Felipe VI El Escayola
El discurso de Nochebuena de este año de Felipe VI El Escayola, fue el inicio del fin de la monarquía católica de la Casa de los Borbones. Ni le permitieron hacerlo desde la Zarzuela donde históricamente se ha venido haciendo, lo traspusieron a un decorado de cartón piedra en un hotel, tiempos nuevos, romper con el pasado, un rey es igual de plebeyo que cualquiera que pertenezca a una comuna de margaritas blancas entre rizos capilares.
Debió escribirlo un enemigo, sanchista para más señas, conocedor de la debilidad real, frases almidonadas, hechas de recortes de discursos de Pedro Sánchez, párrafos rebuscados y confusos, adaptados a lo políticamente correcto del cambio climático y equilibrio medioambiental, ninguna alusión a la celebración cristiana, a su padre – más vale ser engañado en el precio que en la mercancía: Cuando un equipo de fútbol ficha un delantero centro, es más importante cómo juega y los goles que mete, que el precio por él pagado, pues su efectividad y sus éxitos amortizarán el dinero satisfecho -, a la unidad e igualdad de todos los españoles, al cambio tecnológico que ha de dar relevo a la economía anclada en sectores de poco valor añadido, a la realidad sanitaria, industrial o financiera del país.
Lo dicho, una figurita de escayola que únicamente sirve de adorno y de la que no podemos esperar influencia ni decisión alguna que sirva para corregir la deriva de la política actual.
No sé cuál será su cociente intelectual, pero parece que no es consciente que es una pajarita de papel que mueve el viento a su antojo con rayos y tormentas y que, si en la próxima legislatura repite un gobierno social comunista e independentista, no es seguro que la princesa, educada con escuadra y cartabón en su retiro de Cardiff y mediatizada por ideas republicanas muy cerca de su cuna, apartada de la milicia y de las relaciones internacionales, llegará a ascender algún día en el escalafón.
Nos estamos acercando peligrosamente a la Ley de Murphy: Si algo puede salir mal, saldrá mal.