Nunca pasa nada

El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón, ha declarado que el que no vengan turistas del Reino Unido y de Alemania, «desde el punto de vista sanitario estas decisiones nos ayudan, y es un riesgo que nos quitan», y así habrá «menos importación de casos», reconociendo que los aeropuertos son puntos de “importación del coronavirus”.

No ha dicho nada de otro evidente motivo de contagio importado, la llegada incontrolada de pateras de inmigrantes ilegales, con elevado porcentaje de contagiados, algunos de ellos por estar fugados y otros, como en Almería, dejando en libertad a 200 de ellos por estar cerrados los CIE. Todos ellos pululan por diferentes sitios, incontrolados, y el avance de los contagiados en Aragón y en Cataluña tienen bastante que ver con ellos. Por cierto, un grupo de jóvenes “sin nacionalidad” ha reventado treinta y cinco cristales del tren Mataró-Barcelona; y no pasa nada.

 

En este país nunca pasa nada siempre que aparezca alguna referencia a izquierda, radical, antisistema, feminismo, LGTB, independentismo, inmigrante, musulmán, república, anticonstitucional y otra serie de términos similares, y tenemos miedo a utilizar palabras como honradez, patriotismo, compañerismo o cualquiera de las virtudes al uso histórico español, que parece que seamos nosotros quienes hemos inventado la democracia, y lo que en realidad estamos haciendo es ir hacia una autocracia.

Varios catalanes, en diferentes momentos, han mostrado su predisposición contra España y su deseo de conseguir la independencia por la fuerza de las armas si fuera necesario. En esta ocasión ha sido el expresidente de ERC Carod Rovira (el que negoció con ETA que no atentara en Cataluña, y el que se puso una corona de espinas como burla al cristianismo) el que en un artículo titulado “Control del territori”, insta a la Generalidad a preparar a los Mossos (“hay mossos personalmente comprometidos con la causa legítima del pueblo catalán por su independencia nacional”): “Quiero pensar que al margen de preparar campañas electorales y profundizar en florituras legales ahora mismo debe haber también quien se preocupa con rigor sobre cómo proceder cuando sea necesario, el día D, en la hora H, al control efectivo del territorio. Y, sobre todo, cómo mantenerlo”.

“Luego empieza a hacer un recuento de los policías que hay en Cataluña, de los bomberos, de los expertos en artes marciales, de los CDR y de cualquiera capaz de empuñar un arma para llegar a la conclusión de que es vital que la Gene haga planes para controlar el territorio e imponer la dictadura lazi en toda Cataluña. Un escenario de terror en el que, a los botiflers, colonos y demás bestias humanas nos señalarán el camino (o emigración o plomo) y las bandas de terroristas lazis camparán a sus anchas, un poco al estilo Kosovo.

En su delirio, Carod llega a proponer contar con (esto es, armar) “branques sindicals de tradició més combativa, militants de partits polítics, membres d’organitzacions socials”. Para que se entienda: dar armas a los herederos de Durruti, a los militantes lazis y a los CDR para que salgan a la calle a imponer su ley y sembrar el terror. Un panorama de lo más atractivo.

Tot es va confirmant: aquesta gent són un perill per a Catalunya i per als catalans. Su Catadisney es una pesadilla de terror y ajustes de cuentas, una repetición del caos de violencia y asesinatos en la que se vio sumida Cataluña durante la guerra civil” Dolça Catalunya 28-07-2020.

Y como todo se pega, menos lo hermoso, Íñigo Urkullu exige bilateralidad para la conferencia de presidentes autonómicos del 31 de julio, igual que hizo en su día el presidente de la Generalidad catalana.

Pedro Sánchez y sus compañeros comunistas de gobierno pintan menos en Europa que yo en el panorama literario mundial. Y se están empezando a acumular los problemas: Cataluña, Euskadi, veto europeo al turismo, sube el paro más de un millón de personas en el último trimestre, disminuyen los ingresos de Hacienda en veinte mil millones de euros por haber menos cotizantes y de menor importe, aumentan los contagiados por coronavirus (diecisiete mandos dando instrucciones, que lo están haciendo peor aún que lo hizo el gobierno central), el comercio cerrando forzoso unos y por quiebra otros, regalamos 1.700 millones de euros a otros países sin ninguna explicación, la Guardia Civil tutelada por Marlaska, dedicada a poner multas por llevar la bandera de España en las cercanías de la vivienda del VP Pablo Iglesias y sin poder desenfundar hasta que no les disparen a ellos, el rescate financiero de la Unión Europea, diferido en el tiempo y condicionado a políticas económicas contrarias a su ideario, y todos los sectores reclamando ayudas y subvenciones, sin considerar que el coronavirus está cambiando el mundo y que también tienen que cambiar ellos, deflactando los precios y reestructurando las empresas. Se nos avecina un cuarto trimestre del año más que problemático, dirigido por el socialismo en estado puro, ese que es capaz de dejar a Cuba sin azúcar, a Venezuela sin petróleo, a Argentina sin carne, y a España sin turistas, porque está claro que aquí ni avanzamos con el coronavirus ni con la recuperación económica.

 

 

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