España – El Siglo de Oro
Fuente: https://www.caracteristicas.co/siglo-de-oro
El Siglo de Oro fue un período de florecimiento de las artes y la literatura en la España de la dinastía de los Austrias o los Habsburgo. Se trata de un período sin fechas delimitadas, usualmente superior a un siglo a pesar de su nombre, cuyos inicios estarían luego de la Reconquista española, alrededor de 1492, y sus fines alrededor de 1681, año de la muerte de Pedro Calderón de la Barca.
Fue un período histórico de relativa fortaleza política española, dominada por el espíritu de la contrarreforma y la Santa Inquisición de la Iglesia Española, de manera que se trató de un período esencialmente católico, pero que le brindó a España el reconocimiento y la admiración internacionales.
El término “Siglo de Oro” fue ideado por Luis José Velázquez, marqués de Valdeflores, quien fuera un erudito y anticuario del siglo XVIII. Lo utilizó por vez primera en su estudio Orígenes de la poesía castellana de 1754, aunque con ello se refería exclusivamente al siglo XVI. El término luego habría de rescatarse y emplearse para nombrar a todo el período de los siglos XVI y XVII
Normalmente se considera la publicación de la Gramática castellana de Nebrija en 1492, así como la llegada de Colón al Nuevo Mundo o el término de la Reconquista española, como los eventos que dan inicio al período del Siglo de Oro.
Asimismo, la firma del Tratado de los Pirineos entre España y Francia en 1659, y la muerte del autor Pedro Calderón de la Barca en 1681, son los eventos que le ponen fin.
Se considera que el Siglo de Oro abarca dos períodos estéticos distintos:
- El renacimiento español. Tiene lugar en el siglo XVI durante el reinado de los Reyes Católicos, Carlos I y Felipe II, signada por una interpretación muy particular de las influencias italianas renacentistas en confluencia con formas estéticas propiamente ibéricas, como el sincretismo de los musulmanes.
- El barroco hispano. Tiene lugar en el siglo XVII durante el reinado de los reyes católicos Felipe III, Felipe IV y Carlos II, y presenta una verdadera explosión de las artes plásticas y la literatura en un estilo propio de abundancia de formas y temáticas sociales atrevidas.
- El Siglo de Oro se caracterizó por una tendencia a la vulgarización de los saberes humanísticos, lo cual potenció los géneros de la sátira y la comedia popular, que tuvo su correspondencia en la novela picaresca y, sobre todo, en la novela polifónica cuya semilla representa el Quijote de Cervantes.
- La música, la pintura y la escultura fueron también importantes tendencias alimentadas por el gusto manierista por la exageración de las formas y la abundancia del contenido (de donde proviene hoy en día el uso de la palabra barroco, es decir, recargado), así como los estilos arquitectónicos anticlasicistas.
Literatura
La literatura del Siglo de Oro alcanzó un esplendor único en la historia literaria universal, gracias a diversas tendencias:
- La novela picaresca. Protagonizada por pícaros, es decir, jóvenes pobres y taimados que hacían la vida aprovechándose de los demás y de su ingenio. Será un modelo arquetípico importante en la literatura universal.
- La poesía ascética y mística. De raigambre católica, en la que los poetas exploraban poéticamente su llamado religioso.
- La sátira. Tanto en poesía, narrativa como en dramaturgia, la sátira y la burla al clasicismo solemne fue central en el imaginario literario del Siglo de Oro.
- La comedia. El teatro fue uno de los grandes ganadores del Siglo de Oro, con más de 400 obras compuestas por grandes nombres que pasarían a la historia universal de las letras.
Los grandes autores del Siglo de Oro español fueron:
- Miguel de Cervantes. Escritor del Quijote, así como de las Novelas Ejemplares y otras formas de narrativa que serían centrales y fundamentales para la literatura mundial de Europa.
- Luis de Góngora. Poeta y dramaturgo, cuya tendencia estética dentro de la poesía sería conocida como el culteranismo o gongorismo.
- San Juan de la Cruz. Poeta místico, religioso de oficio, reformador de la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo y de la Orden de las Carmelitas Descalzas. Desde 1952 es patrono de los poetas en lengua española.
- Santa Teresa de Jesús. Religiosa y cofundadora de la orden de las Carmelitas Descalzas, se la considera junto a San Juan de la Cruz la cumbre de la poesía mística española.
- Francisco de Quevedo. Uno de los autores fundamentales de la literatura española y autor de poesía, narrativa y dramaturgia.
- Tirso de Molina. Dramaturgo, poeta y narrador, religioso mercediano, se le considera uno de los tres grandes de la dramaturgia del barroco español.
- Pedro Calderón de la Barca. Segundo de los tres grandes dramaturgos del siglo de Oro, es autor de la célebre La vida es sueño, fue también un sacerdote de la orden de Santiago.
- Lope de Vega. El tercero de la trinidad de grandes dramaturgos del Siglo de Oro y uno de los autores más prolíficos de la literatura universal. Renovó las fórmulas del teatro para la época y fue autor de más de 3000 sonetos, tres novelas, cuatro novelas breves y una epopeya.
- A mediados del siglo XVI,la literatura renacentista también empezó a dar sus primeros frutos con representantes como Garcilaso de la Vega, de clara inspiración italiana, y de Fray Luis de León.
- En novelas, surgió con fuerza el género picaresco, con “El Lazarillo de Tormes”en el año 1554, una de las obras del siglo de Oro más conocidas, es el comienzo de una crítica de los valores dominantes de la honra y de la hipocresía, arraigados en las apariencias, que hallará su culminación y configuración canónica con la Primera parte de “Guzmán de Alfarache” (1599)”, novela picaresca escrita por Mateo Alemán.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Siglo_de_Oro#Pintura
Pintura
En las artes plásticas destaca la pintura; a la primera fase corresponden los dos Berruguetes, el pintor Pedro y el escultor Alonso, Pedro Machuca, Luis de Morales «el Divino», Juan de Juanes, Fernando Yáñez de la Almedina; a la segunda Juan Fernández de Navarrete «el Mudo», Alonso Sánchez Coello así como El Greco,principal exponente del Manierismo pictórico en Castilla.
Al barroco pertenecen Diego Velázquez, pintor de complejas composiciones intelectualizadas que ahonda en el misterio de la cruda e intensa luz y la perspectiva aérea; los tenebristas caravaggiescos Francisco de Zurbarán, gran pintor de frailes y bodegones, Francisco Ribalta y José de Ribera, formado en Italia, donde era llamado «el Españoleto»; en Sevilla los dos Herreras (el Viejo y el Mozo), Bartolomé Esteban Murillo y Juan de Valdés Leal.
Hay que citar también a Juan Bautista Maino, pintor de alegorías políticas, Claudio Coello, Juan Carreño de Miranda, el florentino Vicente Carducho, el retratista Juan Pantoja de la Cruz, Luis Tristán, uno de los escasos discípulos del Greco, que añade al estilo del maestro elementos naturalistas; el cartujo Juan Sánchez Cotán, famoso por sus místicos bodegones, …
Escultura
En lo tocante a escultura tenemos ya en el Prerrenacimiento y primeros años del XVI las figuras extranjeras que trabajaron en España: Doménico Fancelli, Pietro Torrigiano y Jocopo Florentino, también llamado el Indaco. La primera generación de escultores españoles del Renacimiento en Castilla estuvo compuesta por Vasco de la Zarza (trascoro de la catedral de Ávila, Felipe Vigarny (retablo mayor de la catedral de Toledo), Bartolomé Ordoñez (sillería del coro de la catedral de Barcelona) y Diego de Siloé (sepulcro de don Alonso de Fonseca y Acevedo en el Convento de las Úrsulas de Salamanca); en la Corona de Aragón destaca el trabajo de Damián Forment (retablo mayor de la Basílica del Pilar- 1509) y del Monasterio de Poblet-1527), Gil Morlanes el Viejo (portada de la iglesia de Santa Engracia de Zaragoza) y Gabriel Yoly, que talló en madera sin policromar el retablo mayor de la catedral de Teruel en 1536.
En el Manierismo hay que nombrar por supuesto el correlato de la ascética y la mística de la segunda mitad del siglo XVI: el gran Alonso Berruguete, el gallego Gregorio Fernández (1576-1636) que trabajó en Valladolid, los escultores clasicistas italianos Leone Leoni y su hijo Pompeyo Leoni, que trabajaron para el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial; los barrocos Francisco del Rincón (h.1567-1608) y Pedro Vicálvaro, de la Escuela castellana, y Juan de Juni; de la Escuela andaluza Jerónimo Hernández (1540-1586), Juan Martínez Montañés (1568 – 1649), Juan de Mesa (1583 – 1627), Francisco de Ocampo y Felguera (1579-1639), Alonso Cano (1601-1667), también pintor, que desembocaron en el pleno Barroco ya con escultores como Pedro de Mena (1628-1688), Pedro Roldán (1624 – 1699), su hija Luisa Roldán (la Roldana) y su nieto Pedro Duque y Cornejo; Francisco Ruiz Gijón (1653- 1720), José Risueño, Bernardo de Mora. De Guipúzcoa procedía Juan de Ancheta, de estilo clasicista romano. La temática tratada es casi exclusivamente religiosa y sólo en el ámbito de la Corte se da escultura monumental; los temas mitológicos y profanos están ausentes. Se realizan retablos, donde aparecen figuras exentas y en bajorrelieve. Destaca con mucho la imaginería en madera de tradición hispana. En estas obras se pierde la técnica del estofado y posteriormente se usará la policromía.
Por encima de todos los nombrados, los dos personajes más importantes, de repercusión mundial, fueron Miguel de Cervantes Saavedra en literatura y Diego Rodríguez da Silva Velázquez en pintura.
Cervantes
Fuente: De Alcalá de Henares a La Mancha, De La Mancha a Alcalá de Henares. 2016. Antonio Campos Fernández
Hay varios pueblos y ciudades que, con mayor o menor intensidad y propia documentación, pretenden irrogarse ser la patria chica del escritor. Desde la comarca de Becerreá en Lugo, Sanabria en Zamora, Alcázar de San Juan (Ciudad Real), Villanueva de los Infantes (Ciudad Real), Argamasilla de Alba (Ciudad Real), El Toboso (Toledo), hasta otros sitios más peregrinos como el propuesto hace unos días por Miquel Izquierdo Perán que, según él, mediante el análisis de las obras de Cervantes y Shakespeare con un código masónico del siglo XVII, ambos eran la misma persona, llamada Joan Miquel Sirvent y vivía en Jijona, obra escrita en lengua catalana.
En el Archivo de Protocolos de Madrid, junto a otros 50.000 documentos originales, existe uno en el que Cervantes, de forma manuscrita, dice:
«Miguel de Cervantes, natural de Alcalá de Henares, residente en esta Corte, digo que a mi derecho conviene probar y averiguar, con información de testigos, de cómo yo he estado cautivo en la ciudad de Argel y cómo soy rescatado y lo que costó mi rescate…» Es la clara evidencia sobre el indubitado lugar de su nacimiento.
Vamos a centrarnos pues en Cervantes alcalaíno y las vivencias personales de quienes todavía viven y han sido protagonistas directos en la conservación de la partida de su bautismo.
Dos días antes de comenzar la Guerra Civil, el 16 de julio de 1936, ante el cariz que tomaban los acontecimientos, el párroco de Santa María César Manero Zaro mete el libro de Bautismos en una caja de cartón y sale a la plaza para asegurarlo rápido en la casa de Don Pedro, un conocido sacerdote escolapio que iba allí a decir misa y que estaba de vacaciones en casa de su hermano, a cuatro pasos de la parroquia, en la calle Cerrajeros número 8. Salió el párroco con el bulto y en la misma plaza de Cervantes se encontró con el hermano de Don Pedro, Juan Raboso San Emeterio, el anfitrión, a quien, muy nervioso, entregó el paquete. No había llegado el bulto a la casa destinataria cuando se oyó un disparo. El libro se había salvado, pero el párroco, no. Don César cayó abatido ante la puerta del Ayuntamiento. La iglesia de Santa María fue incendiada el 29 de julio de 1936, por la noche y de manera intencionada.
A partir de aquí, hay dos versiones diferentes, pero ambas acaban en un pozo, de aquellos que existían en el patio de todas las casas, que hacían las veces de nevera para refrescar el vino y el sifón, surtidor de regadera para ducharse e incluso para aplacar la sed veraniega.
Una corresponde a Concepción Raboso, hija del anteriormente nombrado Juan Raboso, funcionaria jubilada del Ayuntamiento de Alcalá de Henares, que avala el estudioso cervantino Juan José Costa, y que transcribimos de Puerta de Madrid del 17-01-2015.
“El libro, primero estuvo en el domicilio familiar (de los Raboso); después lo bajaron a la trastienda colocándolo detrás de unas escobas; pero aquello no era seguro; a continuación lo colocaron en el cuarto donde está el pozo, justo detrás de unos sacos de legumbres, pero tampoco quedaron tranquilos con ese escondite, así que lo ocultaron en el hueco de la escalera camuflado entre trastos.
Tanto Juan Raboso como su madre contaron a su prima Luisa Raboso Alarcos lo que ocurría. Esta vivía en la calle Ramón y Cajal número 3. La familia decidió trasladar allí el libro y esconderlo en un recodo que había en el pozo de la vivienda.
Pero aquél tampoco fue un escondite seguro y menos en una situación de guerra civil. El libro de bautismos volvió a la calle Cerrajeros, a la tienda-taberna de la familia de Juan Raboso, quien contó a su vecino y amigo Francisco del Río Ortega la situación y el problema que tenía de encontrar un lugar seguro para esconder el libro. Francisco del Río Ortega tenía una fontanería-hojalatería en la casa contigua a la tienda-taberna de Raboso.
Fue cuando a ambos se le ocurrió ocultar el libro dentro del pozo, pero tendría que estar protegido del agua. La solución la aportó Francisco. Juan buscó una caja de galletas grande, de hoja de lata; metieron en ella el libro y Francisco soldó la tapa y los bordes para evitar que entrara agua en ella. Hecho esto, echaron la caja al pozo, donde permaneció tres años hasta el final de la guerra civil.
Concha Raboso reconoció que todo esto se lo contó su padre y que los que conocían el secreto se interesaban por el mismo como una contraseña: ¡Cómo está el niño!”.
La otra versión, apoyada por la historiadora Asela Sanz, corresponde a la única testigo viva de aquellos momentos, la hermana de su marido, Conchi Pintado, de 91 años de edad. rascribimos también de Puerta de Madrid del 31-01-2015.
“Mi tía Luisa Raboso Alarcos era prima de Juanito Raboso, que tenía una tienda y taberna en la calle Cerrajeros. Juanito tenía un hermano en Madrid, Pedro, que era sacerdote escolapio. Todos los veranos venia quince días cuando les daban el permiso, a pasarlos aquí en Alcalá. Pedro pasaba el permiso en casa de mi tía. Estando aquí disfrutando el permiso fue cuando estalló la guerra.
El párroco de Santa Maria, que se llamaba Don César, le dio la partida de nacimiento a Pedro Raboso, el cura escolapio. Y fue él quien llevó la escritura a casa de mi tía porque era allí donde vivía. Mi tía la guardo en un cofre, un baúl donde tenía sábanas, ropa, el ajuar.
El momento en que mi tía vio que era un peligro tener el libro en su casa fue cuando los milicianos se llevaron preso a mi padre, funcionario de prisiones. Fueron a buscarlo e hicieron un registro de la vivienda donde estábamos. Fue entonces cuando mi tía le dijo a Juan Raboso que había que hacer algo con la escritura, esconderla en algún sitio. La llevaron a casa de Juanito y la pusieron dentro de una caja de zinc …”
No acaba aquí las vicisitudes de la partida del bautismo de Cervantes. Seguimos apoyándonos en Puerta de Madrid del 07-02-2015.
“Todo empezó cuando en los años sesenta, comprobé que habían entrado en la iglesia para robar. Me di cuenta que el libro no estaba seguro y que era toda una joya de la que yo era el responsable. Fue el abad Don Francisco Herrero, quien entregó la partida a la iglesia de Santa María en 1959 y yo me hice cargo de la misma en 1963 cuando fui nombrado párroco”, dice D. Manuel Palero, párroco de Santa María, ya establecida en la antigua iglesia del colegio de la Compañía de Jesús en la calle Libreros.
A mediados de los años setenta D. Manuel Palero fue cesado como párroco de Santa María y “volví a temer por el libro. Salí de Santa María con el libro bajo el brazo. Aquello era algo más que un libro religioso, es una joya universal de una importancia fundamental para Alcalá; por eso decidí llevarlo al Ayuntamiento para su conservación. Se lo entregué a José García Saldaña, en función de depositario accidental, quien firmó el acuse de recibo del siguiente literal:
“En el día de hoy me hago cargo, por entrega de D. Manuel Palero R-Salinas, Párroco de Santa María, de un libro manuscrito en el que se contiene la partida bautismal de MIGUEL CERVANTES SAAVEDRA. Esta entrega se hace siguiendo instrucciones del Señor Alcalde-Presidente D. Fernando Sancho Thomé. Alcalá de Henares, trece de febrero de 1976. El Depositario Actal: José García Saldaña (firmado)”.
Desde ese momento, el libro de bautismos de la iglesia de Santa María que contiene la anotación del bautismo de Cervantes, se guarda y conserva en una caja fuerte en el Ayuntamiento de Alcalá de Henares. En él consta de forma textual:
“En domingo, nueve días del mes de octubre año del Señor de mil e quinientos e cuarenta e siete años, fue bautizado Miguel, hijo de Rodrigo de Carvantes e su mujer doña Leonor; fueron sus compadres Juan Pardo; baptizole el Reverendo Señor Bachiller Serrano, cura de nuestra Señora, testigos Baltasar Vázquez, Sacristán e yo que lo bapticé y firmé de mi nombre. Bachiller Serrano”.
Como fácilmente se puede observar en dicho documento, el vocablo “miguel” se encuentra al margen del cuerpo que ocupa el texto original, presenta un punto sobre la “i” diferente al resto, y la grafía es totalmente diferente, como si hubiera sido escrita siglos después.
Manuel Vicente Sánchez Moltó, Cronista Oficial de Alcalá y estudioso del tema, defiende que, en su día, el vocablo «miguel» figurase en el margen derecho, dañado por los años y mala con.
Poco tiempo estuvo Cervantes en Alcalá de Henares, trasladándose con su familia a Valladolid en 1551, por lo que contaba cuatro años de edad cuando abandonó Alcalá. Tras una vida aventurera y azarosa, de intrigas y miserias humanas, Cervantes murió en Madrid el 22 de abril de 1616, siendo enterrado al día siguiente, misma fecha que el otro genio de la literatura universal en lengua inglesa, William Shakespeare..
Cervantes vivió bajo el reinado de Felipe II, tiempo de guerras constantes y múltiples impuestos. Siglo de Oro de las Artes y las Letras, siglo de una sociedad atrasada tanto económica como culturalmente, un país supersticioso, con poco apego al trabajo, fanático en lo religioso y deliberadamente expansionista. Hasta tal punto que el Tesorero de Hacienda Luis Ortiz comentaba: “Se quite de España toda ociosidad y se introduzca el trabajo”.
A la muerte de Felipe II le sucedió su hijo Felipe III, místico, indolente, de no mucha inteligencia, muy aficionado a la caza, delegó los asuntos de gobierno en manos de su valido, el Duque de Lerma; se adoptaron disposiciones para aliviar la crisis de la Hacienda, pero provocaron una inflación de precios que agravó la depresión económica.
Puede deducirse la situación económica que le tocó vivir a Cervantes, con la bancarrota sucesiva del mayor imperio de los siglos XVI y XVII, España, por Felipe II (años 1557, 1575 y 1596) y Felipe III (año 1607). La picaresca, el sobreendeudamiento, pedir préstamos y no pagarlos, viene a los españoles de sangre renacentista.
Cervantes es el escritor que más calles y plazas llevan su nombre en toda España (1600), seguido de Federico García Lorca (903), Antonio Machado (741), Rafael Alberti (429), Francisco de Quevedo (234), Camilo José Cela (220) José de Espronceda (171) y Luis de Góngora (179).
Universalidad e intemporalidad de los elementos que lo integran, profundo conocimiento del lenguaje popular, habilidad para dar vida y manejar a más de doscientos personajes en la novela, convirtiendo a cada uno de ellos en protagonista de su momento en la historia literari.
Si ha habido discusión sobre si Cervantes es o no alcalaíno, asunto que por nuestra parte damos por zanjado, en lo que sí hay unanimidad es que Don Quijote es manchego..
Según Justo García Soriano y Justo García Morales en la edición del Quijote ilustrado por Gustavo Doré en 1985, Don Quijote “tiene todas las cualidades de los demás caballeros pueblerinos de la época: deja enmohecer las antiguas armas de sus mayores, posee un triste caballejo y un aburrido galgo, come y viste lo mismo que cualquier otro mediano hacendado español; pero hete aquí que, por combatir el profundo aburrimiento de la aldea, se entrega de noche y de día infatigablemente también, como otros muchos hidalgos de entonces, a la lectura de los libros de caballerías. A la vez que su cerebro se debilita por el insomnio, se despierta en él una atávica afición por el ya olvidado ejercicio de la andante caballería. El mundo, cada vez más lleno de injusticias y desaguisados, le necesita, le espera: él, so pena de ser considerado medroso, debe acudir a su llamada”.
“Al lado del buen hidalgo marcha siempre el no menos bueno de Sancho Panza. Físicamente es su antítesis: Don Quijote es alto, avellanado, enjuto; su escudero, bajo y gordezuelo. ¿Son también opuestas sus cualidades morales, sus gustos y sus ideas?” Y siguen una serie de consideraciones acerca de qué podría haber sido si hubieran tenido la misma cultura. Pero la realidad es tozuda y Sancho no tenía esa cultura, pero sí bonhomía y la sabiduría del pueblo. Y termina sus comentarios sobre Sancho “caminando siempre, callada y obedientemente, en pos de los mismos ideales que Don Quijote. Y cuando muera este llorará con amargo y desconsolado llanto, porque habrá perdido su razón de ser y el único lazo que le encadenaba a lo noble, a lo santo, a lo justo”.
Velázquez
Fuente: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/v/velazquez.htm
Diego de Silva Velázquez. (Diego Rodríguez de Silva y Velázquez; Sevilla, 1599 – Madrid, 1660) Pintor español. Además de ser la personalidad artística más destacada de su tiempo, Diego Velázquez es también la figura culminante del arte español, que con Goya y Picasso representan el triunvirato de genios pintores españoles.
Diego Velázquez realizó su aprendizaje en Sevilla, en el taller de Francisco Pacheco, con cuya hija se casó en 1617. Cuando todavía era un adolescente, pintó algunas obras religiosas (La Inmaculada Concepción, La Adoración de los Reyes Magos) con un realismo inusual y pronunciados efectos de claroscuro. A la misma época pertenece una serie de obras de género con figuras de prodigiosa intensidad y una veracidad intensísima en la reproducción tanto de los tipos humanos como de los objetos inanimados; entre otros ejemplos se pueden citar Vieja friendo huevos y El aguador de Sevilla.
También por entonces pintó inusitados cuadros de temática religiosa ambientados en escenarios cotidianos, como Cristo en casa de Marta o Cristo en Emaús; de hecho, la capacidad de convertir escenas de la vida de Jesucristo en algo cercano y realista constituye una característica del barroco sevillano que Velázquez legó a otros artistas de su tiempo.
Estas obras, de un estilo por lo demás muy distinto del de su época de madurez, le valieron cierta reputación, que llegó hasta la corte, por lo que en 1623 Diego Velázquez fue llamado a Madrid por el Conde-Duque de Olivares, valido de Felipe IV, para que pintara un retrato del rey; tanto gustó la obra al soberano que lo nombró pintor de corte.
Detalle de Las Meninas, de Velázquez
Comenzó así para Velázquez una larga y prestigiosa carrera cortesana, a lo largo de la cual recibió destacados títulos, como los de ujier de cámara y caballero de la Orden de Santiago. Desde su nombramiento oficial hasta el final de sus días pintó numerosos retratos de Felipe IV y de diversos miembros de su familia, a pie o a caballo.
Se trata de obras de gran realismo y excepcional sobriedad en las que el magistral empleo de la luz sitúa los cuerpos en el espacio y hace vibrar a su alrededor una atmósfera real que los envuelve. Los fondos, muy densos al principio, se suavizan y aclaran luego, con el paso del tiempo. En los retratos femeninos el artista se recrea en los magníficos vestidos, en los que muestra sus grandes cualidades como colorista.
La culminación de su carrera como retratista es Las Meninas, considerada por algunos como la obra pictórica más importante de todos los tiempos. Hay que destacar igualmente las incomparables series de enanos y tullidos de la corte. Velázquez realizó dos viajes a Italia, uno en 1629-1631 y otro en 1648-1651. En ambos produjo obras importantes: La túnica de José y La fragua de Vulcano en el primero; los retratos de Juan de Pareja y de Inocencio X en el segundo; el del Papa es un retrato portentoso, dotado de una vivacidad, una intensidad y un colorismo excepcionales.
La rendición de Breda, de Velázquez
Al genio sevillano se debe también una obra maestra de la pintura histórica, La rendición de Breda, pintada en 1634 para el Salón de Reinos del palacio del Buen Retiro de Madrid. El mérito de la obra reside en la ausencia del engolamiento habitual en los cuadros de temática histórica y en la plasmación de las facetas más humanas del acontecimiento; la composición admirablemente resuelta y la atmósfera de extraordinario realismo han hecho de esta obra una de las más conocidas del maestro.
Artista prolífico, dejó también importantes creaciones de temática religiosa (Crucificado) y algunas de tema mitológico en clave cotidiana, como Los borrachos o Las hilanderas, ésta última una de las obras capitales del artista por la perfección que alcanza en ella la perspectiva aérea. El tono de cotidianidad, de acontecimiento vivo, confiere a estas realizaciones un particular atractivo.
De temática mitológica es asimismo la magistral Venus del espejo, el único desnudo femenino que pintó y uno de los pocos de la historia de la pintura española. Poco conocido fuera de España hasta el siglo XIX, Diego Velázquez es hoy considerado uno de los grandes genios de la pintura universal.
Publicado en el Blog de Campos el 02-08-2018