Un cuento gubernamental

Se trata de un libro de julio 2020, editado por Editorial Círculo Rojo, sobre el coronavirus que solo pretende dejar escrito lo que está pasando, con datos, citas, artículos y referencias documentadas, con el único propósito de dejar constancia para el futuro de la verdad sobre el tema, principalmente en España, en la que, aprovechando la desgracia, se ha tratado de limitar la libertad de expresión, del control parlamentario y de cualquier crítica al Gobierno, de prohibir las autopsias y tratar de ocultar los miles de muertos, no permitiendo fotografías ni reportajes televisivos de las morgues ni de ningún familiar de los fallecidos.

Confío en que su contenido no caerá bajo esa censura enmascarada en «desafección a instituciones del Gobierno» de un estado democrático que alguien pretende convertir en una autarquía.

Entre otros temas, el autor se pregunta: ¿Cuáles van a ser los sectores básicos en el futuro? Y se contesta, de forma resumida, en los siguientes términos:

•        e-commerce. Solo en el último mes, las acciones de Amazon (AMZN) subieron un 30,6% mientras que las de Mercado Libre (MELI) avanzaron un 32%.

•        Empresas del sector farmacológico y de salud. La sociedad quedará sensibilizada, con miedos, y cambiará sus hábitos de consumo discrecional, ocio y otros matices.

•        El agua, el oro líquido del presente siglo. ¿Alguien se imagina un virus como el actual que pudiera propagarse a través del agua?

•        Cannabis. Futuro medicinal inicial y de libre consumo más tarde. Las medidas para controlar el virus han producido efectos económicos desastrosos, y todo el dinero que la industria de la marihuana puede aportar a la recuperación agregará urgencia a los esfuerzos de legalización.

•        Biotecnológicas. Las guerras futuras pueden desarrollarse sin disparar ni un cohete

•        Armamentísticas. Todo el mundo querrá estar preparado por lo que pudiera pasar.

•        Eléctricas, tecnológicas, robóticas, informáticas y de desarrollo industrial

•        Bancos que controlen la deuda: Quien controla la deuda, controla el poder. “Las empresas deben pensar en reubicar sus cadenas de valor y producción para poner fin a fragilidades insoportables. Una reconstrucción de nuestro tejido industrial y nuestras capacidades tecnológicas. Tendremos que reconstruir Europa como en 1945. Requiere dinero y deuda a largo plazo”. Chevènement, ministro con Mitterrand.

•        Se apreciará el renminbi chino (RMB) ante el dólar y el euro, realizándose transacciones en criptomonedas e-renminbi (e-RMB).

Hasta aquí, las previsiones realizadas, un ejercicio de análisis sobre los crecimientos anuales del PIB de los principales países del mundo, de cuáles son los que dependen financieramente de China y cuáles son los que les proporcionan a ellos lo que necesitan, de su forma de trabajar, de su tecnología y de la rápida recuperación económica que ha tenido tras la pandemia, que no sabemos exactamente cómo les llegó ni cómo se les ha ido, solo que, aunque mientan descaradamente, tienen un índice relativo bajísimo en cuanto al número de muertos por habitante atribuidos al maldito virus, del que todo el mundo habla mucho pero nadie sabe nada y, sobre todo, desconocemos cuál será la evolución a largo plazo (¿cinco años?) de los afectados y de esa “obligatoriedad” de la vacuna que quieren imponernos en esta “nueva normalidad mundial”.

Miro al futuro con esperanza y confianza en el ser humano; pero es una realidad que en el año 1900 había 1.650 millones de personas en todo el mundo y 7.000 millones de personas en el año 2011, el 19% de los cuales genera el 81% del PIB del planeta, el Principio de Pareto. Un amigo mío dice que, por eso, de vez en cuando, tiene que haber una guerra mundial que diezme la población y que, con la reconstrucción posterior, haya trabajo para los que queden vivos. Si se analiza bien los siglos XX y XXI, entre guerras mundiales, guerras civiles, guerras religiosas, guerras tribales, guerras de tez y guerras entre bigotudos, todo han sido guerras. En España llevamos más de cuarenta años de paz y democracia, y veremos cuánto más dura.

Retomando las previsiones realizadas en su día, la semana pasada se hizo público que China ha comenzado a operar con una divisa, llamada e-RMB, vinculada al yuan corriente, que pretende ordenar el uso masivo del pago digital, ofreciendo a los inversionistas y consumidores una alternativa respecto al efectivo. El uso intensivo de esta divisa sería implementado a nivel nacional dentro de dos o tres años, para el pago de salarios de los empleados del gobierno y servidores públicos, el pago de subsidios al transporte, en el comercio minorista y en restaurantes. De hecho, McDonald’s, Starbucks, Subway y otras marcas de uso masivo, ya se han adherido a las pruebas que se están realizando y en donde, desde ya, se puede pagar con esta nueva criptomoneda.

Esta pandemia va a cambiar, ya ha cambiado, el mundo. Política, social, cultural, económica, financiera, tecnológica y filosóficamente. Van a aumentar las necesidades de todo tipo y algunos países, como España, van a superar todos los cálculos y vaticinios que hizo el “Modelling Uncertainty Quantification” de la Politécnica de Valencia, que concretó, matemática y estadísticamente, podría dejar más de medio millón de infestados en España y ya hemos superado con creces el millón; y más de 69.000 fallecidos por esta causa según el refundido de los servicios funerarios españoles, a fecha de la semana pasada.

Tras la pandemia, pasará lo mismo que ocurre después de cualquiera guerra: Años de pobreza en los que habría que trabajar de la misma forma que hicieron japoneses y alemanes tras la II WW o como hacen ahora los chinos. Pero España es diferente; aquí somos más proclives a las subvenciones, al “que inventen ellos”, y los PGE del actual Gobierno van más en esta dirección que en el esfuerzo, el sudor y el trabajo para una recuperación económica rápida.

El Estado español no tiene dinero y ha tenido que recurrir a Bruselas en busca de liquidez urgente, negociando un anticipo de 20.000 millones del fondo europeo, ante el miedo de recurrir a los mercados y cuál puede ser su respuesta al exagerado crecimiento de la deuda española para atender gastos y no inversión productiva; el trabajo cada vez va a ser más escaso, de mayor valor añadido y especializado, por proyectos temporales limitados, y en un periodo de cinco años, la mitad de todos los trabajos que no reúnan esas características lo harán los robots; los ingresos fiscales serán menos porque el crecimiento de dos dígitos en el beneficio anual de las empresas es una cosa que ha pasado a la historia; y quien quiera obtener rentabilidad para sus inversiones deberá asumir riesgos, algunos, elevados.

Y lo que es peor en este batiburrillo en el que estamos metidos, que actúe la primera Ley de Murphy: “Si hay dos o más maneras de hacer algo y una de ellas puede resultar en una catástrofe, alguien se decidirá por esta».

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