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Será tarde

El presidente Pedro Sánchez ha declarado que «Una de las cosas por las que pasaré a la historia es por haber exhumado al dictador. Lo que me motivó a hacerlo no solo fue la deuda que tenemos con los familiares de las víctimas sino también reivindicar el pasado luminoso del republicanismo». Ni que decir tiene que rápidamente le han aplaudido su círculo de mantenidos y/o subvencionados por el erario, como Luis García Montero, Pedro Almodóvar, Meritxell Batet, así como varios ministros socialistas y miembros de la Ejecutiva Federal del PSOE.

Nadie discute la etapa franquista, es una más en la historia de esta nación y así debería enseñarse a todas las generaciones venideras a fin de que no volvieran a producirse ni los actos y asesinatos que precedieron a la Guerra Civil ni la dictadura y su venganza sanguinaria después de la guerra.

He consultado el DRAE, costumbre que tengo desde que era un infante, y en la entrada correspondiente a dictador, dice:

1. m. y f. En la época moderna, persona que se arroga o recibe todos los poderes políticos y, apoyada en la fuerza, los ejerce sin limitación jurídica.

2. m. y f. Persona que abusa de su autoridad o trata con dureza a los demás.

En el diccionario de Oxford se define:

1.Soberano que recibe o se arroga el derecho de gobernar con poderes absolutos y sin someterse a ninguna ley.

2.Persona que abusa de su superioridad, de su fuerza o de su poder en su relación con los demás.

Al igual que las guerras actuales ya no se hacen en lucha cuerpo a cuerpo por parte de la infantería, sino que es el poder nuclear y el miedo al mismo lo que lleva a ganarlas, o a perderlas, para dar un golpe de estado o imponer una dictadura no es necesario sacar los tanques a la calle o tomar un parlamento por las armas. Ahora el tema es mucho más sublime, puede alcanzarse un estado autócrata o autoritario cambiando las leyes por parte de una suma agregada de minorías que, con pátina democrática de votar una vez cada cuatro años, no tenga en cuenta la evolución diaria de la realidad en la que se vive.

España es un claro ejemplo de ello, en la que Pedro Sánchez se mantiene en el poder a través de los siguientes grandes apoyos:

– El de separatistas e independentistas, que saben no obtendrían nunca una situación tan favorable a sus intereses por la debilidad del número de diputados del partido en el Gobierno.

– El cambio de las leyes y toma del poder de los órganos fundamentales en el funcionamiento del Estado, que hacen prácticamente imposible el resarcimiento de responsabilidades por parte de quien disienta de sus actuaciones.

– La colaboración interesada crematísticamente de diferentes medios de comunicación a favor de la causa fundamental que los sostiene.

– Y la peor de todas, la mentira permanente en la que está establecido nuestro presidente, que miente permanentemente, sin sentimiento de culpa, honor ni responsabilidad política ni penal de ningún tipo, que hubiera provocado su cese o dimisión inmediata en cualquier nación verdaderamente democrática y que aquí es aplaudida y mantenida como verdad universal por parte del electorado.

De esas declaraciones que hemos dejado constancia al principio de estas líneas, lo más importante no es el haber sacado los restos de Franco del Valle de los Caídos, porque el General estaba bien muerto, enterrado y olvidado por todo el mundo, incluso las dos últimas generaciones de españoles no sabían quién había sido.

Lo peor de todo es que Pedro Sánchez está convencido de que pasará a la historia, al mismo nivel que los Reyes Católicos, Carlos I o Azaña, reivindicando el pasado luminoso del republicanismo en un país en el que la Constitución establece que la forma de Estado es una monarquía.

Para mí, esto tiene dos explicaciones: La primera es que ha empezado la cuenta atrás del reinado de Felipe VI El Escayola, que únicamente adorna como lo hacían esas figuritas de escayola que hace años se ponían encima del televisor cuando estos eran casi tan anchos como altos, que el mismo sistema que ha utilizado para cambiar las leyes para mantenerse en el poder es el que va a utilizar para acabar con la monarquía y establecer una Tercera República que pondrá de nuevo a España en pie de guerra.

Y la segunda es que es probable que estemos ante una persona con problemas mentales, megalomanía maléfica en estado puro, que se crea sus propias mentiras, o sea, un mitómano, mezcla de narcisismo e histrionismo, que necesita sentirse grandioso y el centro de las miradas de todo el mundo, dada su baja autoestima, hasta el punto de mentir para crearse una identidad con la que se siente a gusto, adquiriendo esa conducta adictiva por repetición ya que así se ve reforzado por los beneficios que logra.

Sr. Sánchez, usted pasará a la historia como el político más mentiroso que ha existido en la historia de España, mucho peor que los representantes de Podemos, de los secesionistas e independentistas catalanes y vascos, porque todos estos dicen claramente cuales son sus objetivos, con los que puedes o no estar de acuerdo, pero usted dice una cosa y hace otra. Y el pueblo le sigue votando, y parece que le da todo igual, y se cree las mentiras que dice por la mañana y contradice con sus actos por la tarde. Así nos va. En España faltan cárceles y escuelas especiales. Cuando nos queramos dar cuenta, será tarde.

Antonio CAMPOS

LA GRAN MENTIRA

Por Alfonso Ussía

Érase una vez que se era…

Un país donde, sin que nadie la votara, amaneció un día una República.

Los políticos de izquierdas y de derechas que habían conspirado largamente para traerla se pusieron de acuerdo, en lo que se fuma un puro, para nombrar presidente y gobierno. Fue el 14 de abril de 1931.

Tras un breve periodo constituyente se fue a elecciones (nov 1933) y éstas, vaya por Dios, fueron ganadas por las formaciones de derechas (por cierto, de manera abrumadora).

  Las izquierdas ya habían advertido de que, en caso de que las urnas les fueran adversas, irían contra «la república burguesa».

Algo muy democrático, claro, según afirma hoy el Gobierno Sánchez, haciendo de esta barbaridad ley.

Y cumplieron con lo anunciado: en octubre de 1934 se produce un levantamiento obrero en la cuenca minera asturiana, organizado, financiado y armado por el PSOE.

Indalecio Prieto y Francisco Largo Caballero, a la sazón líderes socialistas, habían convocado para tales fechas una Huelga General Revolucionaria, confiando en extender la insurrección armada por toda la geografía hispana, pero aquel Golpe de Estado (oigan: GOLPE DE ESTADO) se quedó en mera (aunque sangrienta) aventura, porque salvo en pequeñas localidades de Albacete y Cádiz, el obrero eligió quedarse en casa. Y más aún cuando vieron que, aprovechando que el Pisuerga para la ocasión pasaba por la cuenca del Nalón, Lluis Companys proclamaba el Estat Catalá.

Fueron dos semanas de destrucción y crimen, que obligaron al presidente Lerroux a recurrir al Ejército de África para devolver el orden constitucional.

Lógicamente los cabecillas fueron procesados y, a instancias del Gobierno, Largo Caballero, líder de la UGT, fue juzgado por el Tribunal Supremo y acusado por el Fiscal General de la República, Valentín Gamazo.

Gamazo pidió 30 años de reclusión para Largo Caballero por «rebelión militar». Sin embargo, y a pesar de las abrumadoras pruebas presentadas a lo largo de los cinco días de la vista, el líder socialista fue declarado inocente.

El Fiscal Jefe Gamazo, jurista de fuste donde los hubieren, dimitió. Desde ese día, Paco Largo, bien desde el periódico Claridad, bien en sus propios mitines, no dejó de exhibir sus ideas ante masas enfervorecidas: o Dictadura del Proletariado o guerra civil. Y oigan: la tuvo.

Luego volveremos a este punto.

Agosto de 1936, el fiscal Gamazo en compañía de su esposa Narcisa y sus 9 hijos se ha trasladado a Rubielos, una aldeíta en la provincia de Cuenca. Hasta allí se llegan un par de matones mandados desde Madrid, en compañía de otros 20 milicianos de localidades próximas. Toman preso a Valentín y a tres de sus hijos: José (21 años), Francisco (20 años) y Luis (17 años).

El padre suplica que lo maten a él y tengan piedad de sus hijos, pero en una carretera próxima los matan a todos cómo a perros, siguiendo el orden de menor a mayor en un alarde de morbosa crueldad. El Fiscal Jefe de la (gloriosa) República vio como asesinaban uno tras otro a sus hijos mayores antes de morir él.

Capone fue un puto aprendiz al lado del vengativo Largo Caballero. Los cadáveres fueron abandonados en un paraje tan inhóspito que, para cuando Narcisa los encontró varios días después, ya eran sólo unos bultos hediondos.

Y esto, amiguitos y amiguitas, resume el «Estado de Derecho» de la gloriosa Segunda República Española contra la que se sublevaron un grupo de «desalmados fascistas».

Mire, querido imbécil: si la guerra civil hubiera sido un capricho de Franco no hubiera pasado de Melilla. Lea mientras pueda.

Para el recuerdo:

Valentín Gamazo fue Abogado del Estado, al igual que José Calvo-Sotelo, Juan de Isasa, Porfirio Silván, Juan Manuel de Estrada, José Gómez de la Serna, Leandro González, Manuel Gómez Acebo, Pedro Redondo, Wenceslao Manzaneque, Antonio Marín, Manuel Mondéjar, Santiago Alonso, Julio Colomer, Federico Salmón, Luis Belda, Dimas Adánez, Jesús Yébenes, Teodoro Pascual, Fermín Daza, Luis Rúiz Valdepeñas, Juan Rovira, Juan Gómez, Celestino Lázaro, Angel Aguado, Angel Castro y Juan Godinez. Todos ellos ASESINADOS en 1936 por el Frente Popular.

Dos años después   de acabada la guerra, una persona reconoció a uno de los secuestradores de la familia Gamazo. El sujeto andaba tranquilamente por las calles de la capital.

Lo denunció y, tras ser efectivamente identificado y con un juicio justo, fue condenado a muerte y ejecutado.

Aquel hijo de puta hoy es reivindicado por asociaciones de Memoria Histórica como «asesinado vilmente por el fascismo». Igual hasta sus descendientes reclaman un jornalito… «¡Ay de mi pobre abuelito!».

La verdad, la puta verdad, es que la guerra civil solo la deseaba un bando: la izquierda. Los «Golpistas» fueron aquellos convidados que no se resignaron a ser de piedra.

Y es lo que hay. Se ganó la guerra y además se ganó la paz… y eso es exactamente lo que os quieren ocultar.

Si en verdad eres un demócrata full equipe, déjanos contarlo tal cual pasó, machote. ¿Quién tiene miedo a la verdad?

Las trece rosas

Las “trece rosas” es un episodio del año 1939 sobre el que se han escrito miles y miles de páginas, con toda clase de interpretaciones.

Con motivo del aniversario de los hechos, el 5 de agosto, reproducimos a continuación dos opiniones encontradas sobre ellos, testigos, una vez más, de las dos Españas machadianas que creíamos cerradas y perdonadas, y que la realidad se empeña en contradecirnos.

EL PAÍS del 05-08-2021 reproduce un artículo del 05-08-2017 que, textualmente, dice así:

La corta vida de trece rosas. Fue uno de los episodios más crueles de la represión franquista. El 5 de agosto de 1939, trece mujeres, la mitad menores, fueron ejecutadas ante las tapias del cementerio del Este.

Por Lola Huete Machado – 05 AGO 2017

Que uno de los episodios más crueles de la represión franquista. El 5 de agosto de 1939, trece mujeres, la mitad menores, fueron ejecutadas ante las tapias del cementerio del Este. Su historia sigue viva hoy en forma de libros, teatro, documentales y cine.

«Madre, madrecita, me voy a reunir con mi hermana y papá al otro mundo, pero ten presente que muero por persona honrada. Adiós, madre querida, adiós para siempre. Tu hija que ya jamás te podrá besar ni abrazar. Que no me lloréis. Que mi nombre no se borre de la historia». Fueron éstas las últimas palabras que dirigiría a su familia una muchacha de 19 años llamada Julia Conesa. Corría la noche del 4 de agosto de 1939. Hacía cuatro meses que había terminado la Guerra Civil. Madrid, destruida y vencida tras tres años de acoso, de bombardeos y resistencia ante el ejército sublevado, intentaba adaptarse al nuevo orden impuesto por el general Franco, un régimen que iba a durar cuatro décadas.

En el ambiente de ese verano de posguerra -tristísimo para unos y glorioso para otros- se mezclaban las ruinas de los edificios y la pobreza de sus pobladores con las dolorosas secuelas físicas y psicológicas de la contienda. Y, sobre todo, abundaban ya la propaganda y la represión. El día a día de la capital estaba marcado por las denuncias constantes de vecinos, amigos y familiares; por la delación, los procesos de depuración en la Administración, en la Universidad y en las empresas; por las redadas, los espías infiltrados en todas partes, las detenciones y las ejecuciones sumarias. En junio habían comenzado, incluso, los fusilamientos de mujeres. «Españoles, alerta. España sigue en pie de guerra contra todo enemigo del interior o del exterior, perpetuamente fiel a sus caídos. España, con el favor de Dios, sigue en marcha, una, grande, libre, hacia su irrenunciable destino», voceaban las radios de Madrid. «Juro aplastar y hundir al que se interponga en nuestro camino», advertía Franco en sus discursos.

Sería aquélla la última carta de Julia Conesa. Y ella lo sabía. Porque, junto a otras catorce presas de la madrileña cárcel de Ventas, había sido juzgada el día anterior en el tribunal de las Salesas. «Reunido el Consejo de Guerra Permanente número 9 para ver y fallar la causa número 30.426 que por el procedimiento sumarísimo de urgencia se ha seguido contra los procesados, responsables de un delito de adhesión a la rebelión: Fallamos que debemos condenar y condenamos a cada uno de los acusados a la pena de muerte», dice la sentencia. A Julia la acusaban hasta de haber sido «cobradora de tranvías durante la dominación marxista».

Y apenas 24 horas más tarde, 13 de aquellas mujeres y 43 hombres fueron ejecutados ante las tapias del cementerio del Este. El momento lo recuerdan así algunas compañeras de presidio: «Yo estaba asomada a la ventana de la celda y las vi salir. Pasaban repartidores de leche con sus carros y la Guardia Civil los apartaba. Las presas iban de dos en dos y tres guardias escoltaban a cada pareja, parecían tranquilas» (María del Pilar Parra). «Algunas permanecimos arrodilladas desde que se las llevaron, durante un tiempo que me parecieron horas, sin que nadie dijera nada. Hasta que María Teresa Igual, la funcionaria que las acompañó, se presentó para decirnos que habían muerto muy serenas y que una de ellas, Anita, no había fallecido con la primera descarga y gritó a sus verdugos: ‘¿es que a mí no me matan?» (Mari Carmen Cuesta). «Si fue terrible perderlas, verlas salir, tener que soportarlo con aquella impotencia, más lo fue ver la sangre fría de Teresa Igual relatando cómo habían caído. Entre las cosas que nos dijo, fue que las chicas iban muy ilusionadas porque pensaban que iban a verse con los hombres [con sus novios y maridos, también condenados] antes de ser ejecutadas, pero se encontraron que ya habían sido fusilados» (Carmen Machado).

Quince de los ajusticiados ese 5 de agosto de 1939 eran menores de edad, entonces establecida en los 21 años. Por su juventud, a estas mujeres se las comenzó a llamar «las trece rosas», y su historia se convirtió pronto en una de las más conmovedoras de aquel tiempo de odio fratricida y fascismo. Un episodio sobre el que nunca se habrá escrito mucho. Lo investigó el periodista Jacobo García, ya en 1985. Lo noveló el escritor Jesús Ferrero en su libro Las trece rosas (Siruela, 2003), en el que dedica un capítulo a cada una de las muchachas y con su literatura las dota de vida y palabra, de sentimiento y dolor; le pone cara a sus verdugos. Lo documentó durante dos años, sin ficciones, y por eso aún con mayor crudeza el periodista Carlos Fonseca en Trece rosas rojas (Temas de Hoy, 2004): «No conocía la historia, no la busqué; ésta me buscó a mí a través de unos documentos que guardaba un tío de mi padre que pasó 20 años en la cárcel. Localicé el sumario, investigué; los familiares pusieron el material que tenían a mi disposición». En su libro duelen los testimonios de las familias, el momento de la condena, la partida hacia la muerte, la locura posterior de las madres de las fusiladas ante su pérdida, la indiferencia del régimen.

Retoma la historia de las trece rosas ahora la productora Delta Films en un largometraje documental titulado “Que mi nombre no se borre de la historia”, tal como pidió Julia en los últimos minutos de su vida. En la película se muestra el drama personal y el contexto social, político (su militancia en las Juventudes Socialistas Unificadas, JSU) y bélico en el que se mueven las protagonistas. «Es el primer documental sobre el suceso y entendimos que era urgente hacerlo porque son pocos los testigos vivos. Si no se recogen ahora sus voces, permanecerán para siempre en el olvido», dicen los directores, Verónica Vigil y José María Almela.

El destino triste de estas mujeres que no pudieron envejecer ha sido citado también en libros de Dulce Chacón o Jorge Semprún, y este mismo otoño lo acaba de llevar a escena la compañía de danza y teatro Arrieritos. Además, ha sido inspiración para una organización socialista recién creada, Fundación Trece Rosas, «orientada a proyectos e iniciativas en las que se profundice en la igualdad y la justicia social». Y aún más: su vida y muerte es el argumento del próximo filme de Emilio Martínez Lázaro, con guion de Ignacio Martínez de Pisón y asesoría de Fonseca.

«Tras entrevistar a sus compañeros de organización, a sus familiares, concluimos que las trece rosas eran mujeres que sabían bien lo que hacían, y que con gran valentía y clarividencia lucharon contra el régimen antidemocrático que se avecinaba», comentan Vigil y Almela. «Se afiliaron a la JSU de forma consciente; pudiendo quedarse en casa, salieron a la calle y optaron por luchar y defender la II República española, desempeñando diversas labores durante la defensa de Madrid y poniendo en riesgo sus propias vidas». Según Fonseca, el régimen franquista «adoptaba un tono paternalista con las mujeres en sus mensajes, pero trató con igual inquina a hombres y a mujeres. La miliciana era para los vencedores la antítesis de la mujer, cuya misión en la vida era ser madre y reposo del guerrero». Para Santiago Carrillo, que fue primer secretario general de la JSU, «en las guerras, son ellas siempre las que más sufren. Y el régimen de Franco hizo todo lo posible por destruir el espíritu de libertad de las mujeres que se había creado con la República».

Ellas se llamaban Ana López Gallego, Victoria Muñoz García, Martina Barroso García, Virtudes González García, Luisa Rodríguez de la Fuente, Elena Gil Olaya, Dionisia Manzanero Sala, Joaquina López Laffite, Carmen Barrero Aguado, Pilar Bueno Ibáñez, Blanca Brisac Vázquez, Adelina García Casillas y Julia Conesa Conesa. Eran modistas, pianistas, sastras, amas de casa, militantes todas, menos Brisac, de la JSU. El suyo se considera uno de los castigos más duros a los vencidos de la posguerra. Una respuesta, dicen, al asesinato del comandante de la Guardia Civil, Isaac Gabaldón, a su hija y su chófer el 27 de julio anterior.

«El número de detenciones diarias en la capital era muy variable en 1939, aunque muchos días la información titulada ‘Detención de autores de asesinato’ estaba formada por más de cien nombres», escribe Pedro Montoliú en su reciente e interesante libro Madrid en la posguerra, 1939-1946. Los años de la represión (editorial Sílex) que le ha supuesto cuatro años de investigación y en el que describe el ambiente de aquel tiempo: «Los peores meses fueron junio, con 227 fusilados; julio, con 193; septiembre, con 106; octubre, con 123, y noviembre, con 201. Por días, los más sangrientos fueron el 14 de junio: 80 fusilados; 24 de junio, 102; 24 de julio, 48; el 5 de agosto, 56. Ese día, y 48 horas después de dictar sentencia, fueron fusiladas las ‘trece rosas’, de entre 18 y 23 años, que habían intentado reconstruir la JSU en la clandestinidad».

Vigil y Almela enfocan su película preguntándose cómo se podía llegar a ejecutar una sentencia tan infame. «¿Qué había pasado en España? ¿Qué acontecimientos habían azotado el panorama político y social de aquel entonces?». Miraron entonces hacía la organización política juvenil de la que las trece rosas eran miembros, la JSU, y a su papel en el transcurso de la guerra.

«Franco se proponía destruir hasta la simiente de los rojos en este país y al decir rojos, estoy diciendo los simples demócratas, los liberales, cualquier recuerdo de los tiempos en que España había sido libre», declara Carrillo en el filme. La organización nació en marzo de 1936 de la fusión entre la Unión de Juventudes Comunistas y la Federación de Juventudes Socialistas. «Luchábamos por un ideal», dice uno de sus miembros. Otra: «Nos afanábamos por la libertad, por un mundo mejor, porque el trabajador pudiera vivir en condiciones». Una tercera: «Defendíamos la República que había sido elegida en 1931, mejorándola». Y cuarta: «Mi conciencia política surgió tan pronto empezó la guerra. Tenía 15 años y debía pelear, no había más remedio». En 1939, la JSU se encontraba deshecha, sus líderes encarcelados. Sólo se contaba con el coraje de sus miembros para reorganizarse.

«Crear una estructura clandestina es siempre algo muy difícil. Hay que concentrar los esfuerzos. Y en ese periodo los concentramos en la creación, sobre todo, de un partido comunista clandestino», afirma Carrillo. Para el régimen, según el periodista Jacobo García, la JSU representaba un gran peligro: «Dada la juventud de sus militantes, estaba destinada a sobrevivir durante muchos años y a plantear problemas al régimen franquista durante muchos años, a corto, medio y largo plazo». Debía desaparecer.

Así, estando todos los hombres en prisión o en el exilio, de la reorganización se encargaron las mujeres o los jóvenes. «Queríamos seguir luchando, recuperar dinero para ayudar a los presos, para sacarlos, para sacar a mi hermano; queríamos, pero no lo conseguimos», apunta Concha Carretero. «Te cogían enseguida», rememora Nieves Torres. «Era un Madrid triste, reservado, la gente no se atrevía a mirar a nadie; si ibas en el metro, todo el mundo iba con la cabeza baja», dice Mari Carmen Cuesta. Se tira de los detenidos, se utiliza la tortura para conseguir delaciones, y así, poco a poco, va cayendo la organización. «A los presos los sacaban a la calle y los usaban como gancho, detrás iban dos policías. Así me detuvieron a mí», sigue Torres.

Las trece rosas fueron elegidas para morir entre las 4.000 reclusas hacinadas en Ventas en un espacio pensado para 400 (más de 280.000 presos políticos se contaban en 1939 en España). ¿Por qué ellas y no otras? El escritor Jesús Ferrero imagina una posibilidad literaria y azarosa en su libro: «Roux, Cardinal y el Pálido habían comido opíparamente en el Ritz y se sentían alegres. Una hora antes les había llegado la orden de elegir a quince mujeres, preferentemente menores de edad, para conducirlas a juicio. Ya en comisaría, una señora, que se sentía agradecida porque habían liberado a su hija, le regaló al Pálido un ramo de rosas. Eran quince. El Pálido lo cogió y, mirando a Cardinal y a Roux, dijo: ‘Señores, ha llegado el momento de decidir quiénes van a ser las quince de la mala hora. Bastará con ponerle un nombre a cada una de las rosas. Empezaré yo’, dijo tomando una flor. ‘Y bien, esta rosa de pasión se va a llamar Luisa. No conseguí que esa bastarda pronunciara una sola palabra en los interrogatorios. Por poco me vuelve loco’. ‘Y ésta, Pilar’, dijo Cardinal. ‘Y ésta se va a llamar Virtudes’, susurró el Pálido con precipitación. ‘Y ésta, Carmen’, dijo Cardinal. ‘Lo merece más que nadie. Nunca me miró bien esa condenada’. ‘Y ésta, Martina’, anunció Roux. ‘Está siempre ausente. Seguro que ni siquiera se va a dar cuenta de que ha muerto».

Ficciones aparte, ellas sí se daban cuenta. De sus condiciones («La posguerra fue peor que la guerra»), de las humillaciones («Se ve que les gustó mi pelo y me dejaron pelona, pelona; me lo cortaban y me lo enseñaban, ‘¿no te da pena este ricito?»), de lo que les esperaba («No bastaba con estar tú en la cárcel, todo tu entorno tenía que expiar por tu pecado»), de lo que significaba pertenecer a los derrotados («Nos trataban de lo peor, muchas palizas, muchas vejaciones»), de lo que perdían («Estuve 16 años en prisión, se me fue lo mejor de mi juventud»).

Así lo cuentan en la película Maruja Borrell, Nuria Torres, Mari Carmen Cuesta, Concha Carretero, Ángeles García-Madrid, entre otras muchas, de las que fueron amigas, conocieron y/o compartieron celda con las trece rosas en aquellos días. Hablan de las penurias, de la vida cotidiana en una prisión en la que sólo se comían «lentejas de Negrín», de los petates en el suelo, de la desconfianza («No te fiabas de nadie porque se decía que los franquistas habían metido chivatas dentro»), y hasta de su capacidad para sobrevivir, intimar, quererse y reírse de sí y de su situación. Hablan de las terribles noches de saca, de cómo todas salían temerosas a la galería para ver quiénes eran las elegidas para morir, de cómo sucedió todo en aquella noche terrible de agosto. «Para mí es un recuerdo muy amargo, muy amargo», llora aún hoy desconsolada Mari Carmen Cuesta, entonces de 16 años.

En la película de Delta Films y en el libro de Fonseca se recogen testimonios de parientes: las sobrinas de Julia, de Dionisia, de Martina. Y del hijo de Blanca Brisac y Enrique García, quizá la más triste de todas las historias: «Mi padre pertenecía a la UGT, pero mi madre dijeron que era de la JSU, y yo sé que no militaba. Lo puedo jurar», dice. A ambos los ejecutaron ese 5 de agosto de 1939, cuando él tenía 11 años. «Determinadas corrientes revisionistas pretenden hoy cambiar la realidad de los hechos y esto sí que es muy peligroso. No se trata de generar sentimientos revanchistas. En ninguna de las entrevistas que hicimos percibimos rencor. Al contrario, fue toda una lección de humanidad. Nuestro documental trata de concederles el minuto de duelo que en su día se les negó», cuentan Vigil y Almela.

Fue Blanca Brisac, sin embargo, quien mejor lo expresó, mientras escribía a su hijo esa noche, ya en capilla: «Voy a morir con la cabeza alta. Sólo te pido que quieras a todos y que no guardes nunca rencor a los que dieron muerte a tus padres, eso nunca. Las personas buenas no guardan rencor Enrique, que te hagan hacer la comunión, pero bien preparado, tan bien cimentada la religión como me la cimentaron a mí. Hijo, hijo, hasta la eternidad».

Elena Buades Navarro – Escritora

Las Trece Rosas es el nombre con el que se conoce a 13 jóvenes fusiladas el 5 de agosto de 1939 por participar en atentados terroristas. Pertenecían, en su mayor parte, a las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) la rama juvenil del comunismo en España que aspiraba a implantar en nuestro país un régimen como el de Stalin en la URSS, país desde el que se financiaban y al que había escapado, tras la Guerra Civil, su máximo dirigente: Santiago Carrillo.

Las JSU, a las que pertenecían la mayoría de las 13 rosas, habían tenido una destacada participación en la represión republicana en Madrid durante la Guerra Civil. No en vano, esta organización política controlaba y dirigía directamente cinco checas donde se torturó y asesinó a cientos de personas. Está perfectamente documentado en los papeles del PCE que bajo control de su organización juvenil se encontraban las checas de Mendizabal 24, la de la calle Raimundo Lulio, la de Santa Isabel 46, la del Convento de las Pastoras de Chamartín y la de la calle Granda 4. Además, participaron en la acción represiva de varias otras cárceles de partidos políticos y tuvieron un papel destacado en las sacas cometidas para asesinar a miles de presos sin mediar juicio alguno. Quienes las presentan como garantes de la democracia suelen olvidar, entre otros, este detalle: a ellas se les juzgó, pero ellas participaron en una organización que asesinó sin juicio a miles de personas y que, en el momento de ser detenidas, se había convertido en un grupo terrorista dirigido por José Pena, Severino Rodríguez y Federico Bascuñana.

Las 13 rosas fueron condenadas a muerte, pero no estaba prevista su ejecución hasta que el 29 de julio de 1939 un comando de las JSU asesinó al comandante Isaac Gabaldón, a su hija Pilar de 16 años –hubiera cumplido 17 unos días después- y al chofer que conducía el vehículo, Luis Díaz Madrigal. La acción terrorista decidió a la autoridad judicial a la ejecución de las sentencias de muerte que se encontraban paralizadas. Entre las casi 70 sentencias se encontraban las de las 13 rosas.

Varias de ellas eran destacadas dirigentes y activistas del grupo terrorista en el que se habían convertido las JSU:

Ana López Gallego era la responsable de la rama femenina de las JSU. Recibía órdenes directamente de Manuel González Gutiérrez y había tenido una destacada participación en la organización del atentado frustrado que pretendían realizar durante el Desfile de la Victoria y que tenía como objetivo el asesinato de “la mayor cantidad de público asistente”, como declaró ante el juzgado la propia terrorista. Su cometido era el trasporte del explosivo, para ello se valía de jóvenes militantes de entre 15 y 17 años que, por su edad, no levantaban sospechas.

Joaquina López Laffite fue la secretaria general del Comité Provincial de las JSU. Su casa se usaba para celebrar las reuniones de dicho comité y en ella se planificaron varios de los atentados que prepararon desde la organización juvenil comunista. Había organizado una red, en la que participaban varias de las 13 rosas, que preparaba a jóvenes comunistas para que intimaran con falangistas a los que sacaban información para señalar las víctimas de sus atentados.

Carmen Barrero Aguado era miembro del Comité Nacional de la organización y una de las personas de mayor responsabilidad en la toma de decisiones junto a Pena, Rodríguez y Bascuñana.

Pilar Bueno Ibañez era la mano derecha de López Laffite en el Comité Provincial y el enlace de ésta con Barrero.

Dionisia Manzanero Salas era la responsable de mantener el contacto entre las diversas ramas del grupo terrorista y rendir cuentas ante Bascuñana, dirigente encargado de los comandos terroristas que perpetraban los atentados.

Ante estos datos sorprende que políticos, partidos y personalidades de diversos ámbitos sigan brindando homenajes a quienes se convirtieron en terroristas tras resultar derrotados en una guerra.

No solamente los actuales dirigentes de las Juventudes Comunistas, desde Podemos a representantes de Ciudadanos no tienen ningún empacho en mostrar su admiración por estas 13 mujeres condenadas a muerte, pero que callan sin ningún rubor ante los miles de asesinatos cometidos por ellas y sus asociados durante la Guerra Civil.

La capacidad de la izquierda para construir leyendas es realmente admirable. El caso de las llamadas “trece rosas” es un perfecto ejemplo. Empezando por la circunstancia de que a esas mujeres fusiladas en 1939 se las considere socialistas cuando, en realidad, eran comunistas. Pero para entender adecuadamente el capítulo, en el que nada es rosa, conviene ponerlo en su contexto.

Cuando acabó la guerra civil, el Partido Socialista Obrero Español estaba literalmente triturado, dividido en al menos cuatro facciones. Hay que recordar que el último acto de la contienda es una batalla intestina en el bando del Frente Popular: a un lado, el Consejo de Defensa de Madrid, liderado por el socialista Besteiro con el coronel Casado y el anarquista Cipriano Mera; al otro, el gobierno del también socialista Negrín, entregado al Partido Comunista y cuyos principales líderes ya habían huido del país.

Aquella batalla no fue cosa menor: hubo cerca de 2.000 muertos. Sobre esta ruptura se añadió inmediatamente otra en el exilio: los socialistas de Indalecio Prieto, por un lado, contra los de Negrín, que a estas alturas ya había sido expulsado del PSOE. Prieto y Negrín no peleaban por razones ideológicas, sino por controlar el tesoro expoliado y expatriado por los jerarcas republicanos para sufragar su exilio. El PSOE nunca se recuperará de estos desgarros, y por eso su trayectoria bajo el franquismo fue tan poco relevante. Pero aun antes había habido otra ruptura, esta de mayores consecuencias: la de las Juventudes Socialistas, que fueron el instrumento de Moscú para fagocitar al PSOE.

Recordemos sumariamente los hechos: desde abril de 1936, con el protagonismo de Santiago Carrillo y por instrucción directa de Moscú, las organizaciones juveniles del partido socialista y del partido comunista se fusionan en las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). Cuando estalla la guerra, los militantes de las JSU ingresan en masa en las llamadas Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas, la organización paramilitar del Partido Comunista, a la que tan pronto veremos en el frente como en la represión ejecutada en la retaguardia. Finalmente, en noviembre de 1936 y bajo la dirección personal de Santiago Carrillo, las JSU rompen con el PSOE y se pasan al Partido Comunista. Las JSU, por tanto, eran una organización dependiente del PCE, enteramente subordinado a su vez a la Komintern y al Partido Comunista de la Unión Soviética, cuyo líder, por si alguien lo ha olvidado, era Stalin. Todas estas cosas son bien sabidas y los propios protagonistas las han contado reiteradas veces. Es asombroso que aún sea preciso recordarlas.

Cuando acabó la guerra civil, en abril de 1939, los principales cuadros del Partido Comunista ya estaban en el extranjero. Primero en Francia, pero París proscribió a los comunistas después del pacto de Stalin con Hitler (agosto de 1939), así que casi todos acabaron en Moscú. Cerca de un millar de personas se instalaron en la capital soviética. Meses antes, en junio, Santiago Carrillo había publicado su célebre carta contra su propio padre, el socialista Wenceslao, de la facción de Besteiro, acusándole de traición.

Los socialistas –decía entre otras cosas Santiago Carrillo- habían dejado en la cárcel a millares de comunistas para que las tropas de Franco los encontraran allí al entrar en Madrid. Eso era verdad. La carta tenía por objeto exculpar al PCE –y sobre todo al propio Santiago- de responsabilidad en la derrota y romper cualquier lazo entre el PCE y el PSOE.

Consiguió su objetivo, aunque a Carrillo le costaría recuperar su posición en la cúpula de un PCE cuyo buró político se reunía en Moscú en un ambiente de tempestad. No era para menos: José Díaz, el ya muy quebrantado secretario general, acusaba de traición a las JSU, es decir, a Carrillo.

El episodio de las “trece rosas” tiene que inscribirse en este contexto. En el verano de 1939, lo que ha quedado del PCE en España es menos que nada: los que no han huido, han sido ejecutados por los socialistas en el golpe de Besteiro y Casado –véase el caso de Barceló- o están presos y esperando juicio o paredón.

El primer intento de reconstrucción del partido en torno a Matilde Landa es frustrado de inmediato por la policía (Matilde fue condenada a muerte, pero una intervención del filósofo García Morente, ya sacerdote, la salvó del paredón). Acto seguido toma su testigo Cazorla, viejo camarada de Carrillo en los días de Paracuellos, pero con la misma rapidez es delatado desde el interior. Son episodios que he documentado abundantemente en “El libro negro de Carrillo” (Libros Libres, Madrid, 2010).

En Madrid permanecen, sin embargo, núcleos menores de las JSU, que sienten la necesidad de multiplicar las acciones para eludir esa acusación de traición que la cúpula del Partido formula contra ellos. Ahora bien, esos sectores que aún quedan en la capital son los más vinculados a la represión roja en retaguardia, dirigidos por líderes de tercer o cuarto nivel y prácticamente sin comunicación con la cúpula de la organización, que está en el extranjero. Son tales líderes los que, supuestamente, tramaron el asesinato de Isaac Gabaldón a finales de julio de 1939.

El comandante Isaac Gabaldón, guardia civil, estaba adscrito al Servicio de Información Militar de Gutiérrez Mellado y era encargado del Archivo de Logias, Masonería y Comunismo, es decir, un puesto clave de la represión de posguerra. Fue asesinado en la carretera de Talavera junto a su hija (Pilar, 16 años) y su chófer.

El asesinato fue imputado a los comunistas, o sea, a las JSU. Hubo una redada que desmanteló los últimos restos del partido comunista en Madrid y llevó al tribunal, primero, y al paredón después, a 56 personas, entre ellas las jóvenes que luego la propaganda comunista bautizará como las “trece rosas”.

El mismo día del asesinato, según refiere Piñar Pinedo citando una resolución judicial del 20 de octubre de 1939, apareció en la prisión de Porlier nada menos que Gutiérrez Mellado para excarcelar a uno de los detenidos, el militante comunista Sinesio “el Pionero”, que resultó ser un confidente del SIM. Sólo él se salvó. Y enseguida desapareció para siempre. Todo el episodio del asesinato de Gabaldón y la investigación posterior está lleno de misterios y contradicciones. No es, en todo caso, el objeto de este artículo.

Los 56 detenidos en aquella operación fueron acusados de terrorismo, tanto por el asesinato de Gabaldón como por otras tentativas. Objetivamente, terrorismo era. Después, la mitología de la izquierda española ha convertido a las víctimas, y en particular a las “trece rosas”, en leyenda. La placa que conmemora su muerte dice que “dieron su vida por la libertad y la democracia”. No: dieron su vida –o, más bien, se la quitaron- por la dictadura del proletariado y por la revolución bolchevique, que era en lo que realmente creían.

Amenaza a la democracia

Por su interés, reproducimos el siguiente artículo:

Amenaza a la democracia: alarmante plan escrito por Sánchez para perpetuarse en el poder

República o una nueva España ‘plurinacional’, son algunas de las propuestas que quiere imponer en el ‘nuevo’ PSOE

DAVID LOZANO – 02 agosto 2021 en Periodistadigital

Son los planes de Pedro Sánchez para hacerse con el control absoluto del PSOE con el fin de perpetuarse en el poder, en el Gobierno, durante muchos años más. Sánchez trabaja codo con codo con su nuevo gurú en Moncloa: Félix Bolaños, ‘estrella emergente’ en el socialismo (y en su nuevo Ejecutivo) y que tiene el encargo también de remodelar el PSOE que tendrá que salir del congreso Federal que se celebra este otoño. De él tiene que salir el nuevo partido que quiere liderar Sánchez durante la próxima década con un liderazgo personalista.

El líder socialista lo tiene muy claro y lo que ha encargado a Bolaños es que diseñe lo que será el PSOE hasta 2030. Es la fecha que se ha marcado el presidente del Gobierno para su retirada, no solo del partido sino de Moncloa, porque Sánchez no contempla ya sentarse en la bancada de la oposición.

El secretario general del PSOE ya no tiene nadie que le ‘tosa’ en su partido y ahora mira a un futuro que pasa por él o por él, pero en el que va a ser fundamental su ‘fontanero’, al que aprecia especialmente por haber diseñado, porque fue Félix Bolaños quien se encargó de toda la logística e incluso detalles mediáticos como la retransmisión por TVE, de la exhumación de Francisco Franco.

Mano a mano entre Sánchez y Bolaños escriben las directrices del nuevo PSOE que se derive del congreso Federal (Valencia, del 15 al 17 de octubre). Según han explicado a Periodista Digital fuentes socialistas que conocen los cambios que dibujan el presidente del Gobierno y su fontanero, “se puede decir que pasamos de ser el Partido Socialista a ser el Partido Sanchista, sin cambiar las siglas: PSOE, Partido Sanchista Obrero Español”.

Pedro Sánchez ejecutará una renovación profunda de los órganos socialistas de dirección. “En la Ejecutiva nadie tiene confirmada su continuidad y quien haya dicho que va a renovar el cargo mente”, explican a PD las mismas fuentes.

La continuidad de la ‘superpoderosa’, orgánicamente hablando, Adriana Lastra, está en el aire. Incluso Santos Cerdán, que ha relevado al cesado José Luis Ábalos en la secretaría de Organización, no tiene asegurada su continuidad.

Pero, tal y como han explicado a Periodista Digital las fuentes consultadas, Sánchez quiere tener una Ejecutiva con fuerte presencia del Consejo de Ministros. El ‘capo’ socialista incluirá a muchos de sus ministros, la mayoría de ellos con poca solidez dentro del PSOE y con inexistente poder orgánico, en su Ejecutiva. Es su plan para seguir ganando elecciones: muchas ministras en su Ejecutiva.

Esa remodelación de caras es el primer paso porque quiere cambiar sus líneas ideológicas: apuesta por la República y por la plurinacionalidad de España. También quiere romper los convenios que España mantiene con la Santa Sede. Los planes también pasan por controlar el CGPJ o tribunales ‘hostiles’ como el de Cuentas.

Esto es, romper con la España que conocemos y el cuestionamiento de nuestra monarquía parlamentaria para contentar a la ultraizquierda, nacionalistas e independentistas y ganar, al menos, dos citas electorales más. Pedro Sánchez no se ve fuera de Moncloa hasta 2030.

Ley de Seguridad Nacional

El Consejo de Ministros ha analizado el Informe del Anteproyecto de Ley de modificación de la Ley 36/2015, de 28 de septiembre, de Seguridad Nacional, según la cual prevé la declaración por el presidente del Gobierno de las situaciones de interés para la seguridad nacional.

Dicha Ley se apoya en el artículo 30, apartado 4, de la Constitución Española, que dice: “Mediante ley podrán regularse los deberes de los ciudadanos en los casos de grave riesgo, catástrofe o calamidad pública”.

Lo que los “padres” de la Constitución no valoraron en su momento, probablemente porque todos ellos, desde la extrema derecha a la extrema izquierda, pensaron en una España unida, libre y democrática, es que ningún partido político utilizara ese artículo en beneficio propio, asidero ardiendo para tomar o permanecer en el Gobierno mediante plenos poderes a un presidente que posibilitaría eliminar los controles de todo tipo a sus decisiones personales.

Aprovechando que “la crisis provocada por la pandemia de la Covid-19 ha expuesto vulnerabilidades que afectan a la seguridad nacional y al bienestar de los ciudadanos, como son la dependencia del abastecimiento exterior y la fragilidad del flujo comercial internacional”, el proyecto de modificación otorga al presidente del gobierno “la potestad de dictar directamente el Real Decreto de declaración de la situación de interés para la Seguridad Nacional, sin necesidad de reunir previamente al Consejo de Seguridad Nacional” o al Congreso de los Diputados.

“La actuación de la seguridad nacional, mediante la declaración por el presidente del Gobierno de una situación de interés para la seguridad nacional, permite integrar la acción de todos los recursos disponibles de las administraciones públicas afectadas, e incluso aquellos que estuvieran en mano de particulares, mediante el ejercicio de las potestades ordinarias previstas por el ordenamiento jurídico”. Traducción: El presidente del Gobierno podrá expropiar cualquier bien que considere clave por Real Decreto, sin pasar ni por el Congreso ni por el Consejo de Seguridad Nacional, y, además, podrá saltarse los trámites “si existen razones de urgencia o de oportunidad que así lo exijan”.

Se “podrá proceder a la requisa temporal de todo tipo de bienes, así como a la intervención u ocupación transitoria de los que sean necesarios y, en su caso, a la suspensión de actividades”.

«En los casos de situación de interés para la Seguridad Nacional, cualquier persona, a partir de la mayoría de edad, estará obligada a la realización de las prestaciones personales que exijan las autoridades competentes, siguiendo las directrices del Consejo de Seguridad Nacional o de la autoridad funcional, sin derecho a indemnización por esta causa, y al cumplimiento de las órdenes e instrucciones, generales o particulares, que aquellas establezcan”.

Habla de la posibilidad de nacionalizar empresas para crear “una Reserva Estratégica basada en las Capacidades Nacionales de Producción Industrial” para asegurar la disponibilidad de los servicios esenciales y el suministro de bienes básicos.

“Los documentos y la información manejada por el Sistema de Seguridad Nacional quedan excluidos del derecho de acceso a la información pública”. Esto abre la vía para que cualquier contrato que afecte a “situaciones de interés para la seguridad nacional” pueda ocultar quiénes son los adjudicatarios de los contratos “de carácter estratégico que permitan autoabastecer a España bajo condiciones excepcionales” y quede fuera de control parlamentario

“Los medios colaborarán con las autoridades en la difusión de informaciones preventivas y operativas”. “El parte de las diez de la noche” de la época franquista: Solo es verdad lo que el presidente ordene que se diga.

Este proyecto de modificación podría resumirse en que La Ley de Seguridad Nacional permitirá al presidente del Gobierno expropiar bienes, nacionalizar empresas, movilizar a los españoles y obligar a los medios de comunicación a publicar lo que él considere oportuno, sin control de ningún tipo.

Todo ello se basa en “situación de interés para la seguridad nacional”. La riqueza del idioma español es tan grande que en ese enunciado general podrían caber situaciones como:

•        Pandemia sanitaria

•        Huracanes, inclemencias del tiempo, pérdidas de cosechas

•        Ataque cibernético

•        Necesidad de inmuebles para acoger a inmigrantes

•        Posibilidad de suspensión de pagos del Reino de España

•        Independencia de alguna/s autonomía/s

•        Guerra civil – Guerras o injerencias con terceros países

Que podrían desembocar en:

•        Vacunaciones forzosas, registros sanitarios públicos, discriminación por razón de situación médica.

•        Fallecidos sin testar, beneficiario el Estado, por interés nacional.

•        Expropiación de alimentos, campos de cultivo, camiones de transporte, carreteras cortadas, naves y locales por necesidades de contingencia nacional.

•        Expropiación casas y viviendas para alojar a inmigrantes y parados permanentes.

•        Cierre de iglesias y locales católicos para que, por seguridad nacional, no se produzcan choques ideológicos o religiosos.

•        Cese de funcionarios, sanitarios, jueces, de instituciones y organismos públicos, militares, y policía que no estén de acuerdo con determinadas políticas.

•        Requisa de cualquier tipo de carácter sanitario, medioambiental, económico, financiero, etc., en cuyo concepto queda incluida cualquier tipo de empresa privada.

•        Embargo y/o expropiación de depósitos bancarios a particulares y empresas que han generado un ahorro con su trabajo y esfuerzo diario, para pagar la Deuda Pública con la que se mantiene a los que no aportan nada vía impuesto a la sociedad. Como el texto habla del “carácter temporal” de la medida, podría ser de dos o tres generaciones hasta que la deuda alcanzase un porcentaje asumible.

          Cuidado con este tema; Nouriel Roubini, profesor de Economía en la Universidad de Nueva York, que predijo con exactitud la crisis de 2007, ha dicho que los niveles de deuda pública y privada se encuentran en máximos de las últimas décadas, mientras que la inflación empieza a asomar la cabeza, azuzada por unas políticas fiscales y monetarias sin precedentes. «Se está preparando el escenario para la madre de las crisis de la deuda estanflacionaria (aceleración de la inflación coexistiendo con tasas de desempleo elevadas) en los próximos años». Y la realidad confirma este pronóstico: El IPC general en Estados Unidos, interanual a junio 21, es del 5,4%.

Esta relación es una muestra, no limitativa, de hasta dónde podrían llegar los conceptos de “crisis” e “interés” para la seguridad nacional.

Como esta norma obligaría todos los ciudadanos, sin excepción, a cumplir las órdenes e instrucciones que impartan las autoridades de acuerdo con las directrices fijadas por el Consejo de Seguridad Nacional, a ver si Pedro Sánchez es valiente y la utiliza para “la seguridad nacional” contra quienes atentan a esa seguridad “nacional” mediante sus actuaciones de secesión e independencia del total “nacional” de España.

Estamos hablando de la posibilidad de un “estado de excepcionalidad permanente”, propio de países comunistas, chavistas o castristas, que incluía Podemos en su programa electoral, pero que los ciudadanos no nos paramos a leer, estudiar y reflexionar, antes de votar, impropio de una democracia consolidada, de un país que es frontera europea ante una inmigración incontrolada que, en su mayoría, quiere imponer costumbres medievales, muy alejadas de posiciones democráticas, exigiendo unos derechos que ni se les ocurre plantearse mentalmente en sus países de origen.

Cuanto antecede se pretende realizar mediante una Ley Ordinaria, un Real Decreto, y no como una LEY ORGÁNICA, que son aquellas referidas a asuntos de tal importancia para la nación, que su aprobación requiere de un consenso y procedimiento aprobatorio por el poder legislativo por mayoría absoluta.

Hay que distinguir entre lo urgente y lo importante; únicamente cuando a lo uno se junta otro, es el caso puntual en el que alguien puede asumir la responsabilidad personal que afecte a un colectivo público, con control a posteriori. En una democracia, nadie puede tener poder absoluto en nada y sobre nadie, impensable sin control parlamentario, por mucho que los constituyentes no supusieran que, a futuro, hubiera un mentiroso compulsivo que antepusiera su egolatría a la libertad y la democracia de los ciudadanos.

¿Y la oposición, Sr. Casado? No piense que con su discurso melifluo y sin un programa alternativo va a llegar a la Moncloa. Porque Pedro Sánchez será lo que sea, pero le saca dos años de adelanto, él ya piensa lo que puede pasar de aquí a dos años y ha empezado su partida de ajedrez colocando a sus peones para dar jaque mate a los reyezuelos autonómicos que osan contradecirle, mientras usted más que casado parece cónyuge político supérstite. Mire cómo acabó Rajoy, y reflexione.

14 de abril

La proclamación de la Segunda República Española consistió en la instauración el 14 de abril de 1931 del nuevo régimen político republicano que sucedió a la monarquía borbónica de Alfonso XIII.

El artículo 1 de la Constitución española de 1978 dice en su apartado 3 que “La forma política del Estado español es la monarquía parlamentaria”, y el artículo 56 nos dice que “el Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen especialmente la Constitución y las leyes”

Hoy, aniversario de la proclamación de la II República, el vicepresidente del Gobierno y líder del partido ultraizquierdista Podemos, Pablo Iglesias, ha cuestionado, una vez más, nuestra Constitución y ha defendido una República «donde el jefe del Estado jamás se vista de militar».

Dentro de un discurso populista, prende fuego a la Constitución de la Transición que nos trajo la paz y la reconciliación de todos los españoles, incendiando aún más la actual situación española, con 18.000 muertos por el coronavirus según datos oficiales a día de hoy, con los independentistas catalanes diciendo que ellos están por la autodeterminación, no por reforzar a España, con el cierre de miles de empresas, con un paro que en el mejor de los casos no va a bajar de cinco millones de personas, él a lo suyo: Quiere un país «donde mandara el pueblo y no el poder económico; donde la corrupción no fuera un instrumento para burlar la democracia; donde jamás viéramos a un jefe del Estado aparecer vestido con un uniforme militar, porque es un representante del pueblo; y donde el ejército estuviera subordinado al poder civil».

 

 

¿Por qué? Una vez que se ha hecho con el poder real del país, en dónde el presidente Pedro Sánchez es un político desprestigiado desde el mismo momento que, repetidamente, ha mentido al pueblo diciendo una y otra vez que no iba a pactar con Podemos, porque eran comunistas, proindependentistas y anti constitucionalistas, y ahora depende exclusivamente de Podemos para seguir en su puesto, aislados internacionalmente porque ninguna nación se fía de España teniendo a los comunistas en el poder y en el control del CNI, abandonados por la Unión Europea que nos ha prestado dinero en abundancia pero que ha visto que se ha dilapidado en ERE’s ficticios, putas, cocaína, republiquetas, embajadas regionales, y amistades peligrosas con países que tienen poco de democrático, es él quien maneja el BOE con medidas que solo favorecen a los que menos aportan al bien común, que son sus votantes.

Todo lo expuesto, junto y a la vez, es un cóctel explosivo en dónde la miseria y la delincuencia, podrían provocar revueltas populares, tanto de izquierdas como de derechas. Y es aquí donde estamos llegando al problema de Podemos, el miedo a que intervenga el Ejército para poner orden en una democracia que, demasiado deprisa, se está dirigiendo a una dictadura bolivariana que, desde hace tiempo, nos están vendiendo como la panacea a todos los problemas. Y peor aún, hay gente que se lo cree.

Es en los momentos difíciles cuando los verdaderos líderes tienen que mostrar su talla y valía. Estamos atravesando una crisis sanitaria de, todavía, imprevisibles consecuencias, atacada con retraso, pocos medios e infraestructuras diseñadas por alguien que no tiene ni idea de lo que lleva entre manos, desde la compra de material a la descoordinación interregional. Y una profunda recesión económica, no falta nada más que a Mingafuego se le ocurra que España salga del euro, que va a llevar varios años, bastantes, en los que habrá que trabajar más y mejor, ganando menos, para que podamos superarla, situación que no se si todos estamos dispuestos a ello. Otro motivo de revueltas.

Acabo recordando que España ha tenido dos Repúblicas y que, en las dos ocasiones, terminaron en una guerra civil.

 

 

Lucha en el poder

Cuando hicimos un análisis de los Ministros del Gobierno de esta Legislatura, decíamos de Nadia Calviño Santamaria que nació en La Coruña, 51 años, economista por la UCM y Licenciada en Derecho por la UNED, pertenece al Cuerpo Superior de Técnicos Comerciales y Economistas del Estado, en dónde ha trabajado durante muchos años; posteriormente estuvo en la Comisión Europea como Directora General de varios departamentos. Habla español, inglés, francés y alemán. Casada, es madre de cuatro hijos. No es afiliada al PSOE. Pedro Sánchez la incorporó a su Gobierno en 2018 como Ministra de Economía.

De pensamiento liberal, europeísta, negociadora, hábil, inteligente, muy trabajadora, perfeccionista, técnica de alto nivel, de carácter cordial pero firme y siempre sonriente. Sus críticos dicen de ella que cede poco en las negociaciones. Tiene unas magníficas relaciones con el Partido Popular y con Ciudadanos.

En su nuevo puesto como Vicepresidenta de Asuntos Económicos, será fundamental para contener el gasto público que Podemos pretender expandir, si por ellos fuera, hasta el infinito, en un país dónde la deuda pública crece de una forma exagerada y el crecimiento esperado de la economía española para 2020 según el Servicios de Estudios de BBVA será del 1,60%, en vez del 2,10% y del 1,80% que prevén otros organismos, entre ellos el propio Gobierno.

 

 

Calviño es un antídoto contra la preocupación de la Unión Europea ante la presencia de los comunistas en el Gobierno de España, dada la gran reputación que tiene en todos los foros comunitarios, labrada durante más de una década como alto cargo de la Comisión Europea. Y, en última instancia, quien debe poner los medios económicos que se precisen para que, por tercera vez en la democracia, no volvamos a entrar en un nuevo periodo de crisis financiera de gobierno socialista.

Cuando acabe su presencia en el Gobierno, si no sale perjudicada en esta Legislatura, es una mujer que puede figurar en todas las quinielas para ser Gobernadora del Banco de España, Directora del FMI o puestos similares.

Pues menos mal que esta mujer está en el Gobierno, que es la que se opuso a la nacionalización de las eléctricas y medios de comunicación propuesto por Pablo Iglesias, que se ha visto apartado de todo protagonismo sobre las medidas económicas tomadas en función del tema del coronavirus.

Podemos ha puesto en funcionamiento toda su maquinaria en las reces sociales en contra de Carmen Calvo y Nadia Calviño, que son las que han puesto algo de orden en el desmadre político y económico en el que nos encontramos, tildándolas de “representantes del IBEX 35” y tratando de soliviantar a las masas como si fueran ellos los que van a sacar a España de la profunda crisis que ya está a las puertas de las empresas y familias.

Aprovecha, además, para poner en el punto de mira la monarquía, a la que los políticos en el poder están ninguneando y la oposición no es consciente de la gravedad del momento. Dos repúblicas en España, dos guerras civiles.

Lo que verdaderamente cambia los sistemas políticos, apareciendo los dictadores de derechas o de izquierdas, es el hambre. Yo, ahí lo dejo …

 

 

 

 

Salvar al Mosso d’Esquadra número D602A7201

Los Mossos d’esquadra es la policía autonómica de Cataluña, que forma parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado; transferidos en el año 1983 a la autoridad de la Generalitat de Catalunya en un proceso de sustitución del Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil, en las funciones de orden público, seguridad ciudadana y tráfico.

El pasado 21-D (21 de diciembre), el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, celebró el Consejo de Ministros del Gobierno de España en Barcelona, probablemente la reunión de Gobierno más cara en la historia de España, al haber utilizado aviones, infraestructura, escoltas, policías nacionales y guardias civiles en número de 1.500 desplazados, amén de los efectivos locales, y los Mossos d’Esquadra.

Las provocaciones de los secesionistas son constantes contra cualquier acto que ellos no consideren la exaltación de sus ideas independentistas. En esta ocasión, en la que el presidente autonómico ha tenido una reunión bilateral con el presidente del Gobierno español, al mismo nivel, de estado a estado, dejándose fotografiar con el “lazo amarillo” que representa la anticonstitucionalidad y republicanismo de una parte de los catalanes, obviando a más del cincuenta por ciento de ellos, con los que no ha tenido ni una sola palabra de afecto y reconocimiento, los Mossos d’Esquadra tuvieron que “arrancar cebollas” en el argot policial, o sea, despejar las barricadas humanas urbanas.

 

 

Y apareció un separatista con uniforme de guarda rural increpando a un Mosso antidisturbios, el policía número D602A7201, que le dijo “Oye, eres funcionario como yo, deberías defenderme a mí y no a esos hijos de puta”. El interpelado le espetó: “Yo defiendo la república”. A lo que el policía autonómico le contestó: “¡Qué república ni que collonsla república no existe, idiota!”

El conseller de Interior, Miquel Buch, para justificar la actuación de la policía autonómica en esta ocasión y las críticas recibidas, ha dicho: «la policía no se mueve si no quieren traspasar la línea o tiran objetos contundentes» … Y ha apuntado: «Cualquier democracia del mundo necesita tener un cuerpo policial que garantice el orden público. El viernes había gente que llevaba la cara tapada y tiraba vallas y objetos contundentes a los mossos».

«Los mossos protegieron y garantizaron el orden público», ha remachado el titular de Interior, que ha insistido en que la policía catalana «permanentemente revisa las imágenes: las de los medios y también las propias. Si hay algún agente que haya actuado de una manera no correcta, el mismo Cuerpo tiene sus protocolos y formas de actuar para hacer lo que corresponda».

Y lo que, según ellos, corresponde, es investigar y actuar contra ese policía constitucionalista, mientras el guarda rural ha aparecido en TV3 como un “héroe de la causa”. Este hecho es un claro ejemplo de la ruptura entre catalanes enfrentados por la propuesta separatista. Y, digámoslo claro, de las dos Españas de Antonio Machado que han de helarte el corazón, en este momento dividida en dos grandes bloques casi calcados a los que dieron paso a la Guerra Civil del año 1936; solo faltan muertos y quema de iglesias.

Pero hoy toca salvar la Constitución en la persona de ese policía autonómico, sobre quien no he visto que ningún partido político se haya pronunciado de forma indubitada a su favor. Él representa la legalidad, el respeto a las leyes y la defensa del periodo democrático y de paz más largo en la historia de España. Bajo ningún concepto, ningún español de bien debe consentir represalias contra ese hombre, por decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Y si el Estado español, en las personas de fiscales, jueces, políticos, legisladores y Consejo de Ministros, no lo impide, la palabra a utilizar sería cobardes.

 

Publicado en el Blog de Campos el 26-12-2018

 

España – II República Española – 3ª parte

https://laverdadofende.blog/2013/05/26/la-guerra-civil-espanola-comenzo-porque-un-alucinado-socialista-queria-el-poder-francisco-largo-caballero/a

Socialistas y comunistas son los máximos responsables de mantener la falsedad histórica sobre la Guerra Civil española.

Fue la decisión mayoritaria del Partido Socialista y de la Unión General de Trabajadores quienes alegando falsos motivos prepararon y declararon la Guerra Civil, cuya finalidad era la toma del Poder y hacer de España la segunda República Soviética de Europa, al precio que fuese.

Fue la mayoría de los socialistas y la totalidad de los comunistas los más fieles defensores y los sumisos servidores de una potencia totalitaria extranjera, que basaba su ideología y régimen político en el terror y en el genocidio.

 

 

Fue el cinismo y la demagogia el sustento de socialistas y comunistas a lo largo de la Guerra Civil: mintieron al principio, mintieron en el intermedio y mintieron al final Socialistas y comunistas mantienen esa falsedad histórica como patrimonio de permanente chantaje.

Socialistas y comunistas son los máximos responsables; pero no son los únicos, cada cual debe asumir su parte de responsabilidad, comenzando por los acomplejados y consentidores, liberales o demócratas.

 

  1. ALEGANDO FALSOS MOTIVOS                                                                                                                                                                        a) El peligro de fascismo en España

Los principales partidos de la izquierda en España estaban integrados en sus respectivas Internacionales.

Los días 18 y 19 de febrero de 1933 se reunió en Zurich la Internacional Socialista:

“UN MANIFIESTO DE LA INTERNACIONAL SOCIALISTA OBRERA – ¡A LOS TRABAJADORES DEL MUNDO!

Ante el peligro creciente de la reacción y de la guerra, la Internacional Obrera y Socialista declara hallarse dispuesta a entrar en negociaciones con la Internacional Comunista para una acción en común”. El Socialista (Órgano de la Ejecutiva del PSOE), 25 de febrero de 1933, portada.

En ese manifiesto la Internacional Socialista alertaba del peligro fascista, denunciaba al “imperialismo japonés”, y que “el progreso del fascismo ha colocado a la cabeza de varios pueblos a las fuerzas nacionalistas y militaristas, Hitler, en Alemania; Mussolini, en Italia; Pilsudski, en Polonia; Horthy, en Hungría; la dictadura del rey en Yugoslavia, y las dictaduras más o menos disimuladas en los restantes países de los Balcanes”: ni una palabra sobre España.

El Socialista, 24 de junio de 1933, p. 3: El ministro de Trabajo y líder socialista Francisco Largo Caballero, en un discurso ante las Delegaciones hispanoamericanas en la Conferencia Internacional del Trabajo celebrada en Ginebra:

“(…) ideología liberal y democrática que pertenece a otros partidos republicanos, pero que no es esencialmente la nuestra, la del Partido Socialista.

(…) no desertaremos de nuestro deber y llevaremos la revolución española a los fines que le señaló la voluntad popular por todos los medios que para ello sean precisos. Con nosotros, cuando se quiera; sin nosotros, ni un paso. En España, afortunadamente, no hay ningún peligro de que se produzca ese nacionalismo exasperado, porque no existen las causas que se dan en otros países. No hay un ejército desmovilizado y sin trabajo (…). No hay millones de parados (…). No hay beligerantes de ayer a quienes culpar de las dificultades económicas creadas (…). No hay problemas de raza, y en España no sabemos bien, ni nos importa, en qué se diferencia un ario de un judío. No hay líderes nacionalistas. Nosotros tuvimos ya una dictadura, pero pasó para siempre a la historia, y no volverá”.

En España en el año 1932, la organización fascista las JONS no tenía ni veinticinco afiliados. Otra organización fascista era Falange Española, que en la persona de su fundador José Antonio Primo de Rivera se opuso en diciembre de 1934 y en septiembre de 1935 a la formación de una Internacional fascista.

En febrero de 1934 se fusionaron Falange Española y las JONS, y dos años después, en la farsa y pucherazo electoral de febrero de 1936 obtenían unos escasos 46.466 votos, el 0’34% del electorado.

El comunismo y el fascismo eran el anverso y el reverso de la misma moneda; pero como el fascismo era la única fuerza decidida a enfrentarse al comunismo, en marzo de 1934 se desplazan a Italia un grupo de conspiradores monárquicos.

A las cuatro de la tarde del 31 de marzo de 1934 se entrevistan con Mussolini y el mariscal Italo Balbo, el teniente general en la reserva el monárquico Emilio Barrera Luyando, los carlistas Rafael Olazábal y Antonio de Lizarza en representación de la Comunión Tradicionalista, y Antonio Goicoechea como jefe del monárquico Partido de Renovación Española. El autor que veintiocho meses después encontró el borrador donde Goicoechea escribió lo acordado fue Juan Simeón Vidarte. Todos fuimos culpables. Testimonio de un socialista español. México, 1973, pp., 347 y 348.

En el conocido más tarde como Pacto de Roma, Mussolini se comprometía a facilitar a los monárquicos españoles armas y dinero.

Antonio Lizarza Iribarren. Memorias de la Conspiración 1931-1936. Pamplona, 31954, pp. 24 a 28.

La prensa del Frente Popular lo publicó el 14 de mayo de 1937. Mundo Obrero (Órgano Central del Partido Comunista), 1936:

21 de marzo, portada: “Aunque la CEDA se vista de demócrata, siempre será el partido del fascismo vaticanista”.

21 de abril, portada: “La C.E.D.A. es un partido del fascismo vaticanista El pueblo pide que se disuelva Acción Popular y se encarcele a Gil Robles”.

Sobre la acusación de fascismo a la CEDA, el que fuera vicesecretario y secretario de la Ejecutiva del PSOE desde 1932 a 1943, Juan Simeón Vedarte Franco confesaba años después:

“Con todos sus defectos e incompatibilidades con nosotros, la CEDA buena o mala tenía un programa, quería una constitución política aunque ésta se adaptase a sus conveniencias. Era un partido que deseaba vivir dentro de una legalidad, aunque ésta no fuera la que España se diera en las Cortes Constituyentes”. ob. cit. p. 626

La derecha además de ser acusada de fascista era la que ponía los muertos. Desde enero a noviembre de 1933 fueron asesinados siete militantes de Acción Popular, entre ellos una mujer, Josefa Martín, que por intentar defender a su hermano herido, es tiroteada el 26 de noviembre por el socialista y presidente de la Casa del Pueblo de Parla, Madrid, muriendo cuatro días después. También fueron asesinados cinco afiliados de la Derecha Regional Valenciana acusada igualmente de fascista.

 

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Todo a Cien – 176 Un solo plato por comida

El Rey Felipe VI matrimonió por amor real y televisivo con la actual Reina, una joven con ideas republicanas, libertaria de pensamientos y hechos, que han provocado más de un problema diplomático, empezando por su agenda propia, ajena a su labor institucional, vacando los fines de semana como si de un Juan Español con dificultades para llegar a fin de mes se tratara.

El digital Hispanidad cuenta que, en una reciente reunión presidida por la Reina Leticia surgió la siguiente anécdota, que no si es anécdota o instintivo de su pensamiento:

“En España tenemos que acostumbrarnos a comer un solo plato por comida. ¿Qué es eso de comer primer plato, segundo plato y postre? En ese momento uno de los presentes aseguró que él tomaba primer plato, segundo plato, postre y café, generalmente acompañado de un chupito. Su Majestad exclamó: ¡Qué barbaridad! Instante que aprovechó un tercero, probablemente un republicano, para asegurar que, además, se tomaba una segunda copa con la partidita de mus”.

En España se empezó a comer tres comidas completas al día en los años sesenta del siglo pasado. Y a tomar chupito después de las comidas en los años ochenta. No sé si la idea de la Reina corresponde a su interés en la salud de los ciudadanos, a que si comemos solamente un plato podría duplicarse la población contemplativa con acceso a comida gratuita, o a recordar los tiempos del “periodo mundial rojo” de hambre y piojos. Tú mismo, amable lector.

 

Presentadora de televisión

Reina de España

Publicado en el Blog de Campos el 25-11-2016