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Los bancos vuelven a derrumbarse en bolsa

Eulogio López 15/03/23 en Hispanidad

Insistimos: no hay crisis bancaria, hay crisis de deuda. Estamos ante una nueva gran recesión. La solución: acabar con el Estado del Bienestar. Y mejor que se pongan a ello cuanto antes, no vaya a ser que empiecen quebrar no los bancos sino los Estados.  

La crisis de deuda sólo tiene una solución: acabar con el Estado del Bienestar. ¿Esto les resulta muy duro? Probablemente, pero mejor que se pongan a ello cuanto antes, no vaya a ser que empiecen a no quebrar los bancos sino los Estados

La crisis de deuda sólo tiene una solución: acabar con el Estado del Bienestar. ¿Esto les resulta muy duro? Probablemente, pero mejor que se pongan a ello cuanto antes, no vaya a ser que empiecen a no quebrar los bancos sino los Estados

Lunes, martes y miércoles. El lunes se derrumban todos los bancos en las bolsas europeas, tras la caída del Silicon Valley Bank (SVB). ‘Yayoyou’ Biden se apresura a tranquilizar a las masas. De una forma falaz, que obtiene un relativo éxito. Así, en la sesión bursátil del martes, la banca se recupera… para el miércoles 15 volver a derrumbarse, con un índice bancario que en el último tramo de la sesión caía en torno al 7%.

Los culpables de la nueva crisis económica no son los bancos centrales ni los banqueros: son los gobiernos y las grandes empresas apalancadas. Ya es hora de volver a funcionar con fondos propios

¿Y por qué estos altibajos? Porque aunque la izquierda se empeñe -le encanta insultar a la banca- y la derecha enmudezca, lo cierto es que no estamos ante una crisis bancaria, como fue la de 2008, sino ante algo más grave: estamos ante una crisis de deuda, sobre todo, deuda soberana, pero también deuda corporativa, producto de años de irresponsabilidad política, con todos los demagogos de Occidente (me viene a la cabeza un tal Sánchez) que se mantienen en el poder gracias a una emisión permanente de deuda pública, que era posible con tipos negativos, pero que resulta una ruina cuando el precio del dinero sube. Y de las grandes corporaciones industriales puede decirse algo muy similar: nadie trabajaba con fondos propios, sino extraordinariamente apalancados. Total, endeudarse era barato…

Y sí: los tipos debían subir. Aunque los bancos centrales deben dejar de alimentar a políticos irresponsables

Lo cual nos lleva a la siguiente conclusion: aunque es cierto que los bancos centrales nunca debieron alentar la irresponsabilidad política, nunca debieron comprar todos los bonos que ponían los políticos en el mercado, los culpables son los propios políticos y los consejos de administración de las grandes empresas multinacionales.

No se trata de más regulación bancaria, se trata de que el accionista pierda toda su inversión, pero que no pierdan su dinero los depositantes

Y así, aunque es verdad que los banqueros especuladores fueron culpables de la crisis de 2008, ahora, al menos, los presidentes de banca doméstica como son los españoles, no tendrán culpa de la crisis que viene, aunque puedan pagarlo caro por su operativa en deuda pública. Y a pesar de ello, es cierto que la regulación bancaria debe guiarse por el siguiente principio: los accionistas y bonistas deben perderlo todo. Son inversores y asumieron un riesgo. Por contra, los depositantes no deben perder su dinero, porque no tienen su cuenta corriente para ganar dinero, sino para poder realizar sus pagos. Pero, insisto, esto no es una crisis bancaria, es una crisis de deuda. Y la crisis de deuda sólo se arregla reduciendo aquello que provoca la deuda pública, es decir, Papa-Estado que cuida de ti desde la cuna a la tumba. Dicho de otra forma, la crisis de deuda sólo tiene una solución: acabar con el Estado del Bienestar, lo cual significa reducir el gasto en sanidad pública, en pensiones y en todo lo que suene a público. ¿Esto les resulta muy duro? Probablemente, pero mejor que se pongan a ello cuanto antes, no vaya a ser que empiecen a quebrar no los bancos sino los Estados. Y eso sí que es peligroso.

Seguimos equivocándonos

Si la salvación económica de España es poner un impuesto “excepcional y temporal” -inicialmente durante los años 2023 y 2024, lo que no quiere decir que si él sigue pudiera prolongarlo- a los bancos y a las empresas energéticas, para dar una beca complementaria de 100 euros mensuales a un millón de estudiantes mayores de 16 años que ya disfrutan de una beca, de los que no estudian, de los que pasan de curso sin aprobar, sin distinción del que lo aprovecha y del que no, volver al estado de bienestar de hace setenta y cinco años porque  «Debemos adoptar medidas de ahorro energético, fomentar el teletrabajo y el transporte público, bajar la calefacción y subir el aire acondicionado», y exigiendo un pacto de rentas a los agentes sociales, insistiendo que ese concepto no es un acuerdo de subida salarial, todo ello, en su conjunto, es el programa comunista de Podemos, que impone sus condiciones, junto a golpistas y separatistas, para mantenerse en el poder y así cercenar cualquier investigación que, hipotéticamente, pudiera producirse contra él o contra cualquiera de sus allegados, personales o profesionales.

Ni que decir tiene que, de reducir gastos, recortar el número de cargos políticos, deflactar los impuestos, rebajarse ellos sus emolumentos y tocar algunas de las transferencias realizadas a las autonomías, que Bruselas ha señalado es “el gran problema de España” y que nos cuestan entre 60 y 100 mil millones de euros anuales, nada de nada; como el dinero no es de nadie, evidentemente no de ellos, se sigue trasvasando desde los que se esfuerzan y trabajan a los “menos favorecidos”, concepto que esconde a defraudadores fiscales, vagos e ilegales que reciben más auxilio y compensaciones que cualquier viudo/a y/o pensionista que haya cotizado por las bases menores durante su vida laboral, sin contraprestación de ningún tipo.

El Gobierno calcula que con esta medida ingresará sobre 7.000 millones de euros en los dos años. Hubiese sido mucho más fácil reducir el presupuesto del Ministerio de Igualdad, al que se le ha asignado 20.000 millones de euros y que según información del INE, ese organismo cuyos datos no gustan a nuestros gobernantes y que van a tratar de pintar de rojo chillón, dice que no disminuye el número de víctimas por violencia de género, pese al blanqueo del tema que nos quieren imponer a través de los medios de comunicación adictos.

Tras una oratoria muy ensayada, Pedro Sánchez destila mentira en todos sus actos, concesiones a quién o quiénes le mantienen en su “columna peridiana”, y en vez de tomar nota de lo que se está haciendo en Europa, insiste en la caridad estatal, las subvenciones, el estrangulamiento empresarial, pues Yolanda Díaz dice que “un 83% de la inflación viene de los beneficios empresariales” y cuya traducción correcta es: Si no existieran empresas privadas, no tendríamos inflación, pues la economía estaría controlada por el Estado; no hay que ser muy listo para seguir traduciendo, el estado comunista dictatorial que mi partido desea. No me acuerdo, y no quiero consultar mis fichas informatizadas, quién fue el que dijo que Yolanda Díaz era más peligrosa que Pablo Iglesias, porque éste había aprovechado una oportunidad, pero ella aprovechaba un ideario y un partido político bien organizado.

En esta ocasión ha tocado dos sectores fundamentales en cualquier sociedad actual: El sector bancario y el energético. Las acciones de estos sectores están en todos los Fondos de Pensiones, ese producto que tanto odian los podemitas por “ser para ricos”, pero que antes o después se acabará imponiendo como ayuda a la insostenible situación de las pensiones a futuro.

  Los bancos ya han estado en pérdidas hace un par de años, y no ha pasado nada. ¿Qué pasaría si la banca española vende su cartera de Deuda Pública (hoy día 12-07-2022 su importe es de 1.459,5 miles de millones de euros), no concede préstamos a los partidos políticos y no financia hipotecas a todos aquellos que, realmente y sin pensar en el “escaparate volumen” saben que no van a poder pagar? Se colapsaría la economía nacional, aunque analizado en profundidad, la Deuda Pública española es deuda perpetua, impagable, y únicamente con cobrar los intereses se conforman; los préstamos a los partidos políticos, después de rotar varias veces sobre el mismo eje, no se sabe a ciencia cierta dónde y cómo se cobran o quedan contabilizados de forma definitiva; y los hipotecarios, muchos bancos se han pillado los dedos con los formalizados a interés fijo y en un mercado con cada vez más personas empobrecidas, y acabado el periodo de carencia de morosidad decretado por el Gobierno en una clara “patada para adelante”, veremos sobre qué beneficios se aplica el nuevo impuesto y su resultado final.

Lo mismo pasa con el sector energético. Piénsese antes de hablar por qué ha alcanzado los precios que hoy tiene, quién suministra gas a Europa y quién quería establecer los misiles en su frontera, cuales son los motivos del cambio de posicionamiento de España, perdón, de Pedro Sánchez, sobre el Sahara y su responsabilidad en la falta de abastecimiento procedente de Argelia, porqué no nos sumamos a la Unión Europa en su rectificación sobre la energía nuclear, y qué pasaría si hubiera cortes de suministro de gas o de electricidad en toda nuestra nación.

Pero, está claro, no pasará nada de eso. Los presidentes y consejeros delegados de esas empresas son todos ricos en función del puesto que ocupan, incluso alguno de ellos después de quebrar alguna empresa como master de aprendizaje, conocidos, respetados y adulados dentro y fuera de España, con relaciones políticas y empresariales a nivel mundial. Y tienen la misma ansia de poder que los políticos. Un ejemplo, cuando se produce alguna fusión, no hay ningún problema en despedir, bajo cualquier verbo sinónimo, a los empleados; pero se forma “la de Dios es Cristo” del Concilio de Nicea sobre quién de los fusionados va a presidir la nueva entidad o quién va a dirigir el día a día del negocio. Y, repito, son ricos, con ingresos declarados a la vista de todos. El poder tiene algo adictivo, algo que mata y por el que muchas personas matan.

Confiemos en el refranero español y esperemos que “Siempre que llueve, escampa” y que “No hay mal que cien años dure”.

Antonio CAMPOS

Publicado en https://www.eldiestro.es/2022/07/seguimos-equivocandonos/

Las “colas” en los bancos

Dada la escasa rentabilidad que están obteniendo las entidades financieras en la actualidad, empiezan a hacer la Cuenta de Resultados por abajo, reduciendo gastos. Y uno de los más importantes es el coste de las oficinas y el del personal que en ellas trabaja. Nos estamos acercando a lo que yo viví en Alemania hace unos diez años: Pocas sucursales bancarias, muy grandes. El resto, a través de cajeros en diferentes establecimientos colaboradores.

Ello ha provocado grandes esperas a los clientes que, unido al tema coronavirus, produce que se formen largas “colas” de espera, en la calle, fuera de las oficinas.

Un amigo, empleado de banca con cierta responsabilidad, me hace llegar el escrito que sigue a continuación, con el que se podrá estar o no de acuerdo, pero es la realidad de una sociedad que denuesta a los bancos por el hecho de ser la empresa capitalista por excelencia. Dice así:

En toda esta moda que ha rebrotado respecto a señalar el supuesto “maltrato” de los bancos a los “pobres ancianitos”, el foco se está desviando a los señalados siempre como malos: los bancos. Y viene muy bien para tapar otras responsabilidades.

¿Qué hay de los verdaderos servicios públicos que deberían -estos sí- atender debidamente a todos los ciudadanos: Ayuntamientos, Delegaciones Ministeriales, Oficinas de empleo y Servicios sociales, Ambulatorios, etc, etc…?

Es evidente que nos encontramos ante otra campaña bien orquestada de acoso y derribo hacia los Bancos y que todos los días se suman nuevos arribistas para hacerse notar.

(Ya veremos si alguno de ellos no termina en las próximas listas electorales, como premio).

En la mayoría de los casos que “denuncian” (pagos de recibos, tasas municipales o de otras instituciones, pagos de multas, matrículas, etc.) hay dos soluciones.

La primera, si son pagos recurrentes, domiciliarlos.

La segunda, si son esporádicos o puntuales sobrevenidas (como multas o tasas) la solución es aún más sencilla: que esos organismos que requieren pagos de tasas, multas o justificantes habiliten servicios de Caja o Tesorería con funcionarios que los cobren.

O – como cualquier comercio- que dispongan de un TPV o sistema Pay-Pal que facilite su liquidación al ciudadano. Es su responsabilidad.

De este modo, el funcionario incorpora a sus tareas la recogida de moneditas y billetes del abuelito, le ayuda a rellenar el impresito, pone en el mismo un sellito de “Pagado» y todos contentos.

Por contra, envían nuevamente a la calle al ciudadano con un papelito para que vaya a un Banco de la lista a pagar y luego vuelva con el justificante (o incluso que el banco se lo envíe al Organismo).

¿Por qué las Entidades Financieras tienen que destinar personal para recibir cobros exigidos por Organismos Públicos?

¿Por qué nos enfadamos si una empresa privada-que se debe a sus clientes y accionistas- no destina empleados, tiempo improductivo y dinero para desempeñar una labor que, teóricamente, no le corresponde y por la que no percibe nada, pero en cambio no nos indignamos con la que-de verdad- es de servicio público y tiene precisamente esa labor entre sus cometidos?

¿Por qué no existen servicios de cobros por ventanilla en todos los Organismos Públicos que permitan a las personas no familiarizadas con las nuevas tecnologías poder realizar sus pagos?.

¿Será porque no les sale rentable pagar un sueldo y lo derivan a las Entidades Financieras?

¿Será porque es más fácil y rentable políticamente derivar las culpas a los malos de siempre, los Bancos?

Organismos Públicos, oficinas, delegaciones y empleados públicos hay muchos (y en muchas ocasiones, ociosos) y- desde luego- con bastante menos empatía y pro actividad que las que los periodistas, tertulianos y odiadores de redes sociales muestran en toda esta campaña de acoso y derribo.

Y así, mientras miramos a los pretendidos “malos” no vemos a los malos de verdad. Y aquí sí se puede decir, con rotundidad, que sus sueldos LOS PAGAMOS TODOS.

¿Quieren ejemplos?:

– ¿Por qué no se puede pagar una multa de Tráfico en efectivo en una Oficina de la DGT o al que te multa?

– ¿Por qué no se puede pagar en Hacienda en efectivo la Declaración del IRPF?

– ¿Por qué no se puede pagar en la Hacienda Autonómica el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales?

– ¿Y un permiso de obras en el Ayuntamiento, aunque sea de 7 euros, como me ha sucedido a mí hace unos meses?

– ¿Y la tasa de Vado?

– ¿Y la matrícula de Universidad?

– ¿Y los depósitos en los Juzgados?

– ¿La tasa de basuras?

Y podríamos seguir…

Ellos-organismos y servidores públicos- son los que no atienden debidamente a los CIUDADANOS que no disponen de conocimientos para manejarse por Internet o por Apps.

Ellos son los que los «lanzan» y “rebotan” (en los dos sentidos) al proceloso mundo de las nuevas tecnologías o a la alternativa fácil de ir a los Bancos ( y contra los Bancos).

Por tanto, son esos Organismos los que deberían atender en primera instancia a estos clientes «supuestamente vulnerables informáticamente» y darles un Servicio que, evidentemente, tiene carácter de PÚBLICO (que no privado).

Además, la mayoría de esas actividades son para recaudar Impuestos que, salvo error por mi parte, son Públicos y no privados.

Insisto en que me parece que estamos ante una nueva campaña nada inocente anti-Bancos, para tapar otras vergüenzas.

Por último, CREO QUE LO DE LA CITA PREVIA NO FUE UN INVENTO DE LA BANCA. ¿VERDAD?

El Gobierno quiere controlarlo todo

La intervención del Estado en la vida cotidiana de los ciudadanos está llegando a unas cotas inasumibles en cualquier democracia. Pretende controlarlo todo y a todos. Una vez más, es la banca el objetivo de su diana comunista. Pretende obligar a la banca, empresas privadas en un mercado libre, a que atiendan telefónicamente durante las veinticuatro horas del día a los clientes, a través  de personas y no de medios informáticos como hasta ahora se viene haciendo.

Es de suponer que, en una ideología igualitaria, legislarán lo mismo para los hospitales públicos, los médicos y enfermeros del sistema sanitario, los funcionarios de los ministerios, autonomías y ayuntamientos, los sindicalistas, los pescaderos, los charcuteros y cualquier otro trabajo u oficio que a cualquiera pudiera ocurrírsele. Trabajadores “martini”, donde estés y a la hora que estés.

¿Cuándo se van a dar cuenta que el Estado no debe intervenir en cómo cada empresa administra su propio negocio? Todas las empresas deben tomar sus propias decisiones en función de sus propios objetivos, que es lo que hace que unas sean triunfadoras y otras “zombis” sin ningún futuro, mantenidas con ayudas y subvenciones estatales para así no aumentar las estadísticas del paro y el fracaso de las políticas económicas que se están llevando a cabo, desaprovechando la ocasión de reconstruir la economía nacional con empresas e industrias de tecnología avanzada que generen alto valor añadido.

Si el líder de la oposición hubiera trabajado en la empresa privada, tendría un inventario de los ataques a la libertad que, poco a poco, pasando desapercibidos como hechos puntuales, pero de una impresionante magnitud en conjunto y en todos los sentidos, está llevando a cabo este Gobierno para dominar mentalmente a los españoles desde la más tierna infancia, con un catálogo de leyes y medidas coercitivas en las que no se permite la disensión, eso sí, siempre que no atañan a vascos y catalanes, por aquello de seguir durmiendo en su colchón nuevo en La Moncloa.

Los bancos son empresas con capital privado, en las que se juegan su dinero los accionistas, en unas condiciones actuales totalmente desfavorables dados los tipos de interés vigentes debido al sostenimiento artificial de la economía mundial a través de la emisión de deuda pública impagable a tipos tendentes a cero, alta morosidad (enmascarada por la nueva contabilidad bancaria de amortización acelerada y traspaso a situación de Suspenso de los impagados) derivada de los índices de paro y estancamiento de la economía (aunque realmente crezca, lo hace desde una bajada histórica por la pandemia del coronavirus y sus derivadas financieras), y los competidores que han aparecido en el mercado que, sin grandes estructuras, se sientan a la misma mesa a repartir el pastel.

Ello ha derivado en el cierre de oficinas bancarias, en despidos de personal (bajo otros nombres más prosaicos), incremento de las comisiones por servicios y una mala atención a los clientes por varios motivos: El personal bancario tiene asignados unos objetivos en función de los que les pagan un sueldo adicional: Si un cliente solicita una operación o un servicio que no entra en sus objetivos, lo soslayan; el personal bancario está desmotivado porque es consciente que lo que antes era un empleo para toda la vida, ahora van a ser despedidos en cualquier momento; y, además, ven que se han frustrado sus carreras profesionales porque los puestos de media y alta dirección son ocupados por personal externo o propios con poca antigüedad y previamente escogidos para ello.

Todo esto es evidente que redunda en la atención a los clientes, en especial en los de más edad, no preparados en su mayoría para interactuar a través de los medios informáticos. Lo peor de todo es que, nos guste o no, la informática, los medios telemáticos, el trabajo a distancia, la compra por internet y la comunicación mecanizada, ha llegado para quedarse, no es el futuro, es el presente, también en las relaciones con las diversas administraciones públicas españolas, con las que es prácticamente imposible hablar por teléfono y la única forma válida de comunicación es la informática.

Mientras que en nuestras relaciones con las administraciones públicas no tenemos más remedio que aguantar (de eso no dice nada el Gobierno de atención las veinticuatro horas del día), con las empresas privadas -los bancos- es fácil cambiar de entidad si no se está conforme con la calidad del servicio que prestan, igual que se cambia de proveedor de patatas si las que compramos no son de nuestro gusto.

Por favor, que nadie vea en estas líneas defensa alguna de la actuación de los bancos. Es tratar de poner en evidencia que nuestros gobernantes no usan el mismo metro de cien centímetros para medir todas las actuaciones por igual. Eso se llama legislar solo para unos, olvidándose del resto.

Antonio CAMPOS

Los bancos aumentarán el volumen de provisiones para prepararse para el  futuro | Banca

Una empresa no sobrevive sin vender

Con el desarrollismo español, segunda mitad de los años sesenta del siglo pasado, en la que con los Planes de Desarrollo Económico y Social (además del turismo y de las remesas de dinero de los emigrantes) se consiguió una tasa media acumulativa del 7,2% anual en el aumento del PIB, empezó la etapa expansiva de construcción de viviendas en España.

Al principio eran casas viejas que se derruían, y el constructor-promotor se autofinanciaba en todo el proceso: Propiedad del terreno, inicio de las obras, y venta con reserva de dominio mediante efectos timbrados, aceptados y con carácter ejecutivo, a un plazo de cinco, ocho o máximo de diez años, que el librador descontaba en los bancos en clasificaciones de hasta dieciocho meses máximo, llamadas letras persiana, manteniendo el resto en su cartera mediante autofinanciación.

Fueron las cajas de ahorro las primeras entidades, y entonces únicas, que se iniciaron en los mal llamados préstamos hipotecarios, a plazo máximo de diez años, y a donde el constructor-promotor acudía con la propiedad del terreno y un porcentaje de fondos propios tal que hacía que la financiación ajena fuera de un máximo del sesenta por ciento del total de la inversión. Guardo todavía un documento de carácter confidencial, en donde uno de los entonces denominados “siete grandes” decía a sus directivos que “no es conveniente entrar en este mercado, en donde se invierte a un plazo de diez años, con recursos captados a plazo de un año”. Y ya entonces, esas cajas exigían dos avalistas al préstamo concedido, que era, y siguen siendo, préstamo personal amparado en el artículo 1911 CC (“del cumplimiento de las obligaciones responde el deudor con todos sus bienes, presentes y futuros”), y garantía adicional hipotecaria.

El tema funcionó mejor de lo previsto, y fue aumentando la demanda debido a los turistas extranjeros que se establecían en España optimizando el poder adquisitivo de sus pensiones, y al crecimiento sostenido de la “clase media”, y la liquidez, consumo y riqueza que ello llevaba consigo.

El cambio de mentalidad se produce con el regreso a España de ejecutivos que se habían formado en Estados Unidos y que traían muy bien aprendida la diferencia entre capitalista y empresario, el primero cediendo el capital y el segundo combinando los factores de producción, de Jean Baptiste Say, actualizada en el primer cuarto del siglo XX cuando el pensamiento económico recoge la figura del empresario como “manager”, como directivo, como “el que toma las decisiones”.

Eso, la transición política del régimen franquista a la democracia, el “todo vale” si es nuevo y la ausencia de una ley de financiación de toda la clase política que surgió de la nada, cambió las normas del juego, también de la construcción. Los parámetros se fueron relajando, aumentó el porcentaje de financiación, hasta que llegó un momento en que Bancos y Cajas financiaban toda la promoción en su conjunto, incluso el cien por cien de la compra del suelo, a precios abusivos en el caso de ser urbanizables dada la construcción en vertical que se usa en España y no en horizontal como en los países más desarrollados, con precios calculados en función del final de venta de las viviendas, y a precios absolutamente suicidas los rústicos con esperanza de reconversión a urbanizables, dados los contactos y relaciones entre agentes financieros, intermediarios, comisionistas, políticos y resto del espectro interviniente.

Para ello, se convenció (fácilmente) al capital, a los banqueros de toda la vida: Yo, a cambio de tomar el control de todo el negocio, te voy a hacer mucho más rico de lo que eres; vas a ganar en un año más de lo que has venido haciendo en los últimos cinco, el valor de tus acciones se va a multiplicar por varios dígitos, pero a cambio, yo también me tengo que hacer rico, legalmente, pero rico. Y para eso, tengo que hacer crecer el negocio de manera exponencial, como sea, pues el mercado se encuentra en una onda expansiva a la que no se le ve fin, y tengo que prejubilar a los eficientes y cautos gestores que hasta ahora había, tanto por rebajar el capítulo de gastos, como para colocar y dar carrera profesional a jóvenes aguerridos, dinámicos y agresivos, que no preguntan nada, solo venden lo que se les dice.

Locura colectiva y círculo de despropósitos en el que el estado (central, autonómico y ayuntamientos) tenían elevadísimos ingresos por impuestos y servicios; las entidades financieras (bancos y cajas de ahorro) grandes beneficios, de tal forma que abriendo una oficina en un bloque de viviendas por ellos financiado, era rentable desde el primer día, prestando a plazo de treinta años con fondos obtenidos en función del euribor a un año;  los promotores (muchos) se hacían ricos sin poner un duro; los partidos políticos, absolutamente contentos por el bienestar social existente y por los préstamos bancarios recibidos, de cuyo resultado final el público en general desconocemos situación; y los particulares (muchos) restregándose los ojos porque ni en sueños pensaban que podían llegar a tener una vivienda como la que el banco les había financiado, y eso, sin que a ninguno le pusieran una pistola en el pecho para firmar el préstamo.

El “año hipotecario” en España fue el 2006, con más de un millón y medio de hipotecas formalizadas. Y se hizo bueno aquello a lo que el gran Antonio Machado puso métrica y compás: “Todo necio / confunde valor y precio”. El valor eran mil quinientos euros el metro cuadrado, y el precio cuatro o cinco mil euros el metro cuadrado. ¿A dónde ha ido a parar el dinero entre ambas cifras? Su destino es un secreto casi tan grande como el tesoro de los templarios.

Y el estado, en todos sus niveles, se endeudó más allá de una buena y leal administración; los bancos, entre otras muchas cosas, concedieron préstamos a largo plazo endeudándose a corto,  saltándose la prudencia y las Políticas de Riesgo que tienen autorizadas por sus Consejos de Administración y refrendadas por el Banco de España de que cualquier prestatario debe: a) generar tesorería presente y futura para hacer frente al pago de sus deudas, b) solvencia económica acorde al importe prestado y c) solvencia moral de hacer efectivo su cumplimiento. Y, lo que es peor, nadie tomó medidas correctoras.

Todo ello en conjunto, degradó la solvencia de España como marca en los mercados mundiales, que se ha ido superando mediante un aumento exagerado de la Deuda Pública, que ha pasado de 392 mil millones de euros, el 39,10% del PIB en 2006, a 1.392 mil millones de euros, el 125,14% del PIB en marzo 2021.

La crisis financiera se cerró en falso y aunque la morosidad bancaria ha bajado oficialmente a menos de la mitad entonces existente, ha influido en ello de forma decisiva el cambio contable de “Operaciones en Seguimiento Especial” (Mora futura), “Bienes muebles e inmuebles adjudicados” (Mora aparcada en subsidiarias) y “Suspenso” (Mora con más de un año de antigüedad, totalmente amortizada), que es cierto ha saneado los balances, pero no significa que los impagos hayan sido menores. Ha bastado no repartir dividendos para volver a la senda de resultados positivos, en un mercado cada vez más atomizado, poniendo más énfasis en la reducción de gastos vía cierre de oficinas y despido de trabajadores bajo distintas nomenclaturas, con unos tipos de interés sostenidos ficticiamente por los distintos gobiernos mundiales, y una competencia que les está llegando desde grandes empresas de todo tipo que tiene exceso de liquidez y financian a consumidores particulares, lo que hace cada vez más difícil ganar dinero para retribuir al accionista y calmar los mercados, con unas cotizaciones muy alejadas del precio que tenían en sus mejores momentos.

Atemperado el tema coronavirus, con un alto índice de paro y de precariedad laboral de los que trabajan, en este año 2021 empieza a repetirse el mismo error, inconsistencia económica entre los deudores, relajación en los porcentajes de financiación y nueva guerra comercial, ahora silente, entre las distintas organizaciones bancarias. Una empresa no sobrevive sin vender; pero quiebra si no cobra.

Antonio CAMPOS

Publicado en https://www.eldiestro.es/2021/09/una-empresa-no-sobrevive-sin-vender/

No te fíes ni de tu padre

Era una mujer guapa, alta, bien formada, física e intelectualmente, con un cuerpo que sabía lucir, lo que la convertía en el centro de todas las miradas de la universidad, de envidia por parte de sus compañeras y de deseo por todos los hombres, y algunas mujeres, de aquel entorno.

Había nacido con el siglo, hija mayor de un matrimonio formado por un perito agrícola y una mercantilista empleada de banco, con trabajos consolidados y amplia experiencia en sus profesiones.

Una infancia feliz, desahogada económicamente, sin deseos incumplidos dentro de una familia integrada por sus progenitores, sus tres hermanas y su abuela materna, que era la que imponía carácter de matriarcado en el hogar.

El padre viajaba mucho por temas profesionales, estudiando, analizando y dictaminando sobre las hanegadas de naranjos, las hectáreas de olivos, fanegas de alfalfa, retamas y plantas de campo en cotos de caza.

Como quiera que la soledad no deseada es muy mala compañera, que antes del anochecer estaba ya ocioso y de vuelta al hotel, y las vírgenes únicamente se encuentran en las ermitas románicas y en pequeñas iglesias de pueblo, un día se dijo que no tenía más importancia meter un gol en campo ajeno, al fin y al cabo, se lava y nunca se acaba, y nadie se iba a enterar.

Al haber jugado ese partido de forma satisfactoria y sin ningún tipo de problema, se aficionó a esa nueva liga en las diferentes ciudades que visitaba, pero no tuvo en cuenta que tenía que volver a esos mismos sitios con cierta frecuencia, en cumplimiento de sus labores profesionales, y una portera que le paraba los penaltis no se conformó con un relajo futbolístico cada cierto tiempo y cuando quiso darse cuenta le había comido el seso y el sexo, y acabó divorciándose de su mujer.

Su mujer había sido un bellezón en su juventud, hasta tal punto que la apodaban “la polvorona”, pues más que un polvo tenía un polvorón, que se había dedicado en cuerpo y alma a su trabajo en el banco, a cuidar de sus retoños, de su marido, de su madre, y a vivir de forma acomodada en un nivel medio-alto que le permitía llevar a sus hijos a colegios privados.

El divorcio le llegó por sorpresa, sin esperárselo, sin asumir que otra mujer pudiera darle a su marido algo que ella estaba convencida le había entregado en su totalidad. Cayó en una gran y larga depresión en la que se abandonó como persona, engordó de una forma rápida, dejó de maquillarse y presentaba un aspecto ajado y descuidado. Económicamente, perdió cierto poder adquisitivo, pero entre su sueldo, la pensión que le pasaba su exmarido y la de su madre, no echaba a faltar grandes necesidades.

Hubo un punto de inflexión en su vida. Con la crisis económica y financiera derivada de la pandemia por coronavirus, dejó de recibir la pensión de su antiguo cónyuge, al que despidieron de su trabajo y se acogió a la situación legal de Concurso de Acreedores a título personal.

Las desgracias nunca vienen solas, el coronavirus se llevó a su madre al mundo de los muertos lo que, de nuevo, la sumió en otra depresión, y se quedó sin los ingresos de la pensión de la difunta.

Un día, los compañeros de la universidad privada en la que estudiaba su hija, se preguntaron qué le podía haber pasado, pues hacía días que no aparecía por allí. Nadie había vuelto a saber nada de ella y, como hace años indicaban los carteros cuando devolvían una carta por no haber encontrado a su destinatario, “se ausentó sin dejar señas”.

En el banco, todos los clientes preguntaban por la eficiente gestora, pues llevaba muchos años en la misma oficina, conocía a todos ellos y todos ellos la conocían a ella, con la que tenían una confianza extrema, tanto por sus conocimientos financieros y operativos como por la exquisita forma con que los trataba. Había hasta quien, para no esperar su turno en la ventanilla de Caja, le dejaba el dinero para que se lo ingresara en cuenta y “ya me pasaré otro día por aquí para que me des el justificante del ingreso”.

¿Está de vacaciones? ¿Está enferma? ¿La han trasladado a otra oficina?, preguntaban los clientes. Su sustituta era una veterana con cara cartón, trasladada de una oficina de fuera de la ciudad, que por toda contestación decía: Ya no trabaja aquí, no sabemos si tendrá otro trabajo. No sé qué decir, no está la España sanchista para dejar un trabajo como ese, fijo, seguro, bien pagado, con aire acondicionado en verano y calefacción en invierno.

Imaginemos que la vida te golpea de tal forma que, de un día para otro, pierdes tu estatus social, que, por la circunstancia que sea, dejas de ingresar el dinero que te permitía llevar la vida que hasta ese momento disfrutabas. Y que ves pasar delante de tus ojos millones y millones de euros manejados por semianalfabetos, por La España de las tres -C- (cerveza, cemento y corrupción), por personas que no han trabajado en toda su vida y se llevan tus impuestos, por pensionistas que se quejan de su pensión y han estado defraudando a todos los españoles no pagando la seguridad social y que tienen dinero negro en las cajas de alquiler del banco …. Todos más ceporros que tú, que tienes necesidad de dinero en ese momento en el que se te cruzan los cables mentales.

Sigamos imaginando que un empleado, gestor, apoderado, director de un banco se dedica a controlar a aquellos clientes que han fallecido por coronavirus. Que les solicita una tarjeta de débito o de crédito, que se apodera de ella cuando llega a la oficina desde su central; que saca dinero, no en cifras que salten a la vista, pero sí muchas veces y de muchas cuentas. El muerto no lo va a comprobar ni se va a quejar, y cuando los herederos soliciten el certificado para establecer el caudal hereditario, solo necesitan el saldo, no los movimientos; todo perfecto.

Continuemos suponiendo que los bancos están prejubilando a los empleados de más edad e incorporando jóvenes universitarios, con idiomas, licenciados en matemáticas e informática, que los envían a las oficinas a hacer un training para que conozcan el negocio antes de ponerlos a estudiar fórmulas y desarrollar logaritmos para la banca del futuro, y que uno de ellos, casualidades de la vida, lo destinan a una oficina en la que tiene cuenta su difunto abuelo, y él, lógico, mira las posiciones del muerto, dinerarias no con los que alcanzó el sueño eterno, y ve que hay movimientos posteriores a la fecha del fallecimiento, y ….. se descubre el pastel.

Entra en escena inspección interna, algo similar a auditoría; la diferencia estriba en que inspección es la revisión del cien por cien de las operaciones realizadas durante un periodo determinado, y auditoría revisa operaciones por muestreo aleatorio, elevando a conclusiones finales los errores detectados en función del periodo y volumen analizado, por lo que es muy frecuente la justificación de “no entró en la muestra” cuando se evidencia un fallo no detectado en su momento.

El banco no quiere escándalos, le dice al empleado que firme la baja voluntaria sin indemnización o que presentará denuncia ante la policía; y el empleado, para evitar el escarnio público, firma, y aquí paz y en el cielo gloria.

Siempre, estos casos se dan entre el personal más capacitado y preparado, que más sabe sobre la operatoria interna, que cierra el círculo para que no haya fisuras por las que puedan cogerlo. Salvo imprevistos, como en el caso que nos ocupa.

Detrás de estas actuaciones hay temas relacionados con el juego, las drogas, las mujeres, la homosexualidad y un nivel de vida por encima de las posibilidades, en este orden. Y, desde hace un tiempo, aumentan los delitos informáticos, como ese que desviaba diez céntimos de euro en cada liquidación de cada cliente de toda España a una cuenta “opaca” a simple vista, tras la que se escondía su propio lucro.

Pero que nadie se asuste con las trampas e infidelidades que se producen en el sector bancario, en oficinas y en servicios centrales. Hay empleados infieles en todos los sectores, gente que cobra “astillas” en muchas empresas privadas y públicas, políticos que llegan pobres a cargos públicos y salen ricos. Y no hablemos de las empresas, esas constructoras que cuando el Estado tardaba año y medio en pagar, ellos cobraban a los quince días y llegaban al banco diciendo: Tal día recibirás el importe de la certificación; o el promotor cuyo arquitecto certificaba obra por 20.000 m/2 y lo realmente construido eran 5.000 m/2; o el partido político que no pagaba los préstamos y que se renovaban junto con los intereses impagados y que ningún periodista se ha preocupado de ver dónde están contabilizados según la CIR; o aquel ejecutivo -llamadme presidente- que tiró la pared de un edificio muy alto para poder meter un gimnasio en su despacho, por cuenta de la empresa; o el silencio que tengo que poner en mi boca para acabar dignamente estas líneas como alerta para el público en general, sin conculcar el secreto profesional pero repitiendo aquello que me enseñó mi progenitor: No te fíes ni de tu padre.

Antonio CAMPOS

Errores del pasado

Podemos, por boca de la secretaria de Estado para la Agenda 2030, Ione Belarra, propone expropiar sin indemnización 200.000 viviendas vacías, a costa de los grandes propietarios de inmuebles, catalogando como tal a quien tenga cinco o más propiedades inmobiliarias: “Necesitamos una Ley de Vivienda que corresponsabilice al sector inmobiliario, al sector privado, en la garantía del derecho a la vivienda y le comprometa a cumplir con la función social que tiene que tener necesariamente la vivienda. Para ello es imprescindible que los grandes tenedores de vivienda, por ejemplo, pongan a disposición de las administraciones públicas un porcentaje de su parque para destinarlo a vivienda social”.

Ha añadido la suspensión de todos los desahucios sin alternativa habitacional, la prohibición de cortes de los suministros básicos a personas vulnerables y la ampliación de las moratorias hipotecarias.

Recientemente, Pablo Iglesias ha conseguido que el PSOE aprobara que los okupas no puedan ser desahuciados si rompen una puerta para entrar en un piso vacío sin violencia o intimidación de las personas.

Menos mal que parece existen “discrepancias sustanciales” en la confección de la nueva Ley de Vivienda con los ministros del PSOE, algunos de ellos relevantes profesionales que no necesitan ese puesto para vivir holgadamente, pero que, desgraciadamente, han hincado la rodilla ante la política que se está llevando a cabo en España en estos momentos. ¿Cuál es el móvil? ¿A cambio de qué? ¿Instrucciones de logia? ¿Agenda 2030 de cambio social y muerte del capitalismo?

De llevarse al BOE la propuesta de Podemos, el sector más perjudicado es el financiero, concretamente los bancos, esas empresas odiadas por los comunistas en función, únicamente, de no poder controlarlas. Si se hundieran los bancos, el sistema financiero colapsaría, el Estado no podría colocar la Deuda Pública, los depositantes perderían todos sus ahorros, se arruinarían los mercados bursátiles, sería la ruina para todo el mundo.

Una parte importante del balance de todos los bancos lo ocupan las hipotecas. Hasta mediados de los años setenta del siglo pasado, las únicas entidades que concedían hipotecas eran las Cajas de Ahorro, a tipo de “interés hipotecario”, que era el marcado periódicamente por las mayores cajas de ahorro de entonces, con una morosidad muy pequeña, primero porque estaban muy bien garantizados los préstamos, y segundo porque la gente era honrada, trabajadora, vivía dentro de sus posibilidades y “antes dejaba de comer que de pagar” como alguien dijo en aquella época, en la que ser moroso era una mancha indeleble que permanecía con la persona para toda su vida.

Las operaciones referenciadas al MIBOR (Madrid) y al LIBOR (Londres), empezaron a hacerse con las grandes corporaciones industriales, públicas y privadas, todas por importes de muchos millones de pesetas, porque la mayoría de ellas tenían acceso a los mercados de dinero a través de los brokers. Los bancos vieron que las cajas les estaban quitando negocio con el asunto de las hipotecas; y las pequeñas empresas se preguntaron que por qué a las grandes se las referenciaba a un índice de conocimiento público y a ellas no.

Había muerto Franco y fue un ministro socialista quien dijo que “España es el país del mundo donde más rápido se puede hacer uno rico”. En el “totum revolutum” que se formó, los bancos volvieron a caer en el “riesgo comercial” y concedieron operaciones referenciadas, primero al MIBOR y a partir del año 2000 al EURIBOR (Euro Interbank Offered Rate), tipo de interés del mercado interbancario del euro, publicado diariamente, que indica el tipo de interés promedio al que un gran número de bancos europeos dicen concederse préstamos a corto plazo entre ellos, a hacer préstamos hipotecarios a largo plazo, hasta cuarenta años, con tipos de interés a corto, diarios, extensible o revisable cada año, pensando que la vivienda era una cosa que nunca podría devaluarse.

El asunto fue bien mientras la economía crecía, había inflación y se pagaban puntualmente los préstamos. Pero a raíz del tema de las subprime y las ayudas que tuvieron que recibir todas las entidades financieras del mundo, la situación de la mayoría de los países es de un apalancamiento exagerado, por lo que EEUU y Europa han sostenido artificialmente el precio del dinero, y van a seguir haciéndolo unos cuantos años más si no hay una nueva guerra mundial, para poder sostener el teórico estado de bienestar en la población, a través de inyectar al mercado deuda centralizada, que nunca se va a pagar, con lo que nos encontramos con unos tipos negativos porque lo que sobra en estos momentos, qué paradoja de la vida, es dinero.

Los bancos se encuentran actualmente con una cartera hipotecaria que tiene un rendimiento mínimo, haciéndose cargo de todos los gastos asociados a cada préstamo, una alta morosidad, moratoria hipotecaria reconocida por el Gobierno, con alargamiento del plazo de improductividad desde el primer momento de impago, calificación de morosidad, de fallido, de problemas judiciales para el embargo, de lanzamiento, de deterioro del inmueble, de gastos inherentes a todo el proceso, de amortización contra su cuenta de resultados, desgaste de imagen y riesgo reputacional.

A partir del tercer trimestre de este año, la banca tiene otra bomba a punto de explotar: las pymes y los autónomos, sin olvidar la terminación de los ERTES, los despidos que se van a producir porque muchas empresas no continuarán, y las operaciones ICO avaladas parcialmente por el Estado, que la mayoría serán fallidos y que al 31 de enero del presente año eran un total de casi millón y medio de operaciones, de las que ya han dispensado moratoria de pago por importe de 54 mil millones de euros. Es más, el Gobierno planea que la banca asuma parte de la quita de esos créditos ICO, condonando a su cargo parte del 70% u 80% avalado por el Estado o, alternativamente, que la banca asuma la pérdida total de la parte no avalada

Si todo sigue como está, la banca va a cerrar el crédito y la crisis de solvencia empresarial, y por lo tanto de los particulares, va a ser cada vez más profunda.

Esta opinión coincide con lo manifestado por el comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, durante la presentación de las previsiones económicas de la Comisión Europea, que alerta de la oleada de quiebras que sufrirán las pequeñas y medianas empresas españolas cuando terminen las medidas de apoyo actuales.

El tema de la vivienda tiene que solucionarlo el Estado, en sus diferentes Administraciones, no la empresa privada. Con Franco se construyeron cuatro millones de viviendas, sin lujos, pero dignas, con todos los servicios. El modelo y la forma de hacerlo está más que estudiado: solo se necesita voluntad para ponerlo en práctica, olvidándose de quién tiene el copyright de ello y asumiendo que siempre y en cualquier circunstancia, hay algo bueno que merece la pena rescatar. Ahora sería el momento, con los Fondos Europeos que España va a recibir, de poner manos a ello y no dilapidarlo en subvenciones a amigos y empresas zombis sin solución de continuidad.

En cambio, Podemos enciende cada día más la calle, dejando claro que su pretensión es trasvasar la riqueza y los medios de producción materiales y dinerarios que la generan trabajando desde el amanecer todos los días, a aquellos que no producen nada y así pretenden vivir durante toda su vida. Es el comunismo del nuevo rico, prepotente, amenazador, que vive en una vivienda con más de 2.000 metros cuadrados de parcela y que quiere nacionalizar todo, incluida la sanidad, pero que acude a la privada a comprar 2.000 test del coronavirus, de forma índice-digital, para el equipo de su cartera ministerial por “los retrasos” en la Sanidad Pública. Con dos cojones, sí señor.

Francesc Cambó i Batlle, fue un catalanista que se posicionó a favor de Franco por temor a un triunfo revolucionario y que, acabada la Guerra Civil y arrepentido de haber colaborado con él, se instaló en Argentina, en donde residió hasta su fallecimiento en 1947. Persona de gran bagaje cultural, dijo:

“Las iglesias han sido quemadas; la mayoría de las viviendas, saqueadas y expoliadas; todas las propiedades, tanto de españoles como de extranjeros, han sido incautadas; se han violado las cajas de los bancos y los comités anarquistas disponen a su antojo de sus bienes y de los depósitos particulares. Todos los periódicos han sido incautados, no por el Gobierno, sino por miembros de las distintas organizaciones revolucionarias y, a costa de sus antiguos propietarios, si tienen bienes en España, defienden la política de los incautadores (…..) Yo les invito a que piensen cuál sería su actitud en su país si un gobierno llegase a someterse a las órdenes de comités anarquistas y comunistas, que se le impusieran, y que las aceptara, toda suerte de claudicaciones: gobernar contra la Constitución; infringir las leyes; prostituir la Justicia; amparar el crimen impidiendo que la fuerza pública se oponga a los robos, incendios y asesinatos que se cometen ante su presencia y separando de sus cargos a los que no muestren su satisfacción por cooperar en esta obra de descomposición nacional; organizar, valiéndose de los agentes de orden público, vestidos de uniforme, el asesinato de los adversarios políticos; preparar la destrucción del ejército para que no pueda impedir que la más espantosa anarquía se apodere del país. Ya sé que me dirán que esto no es posible. Y yo les digo que esto es lo que ha pasado en España y que no habrá un representante diplomático o consular que pueda negar mis afirmaciones. Y cuando tengan que aceptar la realidad de aquellos hechos, tendrán que admitir que se había producido en España aquella situación en que la insurrección contra el poder público no sólo era un derecho, sino un deber de patriotismo y ciudadanía”.

Los últimos actos vandálicos protagonizados por grupos radicales, de ultraizquierda y antisistema, organizados en guerrillas urbanas, con gas pimienta y armas arrojadizas contra la policía, no son buen síntoma de que no vayamos a repetir los errores del pasado. Y, una vez más, es mucha casualidad que estos hechos se produzcan cuando más ebullición tiene la olla de la presunta corrupción e imputación de varios dirigentes de Podemos.

Todo a Cien 140 – Comisiones bancarias

Era Guardia Civil. Joven. Su primer destino fue en un pequeño pueblo de Andalucía. Años de plomo en España. En el momento que ya no le picaba el tabardo, o sea, al poco tiempo, lo enviaron al País Vasco, destino obligatorio para los más noveles. No fue por él, que lo asimiló bien; su familia era la que no dormía tranquila, su madre y su mujer pendientes que amaneciera y regresara sin haber caído en una trampa-bomba.

Ingresó en un banco como Guardia Jurado, con pistola reglamentaria y licencia para disparar; cuando se suprimió esta misión, pasó a administrativo, estudió y trabajó sin descanso, y llego a ser Director de una Oficina.

De todo esto hará más de treinta años. Fue él quien un día me dijo: “Llegará el momento que los bancos cobremos por dar los buenos días al cliente”. ¡¡Exagerado!!

Hace unos días José María Roldán, Presidente de la AEB, la patronal bancaria, ha anunciado que el negocio bancario ha dejado de ser negocio, que los bancos van a cobrar comisiones por todos los servicios (un servicio es guardar los dineros del cliente, aunque esto no lo ha dicho).

Y he recordado las palabras de mi amigo mientras nos tomábamos un vinito. La realidad supera la ficción.

 

 

Publicado en el Blog de Campos el 02-05-2016

Todo a Cien – 124 Mecanismo Único de Resolución

Este año ha entrado en funcionamiento el Mecanismo Único de Resolución, cuyo objetivo es “evitar rescates con dinero público y escenarios sin solución”, a nivel de toda la Unión Europea. Es el máximo organismo europeo en materia de resolución (liquidación) bancaria, revisando los planes anticrisis de los bancos considerados de importancia significativa por el Banco Central Europeo (BCE), a los que se han añadido otros más pequeños pero también con elevados importes de negocio y clientes. Los españoles en esa lista, son: Santander, BBVA, Caixabank, Bankia, Sabadell, Popular, BMN, Bankinter, Ibercaja, Cajamar, Kutxabank, Liberbank, Abanca, Unicaja y la filial española de Banca Mediolanum.

El Banco de España va a crear una nueva rúbrica contable de “Riesgos en seguimiento especial”, que deberán ser provisionados por las pérdidas esperadas y no por las pérdidas incurridas. Si a partir de ahora ven cambios significativos en el decir o hacer de alguna de estas entidades, piensen que algo no va bien.

Publicado en el Blog de Campos el 27-01-2016

Todo a Cien – 47 Okupas

Los Bancos desahucian y proceden al lanzamiento de los propietarios morosos, la mayor parte de las veces ciudadanos pacíficos que asumen que la vivienda que en su día adquirieron está por encima de sus posibilidades económicas. Se ejecuta un título de crédito notarial y se cumple la ley establecida. ¿Qué pasa cuando esas viviendas son asaltadas y okupadas por terceros, sin ninguna predisposición a pagar nada, ni la vivienda, comunidad, luz, agua y otras obligaciones ciudadanas? Nada. No vale para nada la escritura de propiedad. Se cae el techo y hay goteras. Nadie responde. Los bancos se allanan al adjudicárselas. Le sale mejor que litigar, compran la paz social con el dinero de sus accionistas. La ley es condescendiente con el que la trasgrede.

 

Okupas

Publicado en PUERTA DE MADRID de ALCALA DE HENARES, nº 2.342 del 06-09-2014, PÁG. 14