a personajes de la nada venidos a mojones de perros callejeros en su devenir vivencial. Pero hoy, una vez más, he comprobado que estaba equivocado, que siguen existiendo, como ese tal José Andrés del Reino Cárdenas, coordinador de área en el gabinete de la ministra Irene Montero, que protagonizó en el aeropuerto de Santiago de Compostela una trifulca por negarse a pagar exceso de equipaje, llamando «fachas, nazis, homófobos, puta» a los agentes que lo detuvieron y «Me detenéis porque soy de Podemos y gay. Mañana estaréis en la calle».
Siento decirlo camaradas, pero estamos igual, o peor que con Franco. Antes no se comía carne porque no había dinero, ahora porque no quieren que la comamos; antes no llovía y se hacían pantanos, ahora tampoco llueve, pero destruimos los que había; antes había mequetrefes, chiquilicuatres, chisgarabís, botarates que se creían superiores al resto por “estar apuntados” a caballo ganador, ahora lo mismo, solo que en vez de caballos lo que corren son galgos famélicos, afeitados el rabo con la hoz y la mente con un martillo.
¿Qué le vamos a hacer si no damos para más!, me refiero a los españoles. Si no somos capaces de apartar estas inmundicias con el arma más potente que tenemos todos en la mano, nuestro voto, nos merecemos esto y todo cuánto nos pase.
Antonio CAMPOS